Capítulo 17

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Lucas estaba molesto, muy molesto, Richard le había dado la sensación de ser alguien que no se implicaba. Alguien con quien tener una aventura, alguien con quien follar hasta perder el conocimiento; de esos tipos que evitan las relaciones sentimentales y resultaba que se había equivocado, y de qué modo.

Había acabado yendo a su casa, ya sabía que lo haría cuando le colgó, ¿24 horas del mejor sexo que había tenido en su vida? Era complicado que pudiera resistirse a algo así, y de ese modo agendó todo para tener el tiempo libre. Aplazó una cena con Beth, y aunque en algún lugar de su mente surgió la idea de que debía sentirse mal por ella, no llegó a cuajar.

En esos momentos sabía que estaba pensando con la polla, pero era algo a lo que no iba a renunciar, 24 horas, ni una más, ese era el acuerdo al que había llegado consigo mismo.

Pero todo se había descontrolado, el sexo había sido demoledor, hasta llegar a perder el total control del su cuerpo, su ano dilatado por las incontables embestidas de Richard que no se cansaba de taladrarle con su propio miembro y varios dildos que había sacado para jugar con él. Sabía que iba a estar varios días sintiéndolo aún dentro y por extraño que pudiera parecerle le encantó la idea.

Era suyo, y lo supo, por su cuerpo, por sus palabras por el absoluto control que era capaz de ejercer sobre él.

Nunca había estado con un amante como Richard, duro, exigente y conocedor de cómo hacerle suplicar por más. Si hubiera sido capaz de avergonzarse en esos momentos lo hubiera hecho, el control sobre sí mismo era uno de sus mayores motivos de orgullo, su signo de identidad. El equilibrado y controlado Lucas Mountbatten, ese mismo que estaba babeando sobre el pulido suelo de Richard Taylor mientras este le follaba doblemente y metía en su boca una replica demasiado real de una enorme polla.

A aquella maestría, a aquel dejarse llevar más allá de lo que sabía era capaz adjudicaba su error, le había abierto, y no solo físicamente, sino también mentalmente. Después de recoger en su interior su semen el que no dejó que se escapara colocándole un pequeño plug anal, lo sentó sobre su regazo, no fue consciente de haber empezado a llorar en ningún momento. Pero cuando Richard le limpió las lágrimas fue consciente de que no era capaz de parar.

Ojalá hubiera podido evitarlo, ojalá no hubiera abierto esa puerta.

Sacudió su cabeza como queriendo evaporar los recuerdos, pero estos no se iban, el sonido de sus pisadas en el húmedo suelo de las calles de Londres le acompañaban en sus recuerdos, como una banda sonora, tac, tac, tac.

Richard besándole, tac, tac, tac. Lucas vomitando su angustia, tac, tac, tac. Richard abrazándole y haciéndole sentir más seguro y comprendido que nunca antes, ni antes ni con nadie.

No lo vio en ese momento, todo le superó, todo era más real y más etéreo de lo que había sido nunca, le acarició el pelo con una suavidad que no había tenido en ningún momento. Se sintió bien, se sintieron bien sus palabras de ánimo, su comprensión y su apoyo para que siguiera sus propios pasos no los que le habían marcado.

En ese momento supo que le amó, si él supiera lo que era amar, en ese momento amó a Richard con todo su ser y le besó lleno de ese sentimiento desconocido que daba un momento tan íntimo.

Richard le sostuvo entre sus brazos, fuerte y suave a la vez, le acunó y acarició, y no dejó de besarle.

Notaba como su polla se endurecía contra su cuerpo, y fue él mismo quien se sacó el plug anal sintiéndose resbaladizo y sentándose sobre Richard.

24 horas de sexo, de entrega y de nuevos sentimientos.

Pero después de despertar y compartir la intimidad de una comida que había preparado Richard, Lucas empezó a incomodarse.

Sugardaddy: Londres (I)Where stories live. Discover now