Capítulo 19

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Samuel no podía creer que tuviera a Ethan delante de él. Había volado desde Nueva York en aquella nube de odio hacia su hermano y en Londres había tardado más de lo que consideraba conveniente para su paciencia en poder localizar la vivienda de Savidge.

Pero allí estaba delante de él, con sus ojos negros tristes, su piel que ansiaba volver a besar.

Sin poderlo contener se abalanzó sobre él envolviéndolo en un fuerte abrazo. Su cuerpo pequeño comparado con el suyo era lo que desde aquel día en Times Square había necesitado.

—Ethan—susurraba una y otra vez contra su pelo, acariciándolo, besándolo—. Ethan.

Cuando se separó para mirarle descendió hasta sus labios probándolos una nueva vez más.

Ethan no le rechazó y el gesto le supo a gloria, por un momento había temido que el chico hubiera sido de la misma opinión que su hermano.

No iba a renunciar a él, era algo que llevaba día y noche martilleando su cabeza, no iba a renunciar a él.

Pero de sus labios no salieron las palabras que estaba deseando oír, sino unas del todo inadecuadas.

—Tienes que irte, mi hermano llegará pronto.—Ese odioso hermano suyo le importaba una mierda.

—Vámonos.—Le agarró con ambas manos del rostro—Ven conmigo, a casa.

Su rostro se veía triste, y Samuel supo que aquello no iba a gustarle.

—No puedo, John es mi casa, John es mi familia.

—Yo puedo dártelo todo.—Su voz sonaba desesperada, y no podía negar que era así como se encontraba.

Ethan se movió escapando de sus brazos, retirándose de él.

—No puedo.

Aquel chico llegaba a sorprenderle con su exceso de madurez, y esa vez no podía consentirlo.

—Tenemos un acuerdo.—No quería usar aquella baza, y vio como se ensombrecía su rostro, se estaba equivocando, ya sabía antes de hablar que aquel era el camino equivocado con Ethan.

—Te devolveremos el dinero que ya has pagado por mí—dijo lleno de indignación y vergüenza, notaba sus mejillas tensas.

—A la mierda el acuerdo.—Corrió hacia él, Samuel nunca suplicaba, nunca lo había hecho en su vida, ni tan siquiera delante de su padre—Por favor, no me dejes.

Nunca se había expuesto tanto por nadie, ninguno de sus amantes le hacía sentir lo que Ethan despertaba en él. La desesperación de esos días había alcanzado cotas realmente ridículas y allí le tenía, suplicándole a un niño que no le dejara.

—Samuel, tú no me quieres—¿En qué momento pensó que aquello sería fácil?—Realmente dudo que en verdad me conozcas.

—Entiendo que el inicio fue distinto, el acuerdo.—Trataba de explicar Samuel—Pero eso ha cambiado, no te veo así, no te quiero así.

—Yo no puedo olvidarlo, no sé ser contigo como realmente soy.

—Podemos ir poco a poco.—Se estaba agarrando a cualquier posibilidad que no entrañara un rechazo.

Ethan se sentó en el sofá, se veía tan pequeño pero entero y él por primera vez se sentía indefenso. Era como un perro cuando hacía presa, no soltaba un buen negocio, pero con las personas no sabía tampoco hacerlo de otro modo.

¿Qué tenía para negociar con Ethan? ¿Dinero? Obviamente no era aquello lo que estaba demandando el joven.

—Creo que lo mejor es que salgamos de la vida del otro, John y yo saldaremos la deuda.—Su tono era de pura resignación—Y tú encontrarás a alguien que realmente case en tu vida.

Sugardaddy: Londres (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora