1- Siempre llueve los días importantes

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Parpadeé repetidas veces viendo la figura recortada por una luz tenue que le daba en la espalda.

-No -murmuré, contundente como quien dice una obviedad.

-¿No? -repitió, sorprendido. Sus pestañas se movían rápido tratando de que las gotas pesadas de lluvia no se le metieran en los ojos-. No.

-No -repetí, di un paso atrás, dubitativa, y cerré la puerta enorme de madera.

Llené el pecho de aire y apoyé la espalda contra la puerta cerrada. Pasó lo que se me antojaron un montón de minutos demasiado largos, y una sensación vertiginosa comenzó a apremiar en mi estómago. Del otro lado no parecía oírse nada, así que me giré y apoyé la oreja en la puerta. Pegué un respingo automáticamente cuando la persona del otro lado volvió a aporrear la puerta con fuerza.

-¡Vete! -exclamé-. ¡No te conozco!

-¡La Sr. Lee si me conoce! ¡Ya déjame pasar, me estoy empapando aquí afuera!

-¡Mi tía no está aquí ahora! -exclamé, mordiéndome los labios con fuerza tras haberlo dicho. Me sentía terrible por dejarlo afuera pero... no podía dejar entrar a un extraño, ¿o sí?

-¡Ella dijo que vendrías! ¡Eres su sobrina! ¿Verdad? ¡Tu nombre es Sofi y vienes de Seúl! -hizo una pausa. Oí que soltaba un quejido un agudo-. ¡Trabajo para tu tía, déjame pasar!

Tomé aire nuevamente y abrí un poco la puerta, lo suficiente para asomar mi rostro. El muchacho, del otro lado, tenía una mano apoyada en la pared junto a la puerta y otra en la misma; toda su gestualidad me gritaba ayuda. Me fijé en que tenía el cabello oscuro, casi tan negro como sus ojos gatunos. Llevaba un hoddie, con la capucha alzada, y una campera impermeable sobre éste que no estaba haciendo gran trabajo en contenerlo de la lluvia. 

Oí un trueno, justo detrás de él, uno tan fuerte como lo anteriores, y ambos nos encorvamos al mismo tiempo del susto.

-Pasa -murmuré, abriendo la puerta.

El muchacho no tardó en entrar y soltar un suspiro de alivio, quitándose la campera empapada y las zapatillas y medias en la entrada. Me fijé en que absolutamente toda su ropa iba muy mojada, pero no podía ser del todo cariñosa con un completo desconocido. No se veía, realmente, como un pervertido pero... ¿Los pervertidos acaso se veían de alguna manera?

-No voy a asesinarte, deja de mirarme así -murmuró. Parecía molesto, su expresión no era la de una persona a la que le acabas de dar cobijo de la lluvia en tu propia casa. Me crucé de brazos y me miré los pies, esperando a que siguiera hablando. Para mi suerte, lo hizo-. Trabajo con tu tía hace cinco años como mínimo, mi familia tiene una maderera. Le traigo leña y algarrobo a la Sra. Lee todos los jueves.

-Es lunes -murmuré, volviendo la vista hacia él. Al bajar la mirada noté que sostenía un pesado paquete en una de sus manos, que dejó en el suelo ni bien se fijó en que lo estaba viendo. Dentro pude divisar, como bien había dicho él, un par de... bueno, de ramas.

-Mi madre creyó que necesitaría avivar su fuego por la lluvia, hoy hace muchísimo más frío de lo habitual -el muchacho, que hasta ese momento había estado ocupado doblando su campera y tratando de secar en vano sus jeans empapados, levantó la mirada de repente. Me miró un segundo, un rato bastante largo que me puso un poco incómoda, y volvió a apartar la mirada-. ¿Te molesta si me quedo aquí hasta que cese un poco la lluvia? Puedo quedarme junto a la puerta si te incomoda.

Descrucé lentamente los brazos.

-N-no, está bien -relamí mis labios y me fijé en sus pies completamente desnudos sobre el parque frío-. Vas a enfermarte. Espera, subiré a buscarte un par de medias y pantuflas.

How Soon is Now? [Min Yoongi]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora