V

6.9K 918 692
                                    

Louis sacó todos sus libros de texto y los colocó sobre la mesa.

—Esto es lo que debo estudiar para el examen de hoy.

Señaló una página en el libro de historia y Harry soltó una risotada. Acercó la silla junto a la de él y se sentó, tan cerca que Louis podía oler su perfume y escuchar su respiración.

—¿Revolución cubana? La recuerdo perfectamente —Su voz sonó como un arrullo que le acarició la piel de las clavículas.

Empezó a hablar. Sin saltar ni un solo detalle, pasó a través de los títulos del libro y los explicó, todos y cada uno, con una paciencia digna de alguien a quien la vida no lo corría. Lo oyó reír como un maníaco por segundos y luego parecer al borde del llanto, a medida que le recitaba la historia. Louis se llegó a preguntar si aquellos peculiares cambios de humor en el vampiro eran naturales o no. Tenía entre sus dedos pequeños un lápiz en el que anotaba todo lo que consideraba relevante, y se sorprendió cuando los temas se grabaron tan bien en su memoria.

El vampiro estuvo a punto de agarrar otro libro para seguir ayudándolo con las interminables tareas, cuando la puerta del comedor se abrió de par en par.

—Jefe —No reconoció al hombre que lo llamó. Louis se encogió en su lugar, guiado por el instinto y la expresión en ese desconocido rostro duro. Preocupado—. Registramos movimientos inusuales.

Los ojos de Harry se tornaron negros.

—Louis, vete a la escuela.

Sus pestañas gruesas hicieron sombra en sus mejillas al bajar la mirada. Harry gritó algunas palabras en otro idioma y Zayn apareció por la puerta.

—Harry, ¿Qué...?

El vampiro lo miró, esbozando una sonrisa como si nada hubiese pasado —Zayn te acompañará a la escuela. Luego retomaremos las clases.

Y se esfumó por el pasillo, quitándole, a su vez, la vida a la habitación.

Zayn lo observó con detenimiento antes de hacer un gesto para que lo siguiera. Louis apenas logró guardar sus libros con rapidez antes de que el morocho se escape de su vista. Cuando colocó un pie fuera de la casa, Louis se permitió respirar.

—¿Qué ha pasado? —inquirió con incertidumbre.

Zayn rió burlón —No te puedo decir.

Pronto emprendieron su camino a través del bosque. Fluyó una conversación banal; Zayn era el vampiro más agradable de los tres que conocía. Parecía joven, e incluso Louis pensó que tal vez tendrían la misma edad. Le llamó la atención que el sol no le hiciese daño, aunque quizás se debía a la campera de cuero que cubría sus brazos, o a que el sol aún era débil. Louis no se preocupó en apresurar sus pasos, en cambio, se permitió relajarse un poco e inspirar el aire fresco y el suave aroma a eucalipto.

—Parece que al jefe le gustas —mencionó el vampiro, terso, en algún punto de su plática.

—¿Por qué dices eso?

—Bueno, él deja que lo llames Harry. Nadie lo llama Harry, está prácticamente prohibido —Louis miró la piedra que pateó con sus pies, pensativo—. Yo no sabía su nombre, Derek me lo dijo.

Louis tarareó en respuesta, sin saber realmente qué decir. Cuando conoció a Harry, lo invadió el horror. A pesar de ello, el vampiro se había mostrado amable con él en esos últimos días. No obstante, aún le quedaban miles de cabos por atar. Harry era extravagante y misterioso, pero no esperaba otra cosa del líder de una manada de vampiros.

—Sólo ten cuidado. La ética es el pilar de nuestra manada, pero nunca puedes estar seguro. Al menos asegúrate de que el jefe tenga una vela a mano.

Cuando quiso reaccionar ante aquello, se dio cuenta de que estaban próximos al final del bosque. Según le había comentado, Zayn ya no tenía permitido cruzar el límite y acceder al pueblo, por lo que se despidió y volvió por su camino. Louis buscó sus auriculares en el bolsillo de su pantalón y se los colocó para distraerse con alguna melodía aleatoria.

Se encontró con su amigo Niall en el camino a la escuela. En el pueblo era increíblemente cotidiano encontrarse a todo el mundo, puesto que sólo eran diez manzanas. Annette Smith venía tras de él, reclamándole algo sobre su perro destrozando sus plantines.

—¡Lou!

—Hola Niall, buenos días, Annette.

La anciana le lanzó una mirada acusadora y se dio media vuelta para irse, vociferando indignada.

—La juventud está perdida —se burló Niall—, ¿Qué haces despierto tan temprano?

Louis rodó los ojos.

—Una larga noche —argumentó vagamente.

—Ya lo puedo ver —Niall le revolvió el cabello. Era un año mayor que Louis y trabajaba haciendo repartos para todos los locales del pueblo. Siempre estaba corriendo—. Escucha, se aproxima mi cumpleaños y estoy pensando en hacer una fiesta de disfraces. Es tu oportunidad para lucirte.

Todos en el pueblo tenían noción de la pasión que Louis tenía. Genial para algunos y una pérdida de tiempo para otros, pero nadie podía negar que Louis y sus amigos siempre tenían los mejores disfraces. El muchacho tenía talento, y mentiría si dijera que el hecho de que un vampiro auténtico lo confundiera no infló un poco su ego.

—¡Es una gran idea! —exclamó entusiasmado.

Niall se carcajeó. Su risa era divertida y terminó por contagiarsela al menor. Ni siquiera sabían de qué reían, pero Louis pareció relajarse un poco luego de la tensión de la noche anterior y la infrecuente madrugada.

—Bueno, vete a la escuela —Su amigo lo besó sobre el pelo revuelto—, luego te veo. Dile a Liv sobre la fiesta.

~

La pesadumbrosa mirada de Liam le pesó en los hombros durante toda la jornada escolar. El vampiro estaba detrás de él cada vez que volteaba, fumando o simplemente apoyado contra alguna pared. Notó las miradas que le dirigían algunas de sus compañeras, pero no les dio importancia. Louis no quería, bajo ninguna circunstancia, que se enterasen que lo conocía. Eso sólo complicaría las cosas.

La vuelta a casa luego del trabajo se proyectó en su cabeza como un boleto hacia su cama. Estaba agotado por haberse desvelado y ni siquiera tuvo el tiempo suficiente para dormir una siesta corta.

Intentó ser discreto y podía jurar que nadie se había percatado de su presencia, pero su madre lo increpó a mitad de la escalera, con una mueca de disgusto y los brazos cruzados sobre su pecho.

—Louis Tomlinson, ni siquiera intentes saltarte la cena otra vez —Su tono imperativo escondía preocupación.

Louis no se esforzó en responderle. Le dolía la cabeza y los párpados le pesaban, dificultando su habilidad para mantener los ojos abiertos. Esbozó una mueca parecida a una sonrisa y volvió hacia atrás para dirigirse a la cocina, con la vista atenta de Judith en sus movimientos.

George estaba en la mesa.

—Hola —saludó, fastidiado. El hombre arrugó las esquinas de sus ojos negros y le devolvió el gesto. Su aliento a cigarro amargo le provocó náuseas.

Judith levantó la fuente de pasta después de que las niñas hubieron llenado sus platos y le sirvió, como si el hombre fuera inválido. Louis odió el gesto, aunque se debatió internamente que quizás podría estar exagerando. Los ojos de George sobre sus movimientos cansados hizo que el asco que sentía fuera peor; el escrutinio constante le hacía confirmar sus inquietudes. No le gustaba nada ese tipo.



Recuerden dejar su voto y comentario si les gusta, me haría muy feliz ❤️❤️Avísenme si ven errores para corregirlos

Vitalidad » lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora