Abro los ojos al sentir la claridad darme en la cara.
- Despierta bella durmiente. - oigo la voz de René.
- Me estás empezado a cansar René. - digo tapando mi cara con la almohada.
- Anda, que es un día hermoso. - dice. Me saca la almohada de la cara, veo que lo tengo a mi lado mirándome. - Vamos, dije. - agrega en tono firme.
Suspiro. Comienza a sonar el celular de mi hermano. Lo saca de su bolsillo.
- ¿Nueva novia? - digo divertido. - ¿O tu nuevo mejor amigo?
- Cállate, que son nuestros padres. - dice. - Hola Pa. - habla por su celular. - Todo en orden.
Me levanto de la cama y me dirijo al baño.
Lavo mi cara y comienzo a cepillarme los dientes. Al pasar el cepillo por el frente de mis dientes, siento un dolor. Con la yema de mi dedo me hago hacia abajo el labio inferior y veo que tengo pequeños moretones.
- Maldito salvaje. - digo por lo bajo.
Sigo sin entender que demonios le sucedió anoche.
Mi corazón se acelera al abrirse la puerta del baño de golpe.
- Quieren hablar contigo. - dice René extendiendome su celular.
- ¿¡Es que ya no tocas!? - grito molesto. Agarro el celular con brusquedad.
*Llamada*
- Hola pequeño. - dice Pa al otro lado de la línea.
- Hola Pa. - digo saliendo del baño.
- ¿Que tal va todo? - pregunta.
- Saben, creo que la escuela militar hubiera sido un plan menos horrible. - digo. El ríe. - Estoy en una dictadura.
- Tu eres muy difícil. - dice René desde su habitación.
- Hablo con Pa, no contigo René Hitler. - digo entrando a mi habitación.
Pa ríe. - Los extraño.
- Ven por nosotros entonces. - digo y me siento en el borde de la cama.
Vuelve a reír. - Buen intento. Tu hermano mencionó algo que se hicieron amigos.
- No lo digas como si fuera el primer día del jardín de niños. - digo.
- Para un padre es muy importante que sus hijos hagan amistades. A veces uno no toma dimensión de lo mucho que cambia la vida luego de conocer a ciertas personas, y que en su momento no sabías que se volverían parte importante de tu vida. Hace bien al alma tener de esos amigos que se vuelven familia, todos los necesitamos.
- Supongo...
- Ya verás. Eres muy joven aún, pero existen personas buenas.
- Hablando de juventud... Fuimos a la empresa del abuelo.
- ¿A si? - dice con emoción. - ¿Y qué opinas?
- Es enorme, te quita el aliento verla desde afuera.
Ríe. - Si. Así la recuerdo.
- Había una fotografía en la que estabas tú.
- ¿Y qué tal me veía? - dice divertido.
- Igual que ahora. Solo que algo más joven y con el cabello más claro y largo. Eras todo un galán y según oí volvías locas a las chicas.
Ríe. - Puede ser. A mi solo me interesaba una persona.
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Déjalos que Hablen
Teen FictionTodo marchaba relativamente bien en tu vida, hasta que tus padres te obligan a cuidar la casa de tu tío durante sus vacaciones, en una ciudad diferente y quien tiene que echarte un vistazo de vez en cuando es el vecino de enfrente; un apuesto hombre...