Sus ojos revolotearon ante el ruido que escuchaba fuera de su habitación. Se estiro, los músculos de su cuerpo se sintieron ligeros, bostezo y gruñó. Se sentó en la cama incluso antes de abrir los ojos, había sido una noche cansada, talló sus ojos con fuerza y se levantó, se puso las pantuflas y abrió la puerta.
El sonido que previamente había escuchado provenía de la cocina, hizo que abriera los ojos de golpe, corrió por el pasillo casi resbalando en el proceso para entrar a la cocina.
—¡Papá no hagas eso!—dijo parándose a su lado con la respiración inestable por correr—. Puedes lastimarte o quemarte.
—Hijo, ¿olvidas quién te enseñó a cocinar? —respondió el hombre con una sonrisa amable, una que marcaba sus arrugas, su cabello cano, bien peinado se mantenía hacia atrás.
—Pero....papá...ayer.
El hombre asintió. —Lamento haberte asustado Jiminie, pero estoy bien, mira hasta me cambie solo.
Jimin negó con una sonrisa ensombrecida por la tristeza, ver al hombre que era su padre en silla de ruedas marchitandose día con día, le daba nostalgia y miedo, porque dependía completamente de él, de sus enseñanzas y cariño.
—Creo que deberíamos ir a la cuidad, al hospital—susurro pesaroso.
—No, me niego a pasar mis últimos días en ese lugar, quiero estar aquí, mirando el campo y escuchándote cantar hijo.
—Padre...no sé que haré contigo.
Ambos comenzaron a reír, mientras terminaban de preparar el desayuno. La vida de Jimin había cambiado desde los siete años cuando conoció a HongJe, un magnate de negocios, que le llevó a cenar, cualquiera podría pensar mal de aquel acto, que ciertamente pudo resultar peligroso, pero, afortunadamente para Jimin, se encontró con un hombre que estaba herido y necesitaba escapar, aquel que se convirtió en su padre y le dio cosas que no pudo imaginar, como una casa, ropa y educación.
Creció escuchando historias de una mujer que cambió su vida, una que les cuidaba desde el cielo, Jimin sabía que no había día en el que su padre olvidara a su esposa, vivían tranquilos, en las afueras de la cuidad, en el campo, donde sobrevivían humildemente y con felicidad. Sin embargo, nadie podía negar que la salud de su padre estaba decayendo, él creía que necesitaban ir a un buen hospital, pero su padre se negaba rotundamente.
A sus veintitrés años Jimin había aprendido mucho de la vida, del trabajo arduo y el cuidado de alguien que le necesita.
Todas las mañanas salía de su casa e iba a ayudar en el trabajo de cultivo, su padre se preocupaba por él y por el esfuerzo que estaba haciendo, pero no podía dejarlo porque el dinero era necesario, además de que le gustaba, le traía tranquilidad, desde pequeño había tenido que aprender a que si quería sobrevivir necesitaba trabajar, así que no le molestaba.
Sus compañeros de trabajo eran muy amables, era el más joven de ese lugar por lo que intentaban cuidarlo, había días donde el sol en combinación con el trabajo le dejaba exhausto, cuando eso pasaba, su padre le ponía un paño en la cabeza y le preparaba una bebida especial helada de jengibre y miel.
Siempre le escuchaba decir "Jimin, la única regla es cuidarse y cuidar de los demás, aún y cuando estos no quieran, siempre debes estar ahí para ofrecerles tu caridad"
Su padre era sabio, Jimin le creía sin dudarlo, sabía que en algún momento de su vida encontraría a alguien que necesitara ser cuidado y él estaría preparado. Lo haría bien.

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La Regla Del C.C.P (Yoonmin)
FanfictionLa inocencia y la pureza de un alma, es algo invaluable, que ni siquiera una vida de lujos puede comprar. Park Jimin encuentra a su angel guardián, que sin esperarlo, tiene un lúgubre secreto que guardar. En una vida llena de envidia e injusticia...