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—¿Q-qué?— La voz se me corta al hablar.

El parece arrepentirse de lo que acaba de decir. —Eso es todo lo que necesitas saber por ahora.

Comienza a caminar escaleras abajo y yo lo sigo.

—Estas mintiendo. No es verdad.— Digo mientras una lagrima quiere salir.

—Avrey...— Él habla.

—¡Estás mintiendo!— Digo interrumpiéndolo.

—¡¿Tu crees que mentiría con algo así?! Puedo ser un asesino, sí. Pero jamás un metiroso. ¿Crees que si fuera mentira haría todo lo que hago?— Me mira muy seriamente.

No puede ser cierto, no es cierto. Mi papá... Él no pudo haber hecho eso.

La respiración se me corta y me tengo que sentar para prevenir el ataque de pánico. Comienzo a llorar. No me importa.

—... mi papá no es capaz de matar a nadie.— Digo en un hilo de voz.

—Yo creo que sí, ¿O tenemos que visitar el cementerio para verificarlo?— Dice ofendido.

Es real, tiene que ser real. ¿Por qué otra razón me tendría aquí? Pero no lo quiero creer, no lo quiero aceptar. No es verdad, no es verdad, no es verdad.

—¿Ya se lo has dicho?— Doce aparece por el pasillo.

—No todo.— ¿Hay más? Claro que lo hay, mi padre no mataría a alguien sólo porqué si. Debe de haber una buena explicación.

—Cuéntamelo todo.

El me contempla por unos segundos. —No. No ahora. Ya llegará el momento. Por ahora me asegurare de hacer sufrir a ese hijo de perra. Y lo haré pagar por todo lo que me quitó.— Ahora está enojado. Camina hecho una furia hacía el sotano y regresa con una mochila negra. —Vamonos.

Doce me jala con ella hacía afuera y me venda los ojos. La camioneta negra ya estaba esperando afuera.

—Maneja hacía el centro de la ciudad.— El centro de la ciudad es un hermoso parque con un quiosco en el centro. Es bastante famoso por su tamaño y diversos eventos que han pasado en este.

Todo el camino ahí voy pensando en lo que podría pasar. No lo vi preparar nada pero es muy impredecible.

Cuando llegamos, me destapa los ojos y me lleva hasta el mero centro del parque. Me áta las manos detrás de mí y amarra mis pies con... joder, tiene que estar bromeando. Áta mis pies con explosivos.

Comienzo a temblar de los nervios, sería horrible morir de esta manera.

—Escuchame bien, si te mueves de aquí, vas a morir, ¿entendido?— Dice.

Tres toma a la fuerza en telefono de alguien que va pasando y marca un número. —¿Hola? 911, creo que la chica Caswell está en el parque central.— Y cuelga. Doce y el suben de nuevo a la camioneta y se van.

Al segundo escucho cientos de sirenas de policías y todos llegan conmigo.

—¡Alto! No se acerquen. Son explosivos.— Digo asustada. Veo a mi familia llegar unos minutos después y miro a mi padre, ¿eres capaz de hacer algo así?

—¡Avrey!— Mi madre grita entre llantos. Miro a mi alrededor. Todos esperan que algo pase, el silencio es matador. De repente, el teléfono de mi padre suena y todos lo miran.

El contesta y se torna serio. Es él. Es Tres.

—¿Que quieres?— Dice mi padre muy seriamente. Parecen conversar por unos minutos y mi padre por fin cuelga.

Todos lo miran expectante y el comienza a caminar lentamente hacía mi.

—No papá, ¿que haces?— Digo confundida.

—Tranquila hija. No te muevas.— Dice cada vez más cerca.

—No, ¡no papá!— Él tomará mi lugar.

Una vez a mi lado, toca un botón que seguramente Tres le indico y la bomba comienza a contar hacía atras.

—Corre hija, huye.— Sus palabras son lo único que escucho y es exactamente lo que hago. Corro. No se hacía donde, pero corro.

Mis piernas corren por mi.

Espera, ¿que estoy haciendo?

Yo no soy así, yo no dejare morir a mi padre por mi.

Miro hacía atrás y corro en su dirección.

—¡Avrey no! ¡Huye!— Dice enojado. No le hago caso y escucho a todos los policías gritar que me aleje. No los escucho.

Llego hasta él y lo abrazo. Si el muere yo también. No dejaré que nadie más muera por mi culpa.

—5...4...3...2...—Respiro profundo. No dolera. –...1.

Espero el dolor. Pero esté nunca llega.

—¿Qué?— Miro a mi alrededor. ¿Que ha pasado?

Mi padre también me mira. Apenas caigo en cuenta de que él estaba llorando. Jamás lo había visto llorar.

El sonido de una metralleta hace que me agache y me cubro la cabeza con mis brazos. Todos los policías comienzan a disparar.

Balazos por todos lados. Y con cada uno brinco del susto pensando que me ha dado.

Alguien me toma del brazo y me jala. Me están salvando. Voy a ser salvada. Corro junto con esa persona y al mirar al frente veo que se trata de Doce.

No, no, no. Trato de safarme de su agarre pero ella es más fuerte. Me sube a la camioneta y esta arranca dejando atrás la balacera.

Tres no está.

Mi respiración aumenta al pensarlo.

¿Lo han capturado?

Money Heist | (completada)Where stories live. Discover now