Prologo.

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Yiling, Yunmen Jiang, un pequeño poblado cerca de grandes montañas, entre ellas una de las más peligrosas y prohibidas, repleta de energía resentida y cadáveres por doquier, un pequeño hueco escavado por las manos de un niño pequeño en aquella montaña y lo primero que encontrarías serían restos humanos. A pesar de la amenaza de aquella montaña, esta era sellada por cultivadores de sectas prominentes, la secta de la cual pertenecía el pequeño poblado era Yunmeng Jiang. El lugar era acogedor y pintoresco a pesar de la cercanía de aquella montaña.

Como un día cualquiera, los vendedores abrían sus tiendas, y los mercaderes ambulantes acomodaban sus puestos en cualquier parte de las calles más transitadas. El día se veía como uno cualquiera, hasta que entre la gente común un grupo de atractivos hombres vestidos de elegantes túnicas moradas llegaron a preguntar entre la gente que pasaba con sus compras hasta los mismos comerciantes.

El atractivo hombre que los lideraba era un alfa, pero no cualquiera, era el mismo líder de la Secta Yunmeng Jiang. Alto, de largo y brillante cabello negro, peinado con un par de trenzas en los costados y un elegante moño adornado de un tocado de amatista y jade, dejando gran parte de su cabello suelto sobre su espalda, el elegante bordado frontal de su túnica era de un gran loto en un tono más oscuro. La túnica interna era de un negro cual noche haciendo resaltar los tonos morados de la túnica exterior, terminando con unas muñequeras de plata negra. En su cintura colgaba el emblema de la familia, la campana de loto de nueve pétalos, elaborada de la plata más clara y fina, al final de esta como decorado, una borla violeta, haciendo referencia a los colores de la secta. Aun con el elegante porte y el fuerte aroma a alfa pura sangre, el hombre mostraba un semblante tranquilo y una cálida sonrisa cuando hablaba suavemente a los pobladores.

Al inicio muchos se sintieron un poco intimidados, dado que la mayoría de los pueblerinos eran betas y solo un puñado de omegas o alfas de bajo nivel. Aquel hombre, acompañado de tres discípulos alfas, vestido de negro y morado, con campanas de plata en sus cinturas, tenían el rostro un poco más agresivo, más no despedían un aroma intimidante.

El líder, pasó por las calles más concurridas, siempre haciendo las mismas preguntas.

-¿Ha visto a un niño de alrededor de seis años?

-Su cabello es negro, de ojos grises y gran sonrisa.

El día avanzó, y el líder seguían sin encontrar a dicho niño, sus discípulos terminaron abarcando calles más adentro, para cubrir más terreno. Pero nada parecía dar resultados. Pensaba, decepcionado, que esa era otra ciudad donde no estaba el pequeño que tanto deseaba encontrar.

-Señor.

Una dulce voz le hizo voltear, no había nadie a su espalda, pero el leve tirón de sus ropas de hizo ver hacia abajo; una joven dama, posiblemente de la misma edad que de su hija mayor, tenía una simple túnica blanca, y en su espalda llevaba a un niño de apenas un año envuelto en una suave tela marrón. Con una sonrisa se inclinó frente a la pequeña, no tenía aroma significativo, es decir, era una beta.

-Yo he visto a ese niño que busca- Los ojos del líder parecieron iluminarse. La niña quedó fascinada por los claros ojos grises del alfa.

-¿Segura?- La alentó a seguir con una cálida voz.

-Sí, llegó hace poco menos de un mes a la ciudad. Suelo darle un bollo de carne cada dos días, siempre está durmiendo por ahí- Señaló un callejón donde parecían tirar basura del mercado- Sino, siempre está trepando árboles en los límites de la ciudad.

-Muchas gracias, pequeña- De la solapa de su túnica sacó una pequeña bolsita bordada llena de algunas cuantas piezas de plata, entregándosela a la niña.- Agradezco la información, cuídate y a tu hermano también- Acarició la cabeza de ambos niños antes de marcharse.

El omega de Yunmeng JiangDonde viven las historias. Descúbrelo ahora