How Soon is Now? [Min Yoongi]©

15- I love you Daddy

Me senté con la barbilla apoyada en el borde de la mesa, embelesada viendo cómo el chico que preparaba las bebidas mezclaba ron con algo azul. El muchacho bailaba mientras se movía, las luces dibujando formas en su blusa blanca. Tomó un puñado de hojas de menta y alzó las mano para golpearlas, rompiendo la menta en un aplauso entre sus manos.

-¡Faa! -exclamé, en español.

El chico sonrió con ojos y todo y metió la menta en el vaso, para luego meter una cucharilla de metal de éstas larguísimas y revolver el contenido con el hielo. Luego me pasó el vaso.

-Qué buen servicio -dije, enderezándome en mi asiento y tomando el vaso para darle un trago, feliz. Cuando me separé del vaso de vidrio vi mi labial rojo allí marcado. Una excelente canción estaba sonando en ese momento. Comencé a mover mi cabeza y cabello y me dio un ataque de risa, de esos ataques de risa que te dan cuando estás muy, muy, muy feliz y no puedes contenerlo más-. Psycho killer, fa fa fa faar better...

-¿Crees que deberíamos dejarla tomar tanto? -preguntó Jin a Namjoon a mi lado, viéndome con cara de preocupación.

-No eres su madre, Seokjinnie... 

-Se supone que tengo que llevarla a su casa.

-Oh, el príncipe Jin -soltó Namjoon, medio en burla medio coqueteando. Jin lo miró sonriendo y mordiéndose el labio inferior, para al final soltar una carcajada.

Mientras me movía todo mi cuerpo y mi cabeza a un lado y al otro al ritmo de la música, entre las luces y mi bebida azul, mi teléfono sobre la barra comenzó a vibrar, moviéndose sobre la madera. Fijé la mirada en el teléfono, frunciendo el ceño, y lo levanté. Tras desbloquearlo, leí su mensaje desde la barra de notificaciónes.

He sido un increíble imbécil, y lo siento muchísimo. Déjame compensártelo

Parpadeé, abriendo el chat. Parecía que ese día todos se querían disculpar conmigo.

Miré hacia la nada.

Todos menos la única persona de la que quiero una explicación.

 Volví la vista al teléfono y tecleé rápido.

Eh, Jimin, estoy en una fiesta

Te apetece venir?

Envíame las coordenadas

Le envié mi ubicación por móvil y volví a bloquear mi teléfono para seguir bailando al ritmo de la música en mi asiento. 

El chico que hacía los tragos batía algo mientras me miraba con una sonrisa.

Le hice ojitos y moví los hombros, coqueta, mientras acercaba mis labios al soberte del trago.

Le vi bajar del coche casi en cámara lenta. Abrió la puerta del coche negro reluciente y la cerró. Miró hacia sus dos costados y levantó una mano para tirar su cabello rubio hacia atrás. Sus ojos fuertemente delineados con negro, sus labios hinchados y rosados entreabiertos. Comenzó a caminar hacia mi. El viento abrió un poco su camisa bordó y la chaqueta negra se le cayó de un hombro. Tenía un pequeño pañuelo ajustado al cuello, y unos pantalones negros de cuero que se le pegaban a los muslos que no tenían nada que envidiarle a nadie. Cuando me vio, sonrió. Sonrió lenta y seductoramente, con la mirada filosa. Me miró, entonces, de arriba a abajo. Sus ojos pasaron de la amabilidad a la perversión en menos de un segundo. Alzó una mano para arremangarse la chaqueta del brazo y su reloj de oro brilló bajo farolas de la calle. Levantó la barbilla y pasó la lengua por su labio inferior antes de morderlo suavemente.