XXXI

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Dos meses.

Louis encendió un cigarrillo, protegiéndolo con su mano para que el viento no apagase la llama débil del encendedor.

En ese punto, ya no estaba seguro de dónde se encontraba situado. Su vida entera parecía haberse desmoronado y luego vuelto a juntar, cada pedazo.

Harry actuaba... normal, y eso era mucho de qué hablar. Evitaba el sol por obvias razones, Louis había visto su piel centellear y humear al contacto con él. No evadía las salidas al igual que lo hacía en Woodville, y comenzaba a pensar que sus declaraciones durante aquel almuerzo junto a sus amigos habían sido ciertas.

No hacían mucho más que quedarse en casa de Louis durante las tardes en las que no tenía que trabajar. Niall viajó de regreso a Woodville junto a Olivia para comenzar la mudanza, pero antes de eso llevó todas sus cosas a la nueva casa, así que el departamento había quedado mayormente vacío.

Era uno de esos días. Había estado observando a Harry durante un tiempo mientras fumaba junto a la ventana. Sabía que no le gustaba el olor y que lo incomodaba, por lo que se alejaba un poco para hacerlo.

—He estado pensando en adoptar un gato —dijo sin pensar—. Estuve a punto de hacerlo, pero luego Niall se fue.

El silencio siempre era agradable, pero sintió la necesidad de romperlo.

—Lydia encontró uno en un callejón hace algunos años —respondió—, duró una semana. A Zayn le gusta la sangre de los animales.

Abrió los ojos, horrorizado.

—¿Se lo comió?

Harry asintió con diversión.

—Más o menos. Drenó su sangre y lo dejó en medio de la sala. Al menos ahora tiene la decencia de hacerlo a escondidas.

Louis lo miró con los ojos entrecerrados. Le produjo un mareo de tan solo pensarlo.

Intentó concentrarse en la figura del vampiro. Llevaba una camiseta y pantalones de algodón, un estilo que jamás hubiese creído que podría adoptar, pero Louis había insistido en que sus trajes parecían bastante incómodos cuando lo único que hacían era echarse en el sofá. Era su propia ropa, la que acostumbraba a comprar en talles más grandes sin una razón en específico.

La sangre pareció volver a su cabeza y respiró hondo.

—Tú no comes animales.

—Eventualmente dejarán de hacerlo. Se requiere autocontrol; yo tengo bastantes años de ventaja —le recordó.

Apagó el cigarrillo contra el marco de aluminio de la ventana y la cerró. Era casi de noche y el aire tibio comenzó a enfriar sus antebrazos.

Se dejó caer en el sitio libre junto a Harry sin mucho cuidado. La televisión estaba encendida con el volumen bajo porque no eran capaces de encontrar algo interesante en la inmensidad de canales, así que la utilizaban como una distracción en el fondo. Harry estiró su brazo en el respaldo del sofá y alcanzó el cuello de Louis con su mano, comenzando a rascar el inicio de su cabello con sus uñas cortas.

—He visto que... —empezó. Su boca no quería mantenerse cerrada—. He visto que ya no quemas tus manos con una vela.

Los dedos en su nuca se detuvieron.

—Sí...

—Es algo bueno, ¿verdad?

—Es un mal hábito —Harry se miró el dorso de la mano y luego la volteó—. Alivio momentáneo para algo que necesito aprender a controlar.

Vitalidad » lsWhere stories live. Discover now