Arma X

Una bestia

La Hidra de Lerna había sido uno de los doces trabajos que el semidios Hércules había tomado para poder encontrar la paz consigo mismo tras matar a su familia con sus propias manos, cubierto por la locura de Hera. La Hidra fue el segundo trabajo que el semi dios había tomado y la enfrentó con fervor para poder espiar su pecado. Pero cada tajo de su espada, solamente hizo crecer dos cabezas más tras una que cortaba.

Hydra era igual que aquel mitológico ser de la mitología griega. Cada vez que una cabeza era cortada, dos aparecían en su lugar, o en este caso todo un consejo. Con la muerte de Pierce, quien muchos asumieron que era el líder de Hydra en las sombras, los miembros de un consejo que dirigirían Hydra por todo el globo terráqueo, intentando mantener el control sobre su propia zona. Daniel Whitehall controlaba Estados Unidos al completo, aunque tuviera ciertas inversiones sobre Asia para encontrar a los inhumanos y obtener aun mucho más poder. El barón Wolfgang von Strucker había tomado el control casi absoluto de Europa usando a sus mejorados, el Cetro de Loki y el poder de las armas Chitauri que habían sacado de la guerra en Nueva York y otros puntos de la Tierra que fueron atacados por las hordas del Dios de los Engaños. Fue un arduo trabajo, pero ahora estaban por encima de sus enemigos.

Del resto del mundo, desconocía a los miembros de Hydra que estuvieran repartidos por el mismo para mantener el control. Whitehall había tenido reuniones con el miembro de Hydra en Asia, el conocido como el Hydra Supremo, un japones con intereses centrados en la adquisición del metal más nuevo descubierto, el llamado Adamantium. Este metal poco conocido, había sido más fuerte que el propio Vibranium y podría destrozar el escudo del Capitán América en pocos segundos.

Aquello era verdaderamente interesante para los planes de Whitehall, quien había probado a su Escuadrón Alpha en diversos puntos. Había esperado algún desajuste, debido a la naturaleza de su Arma X y las propias actitudes de los demás miembros. Mientras que Neena Thurman, Taskmaster y Yelena podían mantener en orden sus propias mentes; los otros tres miembros no eran demasiado estables.

Ciego de ira, Emil Blonsky podría causar verdaderos estragos e, incluso, llegar a matar a sus propios compañeros. Como agente, Emil había sido letal y uno de los mejores en las fuerzas especiales de Inglaterra. Como Abominación, no tomaba táctica o seguro alguno Un simple golpe de su brazo destrozaría todo a su paso y a todos los que estuvieran en su camino sin siquiera dar un pestañeo. No pensaría en la sangre derramada ni en la carne pegada en las escamas de su brazo, en su piel verde manchada de sangre. Prácticamente, Abominación era una bestia de destrucción parcialmente contenida.

Dejándose llevar por su locura, Wade Wilson realmente no era tan vistoso como el propio Emil, pero era incluso más sangriento y destructivo. Deadpool tomaría cualquier cosa y gracias a su regeneración casi instantánea, podría lidiar con un escuadrón por sí solo, regando con sangre y cuerpos cercenados en la zona de batalla que luego serían envueltos por las llamas de los explosivos que el Mercenario Bocazas dejaría caer, creando un olor exagerado de carne quemada.

Y él último miembro, su piedra angular, había sido demasiado revelador durante la toma de la tecnología de Stark en Italia.

Había esperado cualquier cosa. Whitehall tomó a X-9 como una copia de Steve Rogers, el Super Soldado, el Capitán de América; pero nunca espero en sus más oscuros deseos, que su creación, su afamada Arma X, pudiera ser una...bestia. Usando el escudo de Vibranium que recrearon para él como una copia del Capitán, X-9 había reducido a los guardias antes de que Yelena Belova o Taskmaster entraran en acción. Abominación y Deadpool no contaban y Dominó había tenido su suerte de su lado. Con Yelena y Taskmaster de su lado, X-9 ni siquiera reparó en ello y se lanzó a la lucha. Si hubiera algún nivel de brutalidad...su arma lo había sobrepasado.