Capítulo 34

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David estaba tan pegado a los azulejos de la ducha que iban a quedar marcas en su cara. Pero realmente le daba igual, porque el motivo por el que estaba tan apretado contra la pared era delicioso.

John arremetía tan profundo que sentía que estaba descubriendo territorio virgen dentro de él.

El sonido húmedo de sus cuerpos, del agua que aún caía sobre ellos, era relajante. El vapor era una mezcla entre el agua y el calor que ambos generaban. Y aún a pesar de la tensión en su cuerpo, también lo notaba laso.

—No voy a salir de ti nunca—gimió John en su oído.

A David le temblaron las piernas y fue aún más apretado contra la pared, John le estaba volviendo loco, profunda y lentamente loco.

—Más...—La fluidez en su lenguaje no daba para más.—Más.

Entre la pared y él, su polla, estaba tan aprisionada como todo él y John lo sabía.

Habían llegado al hotel, cansados, sí. Pero aún más necesitados del contacto entre ellos.

John no le había dado cancha, había tomado su boca, había acariciado su cuerpo, y David no se quejaba, para nada. Quería más, todo lo que pudiera tener de John.

Porque solo entre sus brazos se dejó ir. La tensión, el miedo que realmente había pasado, le golpearon.

John le alzó la pierna derecha entrando aún más dentro de él si era posible, sin el apoyo de la pared ya hubiera caído.

—Más—volvió a pedir, y esta vez John se lo concedió, y comenzó a follarle de verdad. Rápido, muy rápido. Y ahora no solo estaba pegado contra la pared, también mordía su propio labio con fuerza.

Le iba a tomar la palabra y no iba a dejarle salir nunca de él, apretó los músculos en su interior, queriendo atraparle para siempre.

Y John gimió mordiendo su hombro, las marcas que no consiguió en su secuestro se las iba a proporcionar él, y las iba a atesorar.

Estaba tan al borde que ni siquiera necesitó tocarse para correrse contra la pared cuando John lo hizo dentro de él.

Fue liberador, fue estupendo, y fue demoledor. Porque sin la tensión del sexo, su cuerpo ya sí era de gelatina. Sin las manos, los brazos de John, hubiera caído al suelo.

Este le brindó su cuerpo de apoyo mientras dejaba que el agua le limpiara.

En sus brazos, medio dormido, y aún sintiendo la humedad en su cuerpo, John le llevó a la cama.

Sentir su cuerpo contra la espalda, abrazándolo de una manera envolvente era muy agradable, pero David era incapaz de mantenerse despierto más tiempo.

Los besos, las caricias y las promesas se sentían lejanos, pero eran cálidos. Lo último que notó fueron las gotas que debían caer del pelo de John, pero no era agua escurriendo, sino las lágrimas de alivio de su pareja.





En otra cama la humedad no venía de lágrimas, ni del agua escurriendo de sus cabellos.

La humedad venía de los labios de Richard por su cuerpo, de los dedos que invasores le dilataban para introducirse en él con una suave capa de lubricante. De otra mano acariciando su polla hinchada.

Lucas despertó con uno de sus propios gemidos de placer.

Había echado de menos despertar entre los brazos de Richard, entre las atenciones de Richard, con la polla de Richard metida hasta las entrañas como en ese mismo momento.

Sugardaddy: Londres (I)Where stories live. Discover now