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Por fin me han desatado de la silla y me cubrieron los ojos hasta llegar a una habitación con una cama y un baño.

Me han quitado mis zapatos, mi celular, mis joyas, incluso mi broche de cabello y mi bolso. Me quedo simplemente con la sencilla minifalda que llevaba, lo cual está haciendo que muera de frío. Me tiemblan las manos y las piernas del miedo, y apenas me he podido calmar para dejar de llorar y respirar un poco. La habitación está en colores morados apagados, como si hace años hubiera pertenecido a alguien, y desde entonces no ha sido vuelta a tocar. Tiene un cuadro colgado en la pared, pero está deteriorado, y el armario, que ya he mirado, está vacío y lleno de polvo. Todo se ve abandonado.

La puerta se abre abruptamente dejando ver a la chica que me engaño con las cajas. Al entrar, me pego lo más posible a la pared que tengo detrás. Ya no quiero que me toquen, me aten, o que siquiera se acerquen a mi..

—Ven conmigo.— Me jala fuertemente del brazo lo que causa que gima de dolor. Me cubre los ojos de nuevo. Trato de seguirle el paso para que no me arrastre pero me es difícil al no ver por donde camino.

Y es así como en un pequeño tropiezo siento como caigo por unas escaleras.

—Ups, olvide decirte que había un escalón.— No puedo levantarme del dolor, siento todos los huesos en mi cuerpo doler, pero ella me jala de nuevo para levantarme y seguir caminando, lo cual empeora el dolor al mil porciento, estoy segura de que algo se me ha roto. Como puedo, tomo nota del recorrido, ahora ya se que la habitación está en el piso de arriba.

Escucho una puerta cerrarse y soy sentada de nuevo en otra silla, esta vez me esposan, siento el frío metal contra mis manos. Debo decir que el frío metal es algo reconfortante ante las cortadas alrededor de mis muñecas debido a cuanto las jale.

Escucho silencio, y después, —Primero que nada, me gustaría presentarme oficialmente ante todos. Mi nombre es Tres, pero ustedes pueden llamarme ladrón, asesino, monstruo, como quieran. Y también me gustaría saludar cordialmente a todos los que nos están viendo, ciudadanos, policía, familiares y amigos de la pequeña Avrey. Yo quisiera saber, ¿Qué es lo que la hace tan especial? ¿Por qué todos la buscan?— Es él de nuevo. —Así están las cosas, y esto va para usted, señor Caswell, yo no quiero su dinero, a eso ya tengo acceso. Yo solo quiero divertirme. Así que porque no se sienta y se relaja un poco.

Alguien me quita la venda de los ojos y puedo ver la cámara frente a mi. Lloro de nuevo, tienen que ver mi dolor, vengan por mi. Al mirar hacía él, me doy cuenta que hay una pistola apuntando directo a mi sien de nuevo, me hielo, trato de no llorar, pero no lo consigo. Estoy muerta del miedo.

—El primero en mi lista que será el afortunado de empezar ya está conmigo esperando su turno.— ¿Tiene a alguien más? —Les daré una pista, miren a su alrededor, alguien debe de faltarles. Nos vemos mañana.

—No, ¡no!— Lloro cuando la grabación termina. No quiero estar aquí, ¿por qué? ¿por qué a mí?

—Tranquila, ya verás que te vas a divertir.— Se acerca demasiado a mi que me da asco. —Tanto tiempo observando de lejos, y ahora por fin te tengo cerca.— Me coloca el cabello detrás de la ojera con la pistola y toma mi rostro con una mano. —Eres hermosa, ¿lo sabías?

Algo parece hacerlo reír y su pulgar se pasa por mi labio inferior tembloroso.

—Claro que lo sabías, eres Avrey Caswell, ¡joder!— Se aleja de mí y parece calmarse, algo lo molestó, o frustró, no puedo ver claramente bajo la tenue luz.

—¿Quién es?— Pregunto asustada.

—¿Disculpa?— Dice mirándome de nuevo.

—¿Quien es el primero en tu lista?— No puedo ver gente sufrir, no por mi.

—Ya lo verás.— Camina en círculos por toda la habitación como si estuviera pensando en algo. —Preparate, nos vamos en unos minutos.

Sin decir más, me deja ahí sola. Comienzo a mover mis manos pero me deténgo al momento de sentir el dolor en mis muñecas. Estoy exhausta de llorar pero parece ser lo único que puedo hacer ahora. Justo al mirar abajo me doy cuenta que no ha atado mis pies. Una idea loca se me viene a la mente. Me esfuerzo para levantarme de la silla y lo logró, pero esta sigue atada a mis manos.

Respiro hondo y corro de espaldas hacía la pared, haciendo un gran ruido al crujir la silla, pero nada más pasa.

Vamos Avrey, tú puedes.

El dolor previo que la caída de las escaleras había causado se hace presente lo cual me hace gritar del dolor pero lo suprimo. Estoy segura que al menos hay una costilla rota.
Respiro hondo y me concentro. Claro que puedo. Corro rápidamente hacía atrás cargando todo mi peso y la silla se rompe al hacer contacto con la pared. Sonrió ante mi triunfo. Mis manos siguen esposadas a mi espalda, me levantó ignorando el terrible dolor en mi espalda que casi me deja sin respirar y la sangre que ahora cae por mi espalda. Camino lentamente hacía la puerta y esta hacía ruido al abrirla. Mierda.

—Hija de perra.— La chica me mira desde el corredor, un largo y oscuro corredor. Es más rápida que yo así que en un instante me tiene bajo su agarre.

—¿A dónde crees que ibas, hermosa?— La escalofriante voz de él me hace entrar en pánico. Me odiará más por esto.

Mi cabeza es cubierta por una bolsa negra y me levantan a las fuerzas. Camino como puedo y sé que he salido al sentir el aire chocar contra mi cuerpo. Está helado afuera. Parece que la primavera también está muerta de miedo y ha desaparecido.

Subimos a un auto y alguien empieza a conducir.

—Cinco, aquí Doce. Ya estamos en camino, ¿está todo listo?— La voz de la chica habla. ¿Doce dijo? Supongo que habla por teléfono por lo que no escucho la respuesta de a quién habla. —Perfecto, preparen las cámaras, todo el jodido país será espectador del show.— Dice antes de colgar.

Hago un recuento, hasta ahora se mencionan tres nombres. Cinco, Doce, y Tres.

—¿Y?— Él habla delante de mí, por lo que supongo que está en el asiento de conductor.

—Todo está en su lugar.— El silencio después es aterrador. Empiezo a respirar rápidamente, estoy demasiado asustada. Quiero que todo esto pare ya.

—Deja de llorar niña, me empiezas a cansar.— Habla con su voz grave y aterradora. Respiro hondo y contengo el llanto, no quiero empeorar las cosas. Por lo que se, debe de haber al menos una pistola en este automóvil lista para matarme en cualquier momento.

El auto se detiene y alguien me saca bruscamente de este. Entramos a un lugar aún más frío que afuera y entramos a lo que supongo es un elevador. Es un movimiento extraño. Soy empujada otra vez para caminar.

—Necesito que colabores, compórtate y se una chica buena, si no habrá más consecuencias, y no queremos eso, ¿verdad?— Asiento como puedo y la bolsa es retirada. Conozco este lugar perfectamente.

Es el edificio de mi padre, el edificio de la compañía. La puerta delante de mí se abre dejándome ver el último piso. Estamos en el helipuerto.

Me va a aventar.

Yo no quiero morir así. —¡Por favor no! No lo hagas, por favor.— Suplico a llantos. No puede hacerme esto.

—Oh no, este premio no es para ti. Esta guardado para alguien más.— La puerta por donde yo salí se abre de nuevo, y saliendo de esta está un tipo con un pasamontañas negro y una chica con la cabeza tapada.

—Yo que tú empiezo a adivinar.— Dice y en el momento saca su pistola y la coloca contra mi cuello.

La chica que se hace llamar Doce saca su teléfono y habla.

—¿911? Hay una chica en el techo de la compañía Caswell. ¡Creo que se va a aventar!— Dice y cuelga. Comienza a sonreír de una manera escalofriante. En un instante se escuchan las sirenas de la policía.

Sólo hay una posible respuesta a quién se esconde bajó la bolsa, reconocería ese cuerpo hasta en mis sueños, ha estado a mi lado por casi toda mi vida. Y la simple respuesta me hace gritar.

Money Heist | (completada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora