Capítulo 13

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David estaba mirando a John que dormía plácidamente en la cama de su hotel. Era increíble, algo con lo que tan solo se había atrevido a soñar y temía el momento en el que despertara de ese sueño.

La noche anterior había salido como era su costumbre, desde que John estaba en la ciudad la necesidad de llenar su cuerpo con el de otros era mayor. Dejarse hacer, olvidarse de él y, lo que menos pudo haber esperado fue, acabar entre sus brazos mecidos por la música del local, embrujado por sus ojos negros que le pedían olvidarse de ese David que había sido con él. John quería tenerlo, besarlo y follarlo. Y David se lo dio todo y un poco más.

Aún notaba sus labios por todo su cuerpo, sus manos desnudándolo con ansia y devorándolo como si fuera el alimento que tanto había necesitado.

¿Feliz? No sabría decirlo, todo había sido tan repentino que aún no lo asimilaba.

Los párpados de tupidas pestañas oscuras comenzaron a moverse, John estaba despertando y David contuvo la respiración.

No era el primer "a la mañana siguiente" que vivía, pero sin duda era el más importante.

No cerró sus ojos, no se hizo el dormido ni tapó su cuerpo que había sido tomado una y otra vez. David no se ocultaba.

El pestañeo somnoliento y finalmente la mirada de entendimiento. No necesitó mucho más. Del mismo modo en que había aprendido todas y cada una de las expresiones de John a lo largo de su vida, esta también la conocía.

Arrepentimiento, era una posibilidad, pero ojalá no hubiera sido la que sintiera.

Recogiendo su destrozado corazón, David trató de recomponerse para intentar salir de allí con un mínimo de dignidad.

John no dijo nada, solo lo miraba vestirse, tenía tantas ganas de llorar. Ya había intuido la noche anterior que no era a él a quien había estado buscando, pero la esperanza era lo último que se perdía.

Bueno, pues ya la había perdido. Un revolcón culpable. Eso era lo que había sido para John, para su amor platónico desde siempre.

—Me voy en unas horas—le dijo cuando estaba por irse y David asintió a la puerta.—Despídeme de Ethan.

—Claro.—Intentó contener el nudo en su garganta.

—David...—le llamó, no quería mirarle ese tono era claro y no quería mirarlo cuando le dijera las dichosas palabras, pero era lo malo de estar enamorado de alguien, que haces lo que él quiere aunque tú no quieras.

Le miró a los ojos, agarrándose a sí mismo, el golpe iba a ser duro.

—Lo siento...

—Por favor, no lo digas, no sigas—suplicó David, no podía escucharlo, que fue un error, que se arrepentía. No le había importado escucharlo otras veces pero esta, esta, tan solo no podía.

Cerró la puerta tras de sí, a veces que los sueños se cumplan no era ninguna maravilla, pensó tristemente.








Lucas estaba jadeando, el alba les había descubierto y Richard no le había dado el más mínimo descanso. Sentía su cuerpo exhausto y a la vez pletórico.

En cuanto había llegado a la dirección que Richard le había dado, su cuerpo le perteneció por completo. Nunca había sentido algo parecido por ninguno de sus amantes, y Lucas, no era alguien dócil en la cama.

Pero con sus manos, sus labios y esos ojos ambarinos le dominaba. Las palabras fueron escasas, pero precisas para llevarlo al límite.

Ese hombre parecía insaciable y le retaba a dar más y más cada vez. El sudor caía por su frente, su pelo rubio y suelto ondeaba al frenético ritmo de sus embestidas.

Sugardaddy: Londres (I)Where stories live. Discover now