5

683 40 1
                                    

—¿¡Maia!?— Mis pulmones gritan a todo poder.

—Felicidadess, has adivinado.— El dice detrás de mi. La bolsa es retirada dejándome ver a Maia con la boca cubierta y los ojos llorosos.

—¡Maia, no!— Cualquier movimiento en brusco y el podría disparar. —Déjala ir, porfavor. Matame a mi, pero déjala ir.— Lloro.

—¿Y matarte así de fácil? ¿Dónde esta lo divertido en eso?— Dice riendo. Escucho los gritos desde abajo. No tienen ni idea de lo que pasa arriba. La puerta empieza a a ser golpeada pero dos grandes sujetos la detienen. —Prosigámos, porfavor.

El tipo sosteniendo a Maia camina y se acerca a la orilla. Los ojos de Maia me miran suplicantes.

—¡Porfavor no lo hagas! ¡Déjala ir!— Mis gritos no parecen ser suficientes.

—Ahora.— Con un simple empujon el cuerpo de Maia cae.

Parece que cae por horas. Gritos y llantos se escuchan desde abajo. Pero no los puedo escuchar, los míos son más fuertes.

Caigo al piso. Grito, lloro, sufro. Maia, mi mejor amiga.

Duele, duele demasiado. La imagen de su cuerpo chocando contra el piso se repite una y otra vez en mi mente.

—¡Eres un monstruo!— Grito con toda la rabia del mundo. La vista se me nubla y el llanto me consume. Duele mucho.

Alguien me levanta a la fuerza y siento una aguja en mi cuello. Al instante todo se torna negro y caigo inconsiente.

***

Un sonido blanco y agudo me atraviesa. Trato de taparme los oídos para hacerlo parar pero parece venir de adentro de mi.

Estoy en mi cama. No en mi cama de verdad, pero en la cama de mi habitación, o celda, suena más adecuado. Los recuerdos me golpean cómo un cuchillo al corazón. Maia.
Siento como se me hunde el corazón, o lo que queda de él. La puerta es abierta pero esta vez con cuidado. Tres se sienta a la orilla de mi cama y yo me alejo de él lo más posible pero mis piernas no ceden para levantarme.

—¿Por qué?— Sigo entre susurros. —¿Por qué a mi?— Le pregunto suplicante.

—Ya lo entenderás algún día Avrey. Por ahora solo tienes que saber que... te estoy liberando. Ya no tienes que cargar con la carga de saber que Maia está preocupada por ti. Ahora sabes que ya no lo está.— Por un momento mi mente quiere pensar que si. Pero después me doy cuenta de lo horrible que es eso. El la mató, la asesino. Le quito una vida completa que tenía por delante.

—Eres un monstruo.— Digo con toda la ira del mundo.

—Me han llamado peores.— Mi comentario parece hacerlo reír.

—No debiste hacerlo...— Digo en un hilo de voz. —Prefiero vivir con la preocupación de que no sabe de mí a saber que esta... muerta.

—No, no sabes lo que dices. Ya verás que tarde o temprano entenderás.— Su mano me acaricia la cara y las lagrimas me delatan.

El asesino de mi mejor amiga esta sentado a mi lado, tocándome.

—Para, porfavor.— Digo cerrando los ojos con fuerza.

Los abro al ver que su mano se retira abruptamente y me mira confundido. Sus ojos me dejan sin habla, están llenos de miles y millones de emociones y por un momento me pregunto que es lo que en realidad pasa adentro de su cabeza. Su extraña y escalofriante cabeza. Que lo lleva a hacer las cosas que hace y por que.

—Somos muy parecidos, ¿sabes? Tu y yo.— Ahora esta completamente serio.

—Yo no tengo nada parecido a ti.— El simple hecho de pensarlo me causa nauseas.

—¿A no? Yo también trato de descifrarte cuando te miro a los ojos y no encuentro nada. Se tanto sobre ti y al mismo tiempo no se nada.— Respira hondo y mira hacia otro lado. —Duchate. Doce te dejo ropa sobre el inodoro. Y no se te ocurra hacer alguna cosa incoherente. Ya sabes lo que pasa.

Sale y asota la puerta detrás de él. Me quedo sentada unos minutos pensando en todo. No tengo idea de donde estoy y mi mejor amiga acaba de ser asesinada por un maniaco. Me arrastro a la ducha y me tomo más del tiempo necesario ahí. Mi cabello esta enredado y mis piernas estan llenas de moretones por todas las caídas tratando de caminar. Mi espalda esta casi inmóvil por haber roto la silla, pero el dolor interno es más fuerte.

Toda una vida juntas, tantas memorias. Teníamos todo planeado, al graduarnos, iríamos juntas a estudiar a Harvard, o Yale y tendríamos hijos al mismo tiempo para que estos crecieran juntos y ser una gran familia. Maia tenía todo su futuro por delante, un futuro brillante, y fue arrebatado por mi culpa. Ella murio por mi y por el estupido asesino.

Al salir, me seco y tomo la ropa puesta para mi. Unos pantalones y una blusa que claramente son de alguien más grande que yo, ya que me quedan muy holgados.

De repente escucho como alguien habla muy fuerte desde afuera. Tres y Doce están hablando, o discutiendo. Pego mi oreja para escuchar mejor.

—¡Yo te amo! De verdad te amo. ¿Qué puedo hacer para probartelo?— Dice Doce. ¿Cómo alguien podría amar a alguien como Tres?

—No necesito tu amor, joder.— El parece más enojado.

—¿Entonces sólo me quieres por el sexo? ¿Es eso?— Ella parece muy dolida.

—Tu lo dijiste.— Si alguien me dijera esas palabras a mi estaría bastante molesta. Las voces paran y yo espero a que algo pase. Mi mano involuntariamente gira la perilla, y para mi sorpresa esta se abre. Ambos me miran y Doce se limpia las lagrimas.

—Por fin, te estabamos esperando para la cena.— Habla Tres muy despreocupado. Camino cautelosamente hacia afuera. Antes no me dejaban ver el pasillo, y ahora tengo una vista completa de este. En frente mío hay otra puerta al igual que a mi derecha. Todo parece sacado de una película de miedo. Es escalofriante. Los sigo detrás al bajar las escaleras y llegamos a una cocina muy amplia y moderna. Cajas de pizza están puestas sobre la encimera y mi panza cruje de hambre, no he comido nada.

Me siento en la silla al lado de Doce, la verdad ella me aterroriza menos que Tres. Ellos comienzan a comer muy tranquilamente así que hago lo mismo. Como cómo si jamas hubiera comido pero ellos parecen no darse cuenta.

Recuerdo los días en que comía pizza con mi familia mientras veíamos películas. Maia adoraba la pizza... Miro a Tres. Su cabello marrón claro cae sobre sus ojos y no me deja verlos, pero no necesito verlo para odiarlo.

—Ya no tengo hambre, gracias.— No puedo estar ahí, comiendo pizza, conviviendo con el asesino de mi mejor amiga como si nada hubiera pasado. Me encierro de nuevo y en dos instantes el sueño me gana.

Money Heist | (completada)Where stories live. Discover now