IX

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Harry frenó sus pasos tranquilos en el descansillo. La luz parpadeó, pero su expresión permaneció imperturbable. Liam rompió en un llanto amargo, frustrado, y el hacha en su hombro cayó y se enterró en la madera del suelo. Zayn corrió hacia él y lo consoló.

—Tranquilo, Li —Zayn jamás había conocido esa faceta del vampiro, tan débil, tan asustado.

—Olía terrible, jamás había visto algo así —sollozó, pasándose una mano por el rostro mojado y caliente. Las lágrimas se evaporaban en un humo imperceptible.

El jefe permanecía agarrado del barandal, petrificado. Sus ojos se habían oscurecido y no miraba hacia ningún punto en específico. Liam y Zayn estarían aterrados si no lo conocieran bien. Sus pensamientos eran un enigma indescifrable.

Luego de lo que pareció una eternidad, Harry abrió la boca. Luego la cerró, probablemente arrepintiéndose de lo que iba a decir.

Finalmente, habló —Zayn, llévate a Liam para que deje de llorar. No haremos nada al respecto.

Zayn buscó algo en su rostro que demostrara que no estaba hablando en serio. Nada. Completamente serio.

—No nos vamos a arriesgar —añadió. Se chupó el labio inferior, mirándose las manos por un instante—, me voy a dar un baño.

Las pisadas de sus botas finas sonaron en cada escalón mientras subía. Zayn juntó las cejas. Liam ya estaba tranquilo, respirando pausadamente con la cabeza apoyada en el hombro del moreno. Se quedaron parados en medio de la entrada, con el soplar del viento como única interrupción al sonido de sus respiraciones. Liam alzó la vista y se separó, al fin, dejando su cuerpo moverse inconscientemente hacia el comienzo de la escalera.

Zayn lo siguió con la vista.

—¿Por qué te afecta tanto? —preguntó y lo alcanzó, parándose a un lado del barandal y sosteniéndose de este.

Liam se frotó los ojos —No es... no me... es un pre...—Tomó un respiro, como si no pudiera encontrar las palabras justas.

—Un presentimiento.

Chasqueó la lengua —Eso. Y malo.

—Bueno —Zayn se despeinó el cabello—, ya sabes cómo es. Si algo sucede, nos vamos.

Liam asintió con la cabeza, los labios sellados y la mirada baja. La tierra en su camiseta blanca pareció distracción suficiente para olvidarse por un momento de la horrible imagen que insistía con seguir apareciendo en su mente.

~

Harry se quitó los anillos con lentitud, uno por uno. La bañera ya estaba llena con agua hirviendo y mucha espuma aromatizada de lavanda. Se frotó los pies congelados y se comenzó a desprender los botones de la camisa. Su respiración era pausada y su mente no se detenía ni siquiera un segundo. Repasó los sucesos del día, cavilando especialmente su estadía en aquel pueblo. Nunca pasaban más de seis meses en el mismo lugar; la manada lo sabía y lo aceptaba. Eran sacrificios que debían tomar por su propia seguridad, pero, en ese momento, deseaba estar profundamente equivocado.

Se detuvo en el cinturón de sus pantalones. Sus dedos enganchados en el borde de la hebilla. Respiró y cerró los ojos.

—¡Lydia! —gritó.

Los tacones de la mujer resonaron sobre su cabeza, en el piso de arriba. Segundos después, golpeó la puerta con suavidad.

—¿Me llamó? —Seria, acarició su cabellera roja con sus uñas largas.

Harry se rascó ligeramente el tatuaje de su estómago y asintió con la cabeza.

—Si Liam dejó de lloriquear, dile que vaya por Lo... El humano. Puede usar las camionetas.

Vitalidad » lsWhere stories live. Discover now