❝ My Strawberry Princess ❞ || MiChaeng

→ Mal padre

Tensión. Eso es lo único que se sentía en la sala de estar de los Son. Ambas familias estaban separadas, mirándose fijamente.

Mina sostenía una taza de té mientras que miraba la ventana. De vez en cuando le daba un sorbo con excusa de poder ver a Chaeyoung.

— En silencio no van a resolver nada. ¿Habrá pelea o no? — Rompió el silencio la menor de las hermanas Myoui.

— Cállate Lía...

— Hablo enserio Minari, si solo vinieron a verse como idiotas pues déjame decirte que eso no salvará tu relación.

Mina solo se quedó en silencio. Lia tenía razón, lo mejor sería comenzar a hablar antes de que fuera tarde.

Le dió un último trago al té, se aclaró la garganta y miró al señor Son, puesto a que con él era el problema.

— Sé que definitivamente no soy lo que esperaba, de hecho no soy lo que toda familia esperaba. Chaeyoung no esperaba terminar con alguien como yo, una tipa introvertida, fría y seria casi todo el tiempo, pero-...

Un nudo se formó en la garganta de Mina. Sus sentimientos reprimidos se estaban acumulando, como si estuviera a punto de explotar y eso le impedía continuar. Quería demostrar ser una persona madura y confiable para dar el mejor ejemplo para Chaeyoung.

— Mina...

— Tú, silencio. No tienes permitido hablar. — Dijo el señor Son apuntando a su hija.

Myoui apretó sus puños, tenía una coraje inmenso pero insultando al padre de su novia no iba lograr nada.

— ¿Sabe usted cuánto dejó Mina por estar con su hija? Sí, lo sé, nosotras dos somos hijas de papi y mami. ¿Y qué con eso? Seguramente piensa que nada, que sigue teniendo la fortuna de siempre y usando las marcas más caras del mundo. ¡Déjeme decirle que mi hermana se parte el culo trabajando para sacar adelante la familia que están formando ella y Chaeyoung! — No fue Mina la que terminó explotando, Lía dejó salir todo, incluyendo sus lágrimas.

La menor admiraba mucho a su hermana, la manera en cómo decidió empezar su propia familia sin ayuda de sus padres.

— Mina es la persona que más admiro...y no puedo quedarme de brazos cruzados viendo como ustedes se atreven a separarlas. — Y justo cuanto terminó de hablar, un gran trueno resonó.

Mina inmediatamente miro a Chaeyoung, tenía sus ojitos cerrados y se abrazaba a si misma.

La lluvia comenzó a caer de manera estruendosa al igual que otro trueno. La mayor no soportaba ver a Chaeyoung muerta en miedo, con pequeñas lágrimas humedeciendo su hermoso y delicado rostro.

— Ven aquí amor. — Mina abrió sus brazos recibiendo a Chaeyoung. Sus padres se quedaron sorprendidos al ver como la japonesa lograba calmar a su hija en cuestión de segundos.

Cantaba una dulce melodía en su oído, acariciaba su cabello y dejaba pequeños besos en su frente

— ¡Son Chae-...

— Déjalas. Ya es hora de que aceptes que tu hija está enamorada de una hermosa jovencita. Admite que ella le da más amor del que tú le diste en toda tu vida. ¿Sabes por qué le teme a las tormentas? ¿Sabes por qué odia la violencia? T-Tu fuiste un mal padre para ella. — La señora Son recordaba perfectamente como aquel día lluvioso, su pequeña llegó hasta ella con sus rodillas raspadas y llorando.

Siempre fue la menos favorita de sus dos hijos. Nuca supo el por qué de esto, quizá por que siempre quiso irse a estudiar al extranjero, conocer nuevos lugares y demás.

Tal vez fue por qué nunca fue la abogada que su padre siempre quiso que fuera y terminó estudiando psicología.

— Fuiste injusto con ella, jamás la dejaste ser ella misma. Siempre preferías a Jeonghoon encima de Chaeyoung. Ahora que está en los mejores momentos de su vida, disfrutando del amor de Mina, quien se toma la molestia de visitarnos, vienes y la tratas de esa forma. Ella a pesar de todo sigue amándote, sigue viéndote como su figura paterna y jamás te odió...¿sabes? no la mereces

— Chaeyoung. — Llamo su padre. — dios, lo lamento tanto, jamás creí que podía causar tanto en tí...soy de lo peor.

— No entiendo por qué te disculpas. A pesar de todo te sigo queriendo, jamás dejarás de ser mi padre. — Y es que Chaeyoung tenía el corazón más lindo de todos.

No era capaz de odiar a su padre, jamás. Él jamás dejaría de ser su progenitor y a pesar de todo ella lo seguiría amando.

— ¿Mina? — Myoui lo miró con una expresión fría, no esperaba nada bueno de él. — ¿Tú amas a mi hija?

— La amo más que a nada en el mundo, y es que su hija me mostró que en mi vida no todo es blanco y negro. — Sonrió — Me enseñó que la vida es color rosa y de fresas junto a ella.