Capítulo 25

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Samuel despertó con un dolor de cabeza monumental, un pinchazo en las costillas y sin poder mover bien las manos.

Le costó volver al mundo de los vivos, y por un momento consideró volver al de los vegetales. Allí se estaba mejor.

Pero ya no podía volver a dormir.

Las imágenes de la noche anterior eran confusas, aún así todas tenían el mismo rastro triste que le tenían hundido.

—¿Qué tal te encuentras?—Hubiera deseado que aquella voz perteneciera a Ethan, pero era Richard, su leal Richard el que siempre recogía sus escombros.

—Como mierda batida—se quejó.

—Sin duda eso es lo que pareces.

Su amigo le alargó algo que debía tener una base medicamentosa porque sabía a rayos, lo tomó sin rechistar.

—¿Quieres comer?—Solo la mención a comida revolvió su estómago, a demás de tristeza y dolor, había una fuerte resaca que le hizo recordar su lamentable acto final en un bar.

—Mejor no.

—Te vendría bien una ducha.—Esa era la manera educada de decirle que olía a muerto. Y con más pena que gloria se levantó de la cama.

Cuando se vio en el espejo del baño, entendía lo que su amigo había visto.

Círculos oscuros sobre sus ojos, aparte los hematomas de las heridas que ya sí eran evidentes.

Pero nada era peor que su cara de payaso triste. ¿Dónde estaba el hombre atractivo que sabía aún seguía siendo?

Pensar en Ethan solo le llevaba a sentir un tipo de dolor para el que ningún medicamento que Richard le diera le serviría.

Si era sincero consigo mismo no le podía culpar.

Había mandado a su hermano al hospital, independientemente de quién hubiera empezado.

El modo en el que se habían conocido, aunque beneficioso para Ethan, le dejaba en una posición comprometida.

Samuel quería un chico que no le diera problemas, que no pidiera más que un pago, al que gustoso accedía. Pero que no complicara su vida con los típicos reclamos de sus anteriores parejas.

Samuel no había dado nada que le costara realmente, y sin embargo lo había pedido todo del chico.

¿Qué hubiera hecho él en un caso similar?

Cerró los ojos adolorido, sí, la había cagado tanto y solo en ese momento era consciente de la magnitud de sus acciones.

¿Esperaba que Ethan solo se enamorara de él cuando era evidente que Samuel no estaba en ese mismo plano?

Al final, Ethan, como ya había intuido había sido más listo que él. Se había protegido, se había blindado, cosa de la cual Samuel jamás pensó que debía preocuparse.

Enamorarse, se miró incrédulo ante aquel sentimiento. Le era ajeno, alguna vez había sentido que casi lo había rozado, pero nada tan fuerte.

—Das pena, viejo—le dijo al personaje lamentable delante de él.

No solo por la verdad de sus sentimientos, sino porque como Ethan le había demostrado, ¿qué pensaba hacer con ellos? ¿Presentar a Ethan como su pareja ante toda la sociedad?

No había escenario donde eso fuera ni remotamente posible, y Ethan lo había visto más claro y más rápido que él.

Su pequeño cerebral e inteligente, cuanta ventaja le sacaba.

Sugardaddy: Londres (I)Where stories live. Discover now