11: "En la boca del lobo"

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- Aquí tienes tu batido de vainilla y tu café grande amargo. - dice el joven que atiende la cafetería, extendiéndome ambos vasos.

- Gracias. - digo agarrándolos.

Salgo del negocio y me dirijo hacia donde mi hermano me aguarda con Bobby. Vinimos los tres a la playa y acepté venir con la condición de que nos quedemos en el límite entre donde empieza la arena y donde esta el asfalto del sendero para caminar.

Distingo a mi hermano hablando con el chico pelirrojo de la otra vez.

- Diablos. - digo por lo bajo. Estaba por darme la media vuelta para volver a la cafetería, cuando cruzo mirada con mi hermano y me hace seña para que me acerque. - Diablos.

Suspiro y camino hacia ellos. Le extiendo a mi hermano su batido, el lo agarra.

- Hola Gabe. - dice el pelirrojo con una sonrisa.

- Hola. - digo. Diablos, no recuerdo su nombre.

- Nathan venía a invitarnos a una fiesta. - dice René.

Grandioso. Ahora el idiota de René me obligará a ir.

- Genial. - digo, tratando de ocultar mi sarcasmo.

- Asombroso. Te enviaré la dirección. Verán lo que es una verdadera fiesta en California.

- Muero por verlo. - dice mi hermano con una sonrisa.

- Nos vemos a la noche, los espero. - dice. Nos dedica una sonrisa y se da la vuelta alejándose.

- ¿Cuanto tengo que pagarte para que no me arrastres ahí? - pregunto. - Juro que te daré mi riñón si alguna vez lo necesitas.

- Por favor Gabe. - dice suplicante. - No puedo llegar solo, no conozco a nadie. No me abandones hermano.

- No me lo digas así, que sabes que me siento mal al negarme. - digo con fastidio.

- Anda. - vuelve a decir suplicante. - Es horrible llegar solo a un lugar desconocido y con gente desconocida.

- ¿Realmente quieres ir? - pregunto.

- Si, no te imaginas las ganas que tengo de ir.

Si hay una persona a la que no puedo decirle que no, es a mi hermano.

Suspiro. - Bueno. - digo no muy animado. - Pero me voy a quejar a cada rato.

- Eres el mejor. - dice abrazándome aferrado a mi cuello.

- Sueltame, que me debes una.

- Lo que sea, cuando quieras, donde sea. - dice.

Vuelvo a suspirar. - No puedo creer que nos vamos a meter en la boca del lobo.

- No todos son malos. Nathan me agrada, es simpático.

- Si tu lo dices...

*******

La noche llegó.

Ambos nos terminamos de vestir.

- Estas loco. - digo. - ¡Es una fiesta!

- Naomi nos dejó las llaves para que la usemos cuando queramos. - dice René con la llave de la camioneta en la mano.

- ¿Tienes ideas de cuanto sale esa camioneta? Le llega a pasar algo y nos matarán.

- No exageres. - dice.

- No exagero. La gente de por sí es estupida en su estado natural, imagínate estando ebrios. - digo. - Si vamos en el auto, yo no voy. No es negociable René. Tu decides. Yo o el auto.

Déjalos que HablenWhere stories live. Discover now