XXV

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Louis aprovechó el momento en que Harry se encerró en su despacho para marcharse.

Era muy temprano en la mañana, casi tanto que el sol apenas se asomaba por el horizonte. Despertó cuando no pudo notar el peso sobre su cuerpo, y supo que Harry se había levantado. Caminó con sigilo a través de la habitación, recogió su ropa que estaba arrugada en los pies de la cama y se la puso rápidamente. El silencio era tal que le preocupaba que Harry pudiese escucharlo desde donde estaba, pero eso no impidió que abriera la puerta y bajara las escaleras intentando pasar desapercibido. No quería volver a despedirse, sabiendo que la noche anterior fue tan perfecta, quería quedarse con aquel precioso recuerdo.

Su día de playa junto a Harry, la risa del vampiro cuando nadaron en el mar y se balancearon bajo el sol sin ningún tipo de impedimento. Él ni siquiera sabía que Harry podía hacer algo tan maravilloso; que tenía tanto poder. Juró sentir el agua escurrirse entre sus dedos, y la arena blanca en las plantas de sus pies. Luego, todo desapareció, pero dejó en su interior una sensación de plenitud que todavía no había conseguido marcharse del todo.

Si amar a Harry significaba vivenciar aquel calor abrasante debajo de su piel, que le hacía sonreír inconscientemente y dar pequeños saltos de felicidad al caminar, Louis esperaría todo lo que hiciese falta para que estuvieran juntos de nuevo.

Cerró la puerta de entrada de la casa detrás de él y comenzó a caminar por el bosque. Ya no daba tanto miedo como en la noche y el viento fresco de aquellas madrugadas finales de febrero fue todo lo que necesitó para liberar su mente.

Judith probablemente estaba alistándose para ir al trabajo, y le sorprendió encontrar la puerta de su hogar abierta de par en par. Era imposible que su mamá ya estuviese por salir.

El corazón de Louis se agitó al ver el viejo coche de George estacionado en la vereda de enfrente, justo en la puerta de la casa de Olivia. Se erizaron los vellos de su piel, el sudor se volvió frío y sus ojos se abrieron más de la cuenta. Caminó temeroso hacia su propia casa. La planta baja estaba completamente vacía, y en el suelo se encontraban las bisagras de la puerta que, luego de ver dos veces, comprendió que se encontraba rota.

Se paralizó por un momento. ¿Cómo pudo ser tan iluso? Eso no podía estar pasando. Su cabeza hilaba pequeños momentos que alcanzaba a recordar: las miradas extrañas, las persianas bajas incluso en pleno verano, la repugnante sonrisa y la forma en que su mera presencia era perceptible por la incomodidad y el malestar que emanaba.

Louis corrió escaleras arriba, antes tomando el primer objeto contundente que logró encontrar en la sala de estar. Un adorno de la mesa de café, con una base de mármol bastante pesada, sólo por si acaso. Sufrió deseando estar equivocado en cada paso que dio, aunque los sollozos que escuchaba se hacían más y más fuertes. ¿Debía hacer notar su presencia, o tan solo entrar en la habitación de sus hermanas pequeñas? La piel de su rostro se drenó de su color dorado cuando empujó la puerta intentando no hacer ruido. Emily, de todas las demás, se encontraba bajo las garras de aquel hombre abominable. George tocaba sus piernas y Louis cerró los ojos, sin querer ver más, y le golpeó la espalda con el adorno. Eso lo desestabilizó.

No dudó en propinarle otro golpe, y otro y otro, pero junto a sus sospechas vino la gran resistencia del hombre, quien se dio la vuelta y arremetió contra Louis.

Louis no tenía miedo de la muerte, pero estaba aterrado de lo que podría pasar si él llegase a perder la consciencia en ese momento tan crucial. Diana abrazó a Emily en una esquina de la habitación y Louis perdió de vista el adorno; no lo podía alcanzar con sus brazos cortos. La parte posterior de su cabeza dolió cuando George lo empujó y cayó de lleno en el piso de madera, pero no permitió que lo derrumbara por completo. Intentó levantarse, un poco aturdido por el mareo, pero persistente porque lo vio, por el rabillo del ojo, aproximarse a sus hermanas otra vez.

Vitalidad » lsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora