XX

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—¿Dónde está Harry?

La incógnita retumbó en las paredes con humedad del viejo sótano, donde Liam y Zayn habían estado amándose el uno al otro antes de que Louis llegara. Un grito seco y pálido después de abrir la puerta con una patada firme.

Lo había estado buscando a través de todos los pasillos y habitaciones de la casa. Harry no salía nunca, nunca, pero su presencia era un fantasma ausente que dejó cada cuarto sin vida. Louis estaba genuinamente preocupado; le aterraba la presencia de las sábanas blancas, porque eso aseguraba que algo más importante estaba perdido.

Zayn y Liam se miraron acomodándose los pantalones y con miradas cómplices de por medio. Louis giró la cabeza para no tener que interrumpir su intimidad, aunque, a decir verdad, ya lo había hecho.

Tragó saliva.

—Lo siento. Lo busqué en todas partes, pero no está.

Los vampiros entrecerraron los ojos al mismo tiempo, empezando a entender la situación. Liam le tendió una mano a Zayn para ayudarlo a pararse del suelo, y se aproximaron hacia Louis cuando se quitaron el polvillo de la ropa con las manos.

Louis soltó todo el aire de sus pulmones. Era reacio a creer que Harry se hubiera ido muy lejos. No sin despedirse; no sin explicar.

Algo le decía que la fecha tenía algo que ver. Maldijo el momento en que se dejó llevar por su alma de niñato enamorado, organizando y queriendo intentar que Harry tuviera un cumpleaños propiamente dicho. En su mente, claro, la idea sonaba perfecta. No era mucho ni muy diferente a los días anteriores a ese, pero Louis quería que Harry supiera que él estaba ahí. Que era suyo, de alguna manera.

No estaba seguro de que el vampiro pudiese leer su mente, pero sí podría haber presentido algo. Louis no era muy disimulado respecto a su emoción por los cumpleaños.

—Humanito, tranquilo. Vamos a buscarlo —dijo Zayn, con una mirada compasiva. Liam asintió detrás de él.

Caminaron escaleras arriba y se separaron al momento de inmiscuirse entre la densidad del bosque. Hacía calor aunque el arrebor cubría el cielo de un rosado intenso y el sol estaba a unos minutos de ocultarse por completo. Louis llevaba puestos unos pantalones deportivos y una camiseta sin mangas de color negro, prendas que hubiese podido pensar mejor, y que ahora se encontraba maldiciendo. El porcentaje de material sintético se mezclaba con su inquietud, haciéndolo sudar.

Se mordió el labio inferior cuando perdió de vista a los vampiros. Mentiría si dijera que el bosque no le daba un poco de miedo, especialmente con el asunto del cuerpo despedazado hallado allí mismo, o la silueta que vio corriendo la noche de su cumpleaños.

La noche de su cumpleaños... La silueta...

Harry.

La lamparita sobre su cabeza se encendió. Esa había sido la única vez que vio a Harry salir de la casa, cuando estuvo vagando alrededor del acantilado. Le tomaría un buen tiempo llegar hacia allí a pie, pero a esas alturas ya no tenía nada que perder.

No dio aviso a Liam y Zayn, decidiendo que sería mejor si se encontrase a solas con Harry. "El jefe", como solían llamarlo, podría llegar a odiar que sus vampiros lo encontrasen vagabundeando sin rumbo alguno; Louis lo sabía perfectamente bien.

El tiempo que tardó en llegar al acantilado, lo empleó para pensar una y otra vez qué iba a decir cuando lo encontrase. No había mucho que pudiese expresar, teniendo en cuenta que ya había abierto su corazón de par en par al comunicarle que lo quería, antes de caer rendido en sus brazos. Se arrepentía tanto de que su cuerpo exhausto lo traicionase. Se carcomía la cabeza pensando en qué habría dicho Harry, si es que respondió algo en lo absoluto.

Vitalidad » lsWhere stories live. Discover now