Cap. 116

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Narra Ryder

Abrí los ojos y estiré mi mano para encontrar mi despertador. Eran las cinco de la mañana. Me levanté malhumorado y me coloque la primera playera que encontré. ¿Quien en su sano juicio toca el timbre tan temprano y en día sábado? Si era un vendedor le cerraría la puerta en la cara. Después de ponerme las pantuflas bajé las escaleras maldiciendo a quien fuera que estuviera detrás de la puerta.

— Que nece...— ni siquiera tuve la oportunidad de terminar la frase.

— ¡Buenos días Ryder!— parpadeé y la observe detenidamente. Cuando acababa de levantarme mi cerebro no trabajaba correctamente— ¿No vas a saludarme? Eso es muy descortés—le cerré la puerta antes de que pudiera decir algo más.

— Seguro que aún estoy demasiado adormilado— sonreí de medio lado y abrí la puerta de nuevo— Sabia que no podía ser verdad— suspiré aliviado.

Cerré la puerta con seguro y me dirigí a la cortina. Ya que me había levantado en contra de mi voluntad tomaría algo, estaba sediento. Me serví tranquilamente un vaso con jugo y me detuve a pensar en lo que había pasado. ¿Acaso era tan gran de el impacto que aquella chica había causado sobre mi? Hace un momento me había parecido verla parada con una sudadera de dragón afuera de mi casa.

— Pero seria imposible que ella estuviera aquí. Creo que me estoy volviendo loco— solté una pequeña risa, pero justo cuando el vaso toco mis labios sentí una mano sobre mi hombro.

— la primera señal de locura es hablar solo Ryder— un escalofrió me recorrió y deje caer el vaso. Inevitablemente se rompí y mis pantuflas se empaparon de jugo, pero no me importo.

— ¡Que demonios!—exclamé asustado y me pegue lo más posible a la barra de la cocina.

— ¡Hola de nuevo Ryder!— mi corazón estaba acelerado, me había metido un susto de muerte.

No era una persona que pudiera pasar por demasiadas sorpresas en su vida. Mucho menos cuando no estaba preparado para ellas. Sentí esa pequeña molestia en el pecho que presagiaba algo muy desagradable para mi. No quería romper mi récord después de haberlo estado evitando por tantos años.

—¿Que haces en mi casa?—pregunté tratando de calmarme.

—Te dije que vendría de visita—sonrió alegremente, como si fuera de lo más normal irrumpir ilegalmente en la casa de alguien más.

—¿A la cinco de la mañana?—respiré profundo, pero me había costado más trabajo del que esperaba. Mi propia respiración se estaba haciendo pesada.

—Iba a venir a la una de la mañana, pero cuanto trate de escapar de casa mi hermano me descubrió—se cruz+o de brazos decepcionada.

—...—ya no podía controlar mi inconstante respiración. Que cada vez sentía más lenta.

—¿Te sientes bien?—su mirada preocupada me dejo claro que tal vez me veía peor de lo que creía.

—No...no me siento bien.

Caminé hacia la sala y busqué en el estante una caja que no había tenido la necesidad de usar hasta ahora. Luego me deje caer en el sofá y traté de abrirlo. Cuando era pequeño mi asma era más constante. Pero gracias a los cuidados de mis padres me había mantenido alejado de los hospitales y llevaba un récord sin un solo ataque. Ahora solo teníamos algunos de color azul por si llegaba a tener una emergencia.

—Maldición...—susurré lentamente, odiaba cuando mi respiración se ponía tan lenta.

—Dejame ayudarte—Briana se sentó a mi lado y me quito la caja sin que pudiera evitarlo. Un inhalador color azul quedo a la vista— no sabía que eras asmático.

¡Bendito Whatsapp! (EDITANDO Primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora