8- La cita del Puerto

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Cuando el muchacho estacionó la motocicleta a centímetros de la valla de metal que separaba donde terminaba el suelo de cemento y el precipicio al mar que, a esas horas, parecía chocar contra las rocas debajo como si hubiera una tormenta que quisiera anunciar algún mal presagio; no pude menos que seguir sujeta a él con toda mis fuerzas. El muchacho giró la cabeza, aunque sin verme, y se aclaró la garganta. 

-Oye, ¿te encuentras bien?

-Sí -murmuré, soltándome de él en la posición más rígida del universo. ¿Tan dura había estado todo el camino? Sentía que si me movía se me rompería algún hueso, yacía tan inmóvil que a esa altura me había contracturado absolutamente todos los hombros. Bajé los brazos. Me sentía completamente agarrotada y entumecida. ¡El muchacho había prácticamente volado sobre su motocicleta! No había sido un tranquilo paseo, había durado lo que tarda uno en parpadear porque había pisado completamente a fondo el acelerador. Cada que giraba, mi muslo casi que tocaba el asfalto. Andaba demasiado cerca de la cuneta y pasaba a escasos centímetros de los autos estacionados. Un paso en falso, un mal movimiento, un desliz y habríamos volado sobre la calle en un accidente que habría podido ser fatal.

La verdad es que había sido un viaje absolutamente aterrador.

Cuando el muchacho se paró junto a mi y me quitó el casco de la cabeza casi que pude sentir mis mejillas completamente rojas.

Había sido un viaje absolutamente aterrador y probablemente una de las situaciones más llenas de adrenalina que había vivido en mi vida. 

-¿Te encuentras bien?

-Ahora mismo estoy absolutamente segura de dos cosas. La primera es que no quiero hacer eso nunca más en mi vida. Y la segunda -solté una risita como si dejara escapar el aire que hubiera estado conteniendo todo ese rato-. Estoy ansiosa por repetirlo.

El muchacho se rió y mordisqueó su labio inferior, como si lo hubiera puesto nervioso. Aunque sus ojos decían todo lo contrario: tenía la mirada segura como aquella gente que sabe lo que quiere.

Suspiré y me bajé como pude. Sentía todos los músculos de mi cuerpo rígidos de la impresión, y sin embargo mi corazón se desbordaba de felicidad. Había sido absolutamente asombroso.

Me abracé a mi misma y caminé hasta la valla, viendo el mar oscuro del otro lado. La luna, en lo alto, se veía mas grande y redonda de los habitual. Estaba llena, por cierto. En algunas teorías astrológicas, la luna llena ponía a la gente más intensa de lo habitual, abierta a hacer y decir cosas que tal vez en otra oportunidad no irían. ¿Sería otro augurio de una noche abrumadora?

-Qué hermosa -dije, mirandola fijamente. Mi madre tenía una afición bastante cercana con las energías, la astrología, los cristales, velas y todas esas prácticas que se asemejaban más bien a las religiones paganas. Lo sabía porque mi padre aún conservaba en su biblioteca muchos de sus libros, la mayoría de ellos de técnicas de sanación por medio de plantas medicinales y cultos a los Dioses. A él siempre le había parecido una bonita metáfora que yo estudiara medicina; como si de alguna forma quisiera seguir con el linaje de chamana de mi madre-. ¿Sientes que la luna influye en tu comportamiento?

-No sé si creo en esas cosas. Pero estoy de acuerdo en que lo que veo es hermoso -murmuró, y cuando me giré vi que me estaba mirando directamente a mi.

Le dirigí una sonrisa apretada, mirando la punta de mis pies. Era demasiado directo, me sentía apabullada. Luego del beso de la noche anterior de Yoongi, la mirada penetrante de Hoseok me ponía las piernas débiles. ¿Acaso todos los chicos en aquel valle eran así de directos y espontáneos? Me daba un poco de miedo cuán deprisa estaban pasando las cosas.

How Soon is Now? [Min Yoongi]©Where stories live. Discover now