Parte 50

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— ¿Crees que ese ritual funcione? —preguntó Kora.

—No lo sé, nunca lo he hecho, nunca me he casado. —dijo Diana. — ¿Por qué?

—Es que pienso en lo que ha dicho tu madre sobre la purificación y yo no quiero dejar atrás mi pasado. —Diana no dijo nada solo se la quedó mirando. —soy quien soy gracias a él, he sufrido mucho, pero no puedo olvidar así como así. Di, te amo y quiero hacer esto, pasar la eternidad a tu lado es lo que deseo, pero no puedo olvidar a Luxia, ella fue mi primer amor, es la madre de Kon.

—Lo sé, yo no te pido que te olvides de ella, yo tampoco quiero olvidar mi pasado, no quiero olvidar a mi primer amor, tampoco quiero olvidar al padre de Lena.

—Nunca me has hablado de él.

—Era un pintor irlandés, pintaba paisajes hermosísimos, eran más bellos en sus lienzos que en la realidad. Me enamoré de él, viví con él y cuando le dije que estaba embarazada se puso tan contento que no dejaba de pintar, pensé que se había vuelto a inspirar, pero vi lo que pintaba, era a mí con un bebé en brazos. Después pintó otro cuadro de una chica, le pregunté quién era, él me dijo que era nuestra hija. Quería que fuera niña y ya la estaba dibujando de mayor.

— ¿Se parecía a Lena?

—Muchísimo, pero Lena tiene los ojos de su padre y él la pintó como yo, decía que se iba a parecer a mí. —sonrió con nostalgia. —Un mes antes de dar a luz, él murió en un accidente de coche, estaba lloviendo muchísimo y no veía bien el camino y cayó por el acantilado.

—Lo siento. —dijo Kora.

—Lo tengo superado, hace mucho tiempo de eso, pero siempre estará en mi corazón y cuando veo a Lena es como verle a él.

—Te entiendo, me pasa lo mismo con Kon, aunque tiene mis ojos.

—Kora, jamás te pediría que te olvides de Luxia, compartiste mucho con ella y entiendo que esté en tu corazón. —le cogió las manos. —Te amo y ahora tengo la oportunidad de casarme y estar tranquila al saber que tu no correrás la misma suerte que mis ex's. —Kora sonrió.

—Tenemos la eternidad por delante, nuestros hijos serán inmortales y los criaremos con nuestros ideales y dejaremos que tengan los suyos propios.

—Efectivamente. —dijo Diana.

Se besaron con pasión y después se separaron un poco, pero sin alejarse mientras se miraban.

Astra, Sam, Alex, Ruby, Kon y Alura fueron a dar una vuelta por la ciudad, querían conocer un poco el lugar.

—Definitivamente se parece a Argo, solo que sin edificios altos y tecnología por todas partes. —dijo Astra.

—Es cierto, además aquí se está muy bien, se respira aire puro, el sonido de las olas, el calor del sol sin quemarte, es el paraíso. —dijo Alura.

—Sí, uno se siente en paz, no me extraña que las viera tan relajadas cuando volvieron. —dijo Alex.

—Esta es la paz que tanto busca Kara. —dijo Sam.

—Es cierto y quién lo iba a decir, que existía de verdad. —dijo Alex.

—En el futuro, Kara y Lena viven aquí, por algo será. —dijo Kon.

—No veo a mi hermana viviendo aquí, está todo muy tranquilo. —dijo Alex.

—Las cosas cambian, sino mira por lo que está pasando ahora. —dijo Sam.

—Es verdad. —se entristeció.

— ¿Qué pasa?— preguntó Astra extrañada.

— ¿No lo sabes?— preguntó Sam a su madre.

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