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Woodville siempre se ha caracterizado por ser un pueblo de metiches. De diez manzanas a la redonda nada más y rodeado de bosques interminables, no había cosa que sus habitantes no se enterasen eventualmente. La llegada de los vampiros era una de ellas.

Empezó por Annette Smith, la anciana que vivía en la casita adyacente al único restaurante para viajantes pasajeros. Ella afirmó haber visto las ostentosas camionetas negras que los muertos vivientes conducían, dejando tras de ellas un "rastro de sangre". Cualquier persona dentro de sus cabales diría que eso era una exageración, pero luego Christine Pauls se encargó de esparcir el rumor en el horario del almuerzo en la cafetería de Mike. Judith escuchaba desde una esquina, bebiendo su café habitual antes de partir al trabajo. Apenas llegó a terminarlo cuando se puso de pie y salió volando de allí y volviendo a casa.

—Louis —llamó al mayor de sus hijos.

El joven de diecisiete años resopló, dejando sus espátulas sobre la mesita de su recámara. La silicona debía trabajarse rápido si no quería que se secara.

—¿Qué, ma?

Judith se tocó la frente, sintiéndose enferma de repente —No tienes idea de las cosas que andan diciendo por ahí... Debo ir a trabajar, pero necesitaba dejarte en claro que no te permito ir a esa fiesta que tienes esta noche.

—Mamá... ya estaba terminando mi disfraz —suplicó con el tono de su voz —, además no voy solo, Niall y Olivia también irán. Confías en ellos, siempre lo dices.

Su madre lo miró por un momento con su rostro consternado, pero finalmente cedió —Bien. Pero vuelves temprano, ¿Sí?

—Trabajo por la tarde, de todas formas. —Louis se encogió de hombros al ver a su madre escaparse por la puerta.

Volvió de nuevo a lo que estaba haciendo en la pequeña mesa de trabajo improvisada en su habitación. Tenía una pistola de silicona, pinturas y un par de espátulas y bisturíes; cosas que había conseguido como pudo en el pueblo, además de las sombras de ojos de sus hermanas menores.

Louis era un aficionado del maquillaje de efectos especiales, y su pasatiempo principal era recrear aquellas bestias de las películas en su propio rostro o en la vieja cabeza de maniquí que su madre conservaba desde hacía años. Esa era la razón por la que la fiesta de esa noche le emocionaba tanto.

Tenía sobre su mesa un mantel de cuero falso de color blanco en el que reposaban los dientes de vampiro que había luchado tanto por crear los últimos días. Por fin había logrado que se añadieran a sus propios colmillos y se perdieran pareciendo reales, y el pegamento de dentadura de su abuela ayudaría a mantenerlos en su lugar lo que durase la fiesta. Estaba claro que era un principiante y autodidacta, y por eso estaba tan orgulloso de sus propios méritos.

Louis sonrió admirando también la máscara de Michael Myers para Niall, que todavía tenía colocada en el maniquí. Sus amigos siempre le hacían el favor de dar rienda suelta a su imaginación cuando se trataba de fiestas de disfraces.

La fiesta se llevaría a cabo en el acantilado en ruinas al sudeste del pueblo. Había que conducir unos diez minutos para llegar allí, pero siempre valía la pena. Los adolescentes de la secundaria Lake Hollow se reunían allí una vez cada dos o tres semanas, cuando se encontraban libres de tantos exámenes, y tiraban fiestas que todo el pueblo comentaba los días siguientes. Principalmente padres furiosos quejándose de que sus hijos bebían alcohol siendo menores de edad, y reclamándole a Taylor, el dueño del único mercado, por venderles –Digamos que Louis y Olivia eran empleados allí y siempre facilitaban el contrabando.

Él debía estar en el mercado para dentro de diez minutos, lo cual era suficiente tiempo considerando que el pueblo era híper pequeño. Caminó por las calles intransitadas con sus manos en los bolsillos y sus auriculares sonando a todo volumen en sus oídos. No reconocía la canción pero era ruidosa y no podría haber escuchado la risa de Olivia de no haber sido porque la rubia le dio un golpe en el brazo. Su amiga ya llevaba puesto el ridículo delantal verde que les hacían usar, y le extendió a Louis el suyo propio.

Vitalidad » lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora