XIX

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Dedicaciones: stefanie004mena_aguilar_ gracias por leer!❤️

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La tarde del primero de febrero, Zayn creyó estar enloqueciendo. Encerrado en el silencio sepulcral del sótano y pensando todo lo que su cabeza abrumada podía aguantar.

¿Estaba siendo infantil? Probablemente. ¿Tenía cosas más importantes en las que preocuparse? Sin dudarlo.

Pero había pasado ya un poco más de un mes desde que él y Liam se besaron, bajo el manto nocturno en medio del bosque. Un poco más de un mes desde que no se atrevía a mirarlo a los ojos.

Liam lo había dejado completamente descolocado, brindándole una sonrisa suave y tímida y removiéndole las entrañas sin siquiera tener idea.

Y, mierda. Odiaba sentir que sus barreras se caían solas, haciendo un ruido espamentoso al intentar recogerlas, empeorándolo todo.

El sótano estaba desierto, para su fortuna. Sería una obviedad mencionar que el sol no se colaba por ninguna parte, y el humo de su cigarro amargo se concentró en el ambiente cerrado. Se fumaba tantos como tenía en ese momento en su cigarrera, cada vez que repasaba los sucesos en su mente aburrida. Las colillas eran un adorno en el suelo, junto con las astillas y los pedazos de madera que Liam, descuidadamente, dejaba caer luego de cortar los troncos con su hacha.

Incluso se había imaginado, alguna noche en guardia, a su cuello siendo aprisionado por el mango gastado del hacha. Liam sosteniéndolo con una sonrisa socarrona y dejándolo sin aire. La inmortalidad le permitiría ahorcarlo cuánto quisiera, tan fuerte, hasta que la marca que resaltaba en metal se quedara impresa en su piel. Mierda, mierda, mierda. Se ponía duro de solo pensarlo.

Con un estruendo, la puerta del sótano se abrió de par en par. Zayn conocía a todos y cada uno de los miembros de la manada, y también sabía a la perfección quién era el que abría la puerta con las rodillas.

—Buenas tardes —cantó Liam, apoyando en el piso los troncos que cargaba sobre los hombros.

—Hola —susurró Zayn en respuesta.

—¿Qué haces aquí encerrado?

El moreno se encogió de hombros y le mostró el cigarro entre sus dedos tatuados.

—Ah, eras tú el que dejaba las cenizas en el suelo. Derek se llevó un par de golpes por tu culpa —rio y Zayn necesitó poner su mayor fuerza de voluntad para no atragantarse.

Su sonrisa de cachorrito, su cabello rapado en los costados y ligeramente más largo arriba, la forma en que sus músculos se contraían cuando levantaba cargas muy pesadas. ¿Habría estado aguantando ese ferviente deseo por años? No lo sabía. En ese momento, sin embargo, Liam no abandonaba su cabeza en ningún momento del día.

Creían odiarse, pero cuando se besaron Zayn lo sintió. Ahora se daba cuenta.

—Sí —Se acordó de que estaban conversando—, lo siento, supongo.

Liam se volvió a reír, negando con la cabeza. Zayn lo volvió a sentir en el fondo de su pecho, de su ser. Aquello que sintió cuando la lengua de Liam exploraba la suya, cuando todo el calor corporal que el otro tenía pasó a ser suyo también. La creencia extraña de estar unido a alguien sin siquiera haber hecho nada al respecto.

—Nah, no lo sientas.

Escuchó un hachazo después y no pudo evitar sonrojarse con furia.

¿Quién era él para negarse a las ansias de su cuerpo?

Vitalidad » lsDär berättelser lever. Upptäck nu