Capítulo 36

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—Una cosa es que nos tenga vigilados, David, y otra esto—se quejó John a su novio.

David miró a Niko, veía tan absurdo que el tipo tuviera que estar siguiéndolos 20 metros por detrás cuando era obvio que iba a ir con ellos a todos lados, que pedirme que se uniera a su cena le pareció lo más lógico.

El ruso cuando David se lo propuso le miró extrañado, estaba claro que esa situación no solía darse de manera habitual. Pero le caía bien, y él estaba haciendo su trabajo.

Además se le notaba que tenía una vida social de mierda, y dudaba que entre sus colegas rusos que parecían claramente homofóbicos fuera a tener una noche amena.

—John—dijo David—, está solo, le obligan a vigilarnos, no es mal tipo...

—A este ritmo acabaremos adoptándolo.

Aunque John estaba molesto siempre acababa haciendo lo que David decía, porque solía ser muy pero que muy convincente, y porque se descubría incapaz de negarle nada. Y él lo sabía y lo usaba a su favor. Había tenido suerte de que David fuera una buena persona. Aunque eso significase llevar a un ruso con pinta de matón, que no engaña a nadie, como si fuera una mochila.

Entraron en el restaurante y vieron a Ethan. Desde que David se mudó con John se veían menos, John no dejaba de trabajar y David había comenzado las clases.

Esta vez había sido demasiado tiempo, dos meses y entre John y David le aplastaron en un abrazo apretado.

John miró al novio de Ethan, mal que le pesara siempre pensó que acabaría con Samuel. Pero Jules era un tipo simpático y que creía hacía feliz a su hermano. Pero independientemente de él, dudaba que algún novio de Ethan acabara de gustarle completamente.

Pero esa opinión se la guardaría para él, tenía claro que David le observaba de cerca. Y ya la había cagado a lo grande como para ponerse otra vez a hacer de hermano mayor psicópata.

Aún así, le dio una mirada seria, y no fue la primera.

Tanto Ethan como Jules se quedaron mirando al quinto en cuestión, Nikolai, la duda estaba clara.

—Es un amigo ruso que nos ha acompañado desde Edimburgo.—John rodó los ojos y Ethan lo miró con preocupación.—Se llama Niko y también es gay.

—Nikolai—dijo el ruso mirando con cara asesina a David, pero extendió la mano saludando a Ethan y por último a Jules—Y sí, soy gay.

Le sostuvo la mano por más tiempo del necesario y tanto David como Ethan se miraron, hacía meses, bastantes, contemplaron algo similar. Y los culpables estaban entrado por la puerta de la mano.



David pensó que quizás no había sido tan buena idea traer al adoptado, cuando el matón gay no le quitaba ojo a Jules. Pero mentiría si creyera que este fuera el candidato ideal para Ethan.

Seguía pensando que el sentimiento que tenían Ethan y Samuel necesitaba ser alimentado, engordado y dejarlo crecer. Pero ambos idiotas habían emprendido relaciones por separados.

Samuel no le engañaba, decía que era para seguir adelante, pero David sabía cómo evitaba situaciones en las que pudiera coincidir con Ethan, y su nuevo novio, como la de esa misma noche.

Richard y Lucas los saludaron, contra todo pronóstico esos dos seguían juntos, aunque para él, Lucas, seguía siendo incompresible. Era imposible que las pelotas de Richard no estuvieran congeladas de tirarse al rey del hielo. Pero en el poco tiempo de conocer a Richard, este parecía alguien realmente enamorado.

Sugardaddy: Londres (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora