Capítulo 3. ¡Dejarás de ser el discípulo de FengMian!

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Capítulo 3. ¡Dejarás de ser el discípulo de FengMian!

A la mañana siguiente Jiang Cheng mantuvo ocupado a Wei Ying junto con sus amigos, ya sea entrenando o jugando, y dado lo ocurrido el día anterior ninguno de ellos deseaba alejarse, especialmente Jiang Cheng, y si necesitaba irse por algún momento le encargaba a Hua Qiang y Li Rong que no se separaran de él hasta que volviera.

Wei Ying le molestaba diciendo que era un hermano sobre protector, ganándose algunos golpes amistosos en su cabeza o brazo.

Justo a medio día, Jiang Cheng se separó del grupo diciendo que tenía que hacer algunas cosas con su padre. Todos prometieron quedarse dentro de la secta y jugar un rato antes de la hora del almuerzo.

Jiang Cheng nunca olvidaría el día de ayer, se sentía molesto el solo recordarlo. Su padre le había llamado la atención de estar distraído casi al finalizar sus lecciones, pero era algo que no podía evitar, sentía que no podía respirar, que algo no estaba bien, iba a pedirle a su padre que mandara a algún discípulo a buscar a Wei Ying para la cena, pero antes de que siquiera dijera una palabra, sintió un cosquilleo recorrerle el cuello. Corrió fuera del pabellón, su padre se preocupó por su actitud y lo siguió. Escuchaba a su padre preguntarle qué sucedía, pero no respondió, preguntó rápidamente a uno de los guardias en turno por el paradero de Wei Ying, este le dijo que había escuchado que de nuevo hizo una travesura y escapó al pueblo, pero dada la hora él ya debería haber regresado.

Con eso Cheng, corrió fuera del embarcadero, FengMian fue a seguirlo en compañía de otros dos discípulos mayores, lo poco que logró escuchar del guardia fue que Wei Ying aun no volvía a casa y eso era algo para preocuparse. Cheng corrió por las calles, viendo varios puesto abiertos, en su mayoría casas de té, restaurantes y tiendas de licor; instintivamente alzó la nariz buscando algún rastro del aroma de Wei Ying, pero no lo encontró entre tantos olores.

Con calma caminó del mercado de regreso al embarcadero, siguiendo el camino que siempre tomaba, tal vez se había topado con un perro,  se desvió y ahora estaba atrapado en algún árbol. Cuando vio a lo lejos uno de los muros de la secta, captó el ligero aroma de Wei Ying en ese punto acompañado de otro dos que no reconocía, estaba por pedirle a su padre que lo ayudara a buscarlo dividiéndose en los dos callejones que estaban a sus flancos, pero escuchó una voz. Era Wei Ying, le dijo a su padre, pero este le dijo que no escuchó nada, aun así este le dijo que siguiera a donde había escuchado esa "voz".

La urgencia por llegar a donde Wei Ying lo llamaba fue tal que corrió tan rápido que se alejó de su padre, y lleno de furia vio a su pequeño hermano bajo el pie de un alfa adulto y otro a su lado, el solo hecho que le tocaran hizo que la sed de sangre recorriera su cuerpo. De su cintura tomó el pequeño látigo con el cual había entrenado esa tarde antes de las lecciones de su padre, y sorprendentemente dejó correr su energía espiritual sobre esta, creando una versión pequeña, pero no menos amenazante de ZiDian. Vio todo rojo y no supo lo que estaba haciendo hasta que Wei Ying volvió a llamarlo, ya no estaba en el suelo atado, estaba a lado de otro alfa, iba a atacarlo, pero reconoció las prendas de la secta; se limitó a resguardar a su hermano en sus brazos, sin entender el sentimiento que le recorrió hace un momento, ni la razón de querer ocultar a Wei Ying en su habitación para que nadie lo lastimara, no lo entendió.

Después de dejar a Wei Ying en su habitación para que se aseara y lo curaran, se aventuró hasta la prisión donde su padre estaba junto a los otros dos alfas. Las manos de su padre estaban rojas y tenían sangre, y al ver a los alfas con los rostro desfigurados, no le sorprendió, sintió que el mismo debía de romperles las piernas a ambos con sus propias manos.

Esa noche tuvo una larga conversación con su padre, con respecto a lo sucedido.

Wei Ying, su querido hermano, era un omega, eso lo sabía, pero no entendía el término. Su padre le explicó que los omegas son por naturaleza los compañeros de vida de los alfas, pero que la sociedad hace muchos años los consideraban simples incubadoras para tener alfas o más omegas, mucho de esos omegas eran vendidos si las familias deseaban una buena cantidad de dinero o ya sea para tener relación con alguna familia rica, todo esto se hacía sin consentimiento de los omegas. Las omegas mujeres no sufrieron tanto, pues al tener una naturaleza "normal", su belleza y aroma era lo que las distinguía de las betas, muchas tuvieron una buena vida, pero los omegas masculinos era otra historia, eran considerados abominaciones, pues tenían el cuerpo de un hombre con la capacidad de concebir. Estos omegas eran muy hermoso y a simple vista se les confundían con mujeres por su pequeño tamaño, estrechas cinturas y grandes caderas; ellos eran vendidos como si fueran mercancías, eran obligados a parir los hijos de diferentes alfas de manera consecutiva, si su "dueño" así lo deseaba, muchos morían jóvenes dado el abuso a sus cuerpos, o bien, decidían quitarse la vida.

El omega de Yunmeng JiangWhere stories live. Discover now