VII

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El escozor en la parte posterior de sus ojos le inmovilizó. Tanteó con las manos a su alrededor, aún sin abrirlos, pero no pudo encontrar su teléfono. No recordaba nada de la noche anterior, y se sorprendió al ver que no estaba solo en la cama.

—¿Harry?

El nombrado abrió los ojos, alarmado. Louis se encogió en su sitio, respirando suavemente el aroma a jabón de lavanda de la ropa que llevaba puesta. Sus ojitos continuaban hinchados por acabarse de despertar, y la cabeza le daba vueltas.

—Buenos días, dormilón —saludó alegremente el vampiro.

—Creí que los vampiros no dormían —cuestionó Louis, alzando una ceja.

—Sólo estaba descansando los ojos...

Rio y se acurrucó en sí mismo un poco más. Le dolía, también, la parte trasera del cuello, lo que podría deberse a algún golpe que no recordaba. La noche anterior se presentaba como nubes borrosas en su mente, y no se sentía tan animado como para reconstruirla.

Louis se sobresaltó y cubrió aún más su rostro cuando la puerta se abrió estrepitosamente. Zayn entró con una charola de plata en las manos y una resplandeciente sonrisa que contrastó al rostro que Harry colocó en su rostro cuando lo vio.

—Oh, el humano está aquí. Debí suponerlo por las Aspirinas, usted no las necesita —parloteó el moreno.

Harry gruñó, con los ojos entrecerrados —Zayn.

—Jefe, traje la información que me pidió —Lo ignoró, dejando la bandeja en la mesa de luz.

—No es momento, Zayn.

—Ya, jefe, ya me voy —Zayn levantó las manos y caminó hacia atrás hasta desaparecer por la puerta.

Harry apretó los dientes y lo siguió con la mirada hasta asegurarse de que se hubiera ido. Luego sonrió, tal y como siempre hacía, esa sonrisa de relucientes dientes blancos pero tan vacía. Louis lo observó con atención, especialmente el movimiento de sus manos llenas de anillos dorados.

El vampiro agarró entre sus dedos una aspirina y el vaso de agua junto a ella.

—Tienes que tomar esto —dijo, tendiendosela. Louis miró la pastilla y luego levantó la mirada un poco más, paseando sus ojos por el bello rostro del vampiro, admirándolo antes de hablar.

—Me duele mucho el cuello —mencionó. Sus dedos se rozaron cuando le quitó la pastilla de la mano y mentiría si dijera que la sensación de sus dedos ásperos no le causó un escalofrío—. ¿Le avisaron a mi madre? Debe estar preocupada.

—Liam trajo tu teléfono esta mañana. Él se encargó.

Louis rio en voz alta cuando notó el aparato sobre el tocador. Intentó pararse a buscarlo pero la puntada persistente en su cabeza no se lo permitió.

—¿Me lo traes?

Harry asintió y se levantó con pereza en busca del aparato electrónico. Louis abrió la casilla de mensajes y, efectivamente, Liam se había "encargado", si así podía llamar a un par de emojis: una casa y un niño rubio. Útil.

—Liam es un poco...

—Anticuado —completó Harry, riendo entre dientes—, ¿Qué te sucedió en las uñas?

Louis bajó la mirada hacia sus delgados dedos, pero no encontró nada fuera de lo común.

—¿El esmalte?

Harry estiró su brazo para así poder acunar las pequeñas manos entre las suyas. El contraste de tamaño era sencillamente exquisito a sus ojos.

Vitalidad » lsWhere stories live. Discover now