Arma X

La bestia liberada

Cuando se comienza una investigación, llegar al final de la misma es crucial para obtener lo que uno desea. Y eso era lo que el Alto Evolucionador había hecho en los últimos tiempos. Había usado al Arma X para crear un ejército de clones, juntando diversos genes mutantes que había obtenido gracias a Whitehall e Hydra para poder fusionarlos junto a sus propias creaciones. Usando su poder, mejoró los clones con poderes de los mutantes más cotizados del mundo. Cyclops. Tormenta. Magneto. Conseguir la sangre de los X-Men había sido complicado, pero demasiado valioso para él, alguien amante de la mejora genética.

No le llevó mucho terminar su proyecto personal, dejando libres al Escuadrón X cuando X-9 desapareció de la Base Científica de Hydra junto a Deadpool. Tras el movimiento del mercenario, Wyndham había mandado tomar vigilancia sobre el resto de compañeros del Arma X, mientras sus propias creaciones lo cazaban para traerlo de vuelta y poder seguir produciendo más clones.

Nunca esperó que una de sus creaciones cayera a manos de X-9. Beta, el clon más arrogante, con el gen mutante de Cyclops y siendo algo más alto que el propio X-9, había sido derrotado por el primer Arma X de Hydra usando las garras de Adamantium que el propio Arma X anterior había mostrado, dejándole a él, Wyndham, como un idiota. Y no le gustaba ser menospreciado por las simples herramientas.

No solo se había centrado en crear clones de X-9. También comenzó a crear un plan de respaldo por si el arma de Whitehall se volvía inestable, creando así al Depredador X, una bestia creada genéticamente especialmente para cazar a los mutantes, guiándose por el Gen-X dentro del ADN de los mismos. Aunque lo había modificado especialmente para que cazara a X-9, dándole la sangre del mismo muchacho y con ello llevarlo a su propia muerte.

Wyndham odiaba ser burlado, ser visto como un idiota y tenía un modo cruel de deshacerse de aquellos que lo menospreciaban. Se deshizo del nombre mortal de Helbert Wyndham y ahora era el Alto Evolucionador. Cuando sus clones se presentaron, él solo soltó a la bestia.

—¡Santa chimichanga de las luces!—Deadpool gritó, señalando al inmenso lagarto que iba detrás de ellos, arrasando las calles, dejando caer baba tóxica al suelo, dejando derretido el asfalto y asustando a la gente. Muchos agentes de policía simplemente veían al ser con ojos desorbitados, no sabiendo que hacer—. ¡Písale, písale, písale!

Cable hundió el pie en el acelerador del jeep, girando a la izquierda y corriendo hacia el norte. X-9 cayó al costado, gruñendo por el golpe dado y mostrando garras de adamantium que había sacado a modo de advertencia ante el monstruo mutante. La maniobra del Soldado X no había surtido efecto ante del Depredador X, quien apareció destrozando varios coches bajo su pata y enfiló detrás de ellos.

—¡Nos sigue!—rugió X-9, observando al inmenso lagarto que los perseguía, viendo su piel grisácea como de zombi y sus afilados dientes, algo no demasiado bonito de ver para un niño. El joven mutante giró la cabeza, mirando tanto a Cable como Deadpool—. ¡¿Qué vamos a hacer?!

—¡Pero si hace un segundo estabas por lanzarte sobre él!

—¡Si no hubiera sido por tu amigo, Deadpool, lo habría hecho!—X-9 replicó, mostrándole las garras a la vez que deslizaba los dientes en una mueca salvaje, ligeramente airada—. ¡Debemos detenerlo! ¡La gente saldrá herida!

—¿Ahora te preocupas por la gente?—Deadpool preguntó, mirando dudoso al rubio.

X-9 gruño entre dientes, poniéndose de pie y encarando al Depredador X, mostrando sus seis garras. Había hecho un juramente que no iba a echar hacia abajo ahora; no cuando sus instintos estaban como locos, diciéndole que luchara contra la bestia que los estaba persiguiendo.

Respiró hondo, cerrando ambos ojos. Sintió el aire meciendo su cabello algo alargado. Pelos rubios se movían por los hombros del joven mutante, pasando por delante de su rostro. Aquello no era algo que había elegido, era algo a lo que le habían forzado.