XXIII

449 61 27
                                    

–Pff. Conejos. Qué estupidez.

Un golpe.

–Un sexto sentido.

Otro golpe.

–¿Heredera? ¿Tres de cada doce?

Una patada.

–Un catalizador.

Una patada y un golpe.

–No hay entrenamiento, entonces. No importa. De todos modos puedo vivir sin ser una Kunoichi.

Dos patadas más.

–Llevaré una vida normal y tranquila. Estaré bien.

Asesté un golpe más contra el tronco de madera frente a mí y me detuve para recobrar el aliento.

Habían pasado dos días desde que Hatsumi-sensei me hizo esa revelación tan absurda. Después de haber vuelto a casa y permanecido encerrada en mi habitación por un día entero, tomé la decisión de entrenar por mi cuenta. Pero no sentí que estuviera funcionando, así que de verdad comenzaba a considerar la idea de abandonar mis entrenamientos de manera temporal.

–Sí, prefiero eso antes que... Que... Antes que... Prefiero eso antes que... Que... ¡Rayos! Ni siquiera puedo decirlo en voz alta.

–¿No puedes decir qué?

Me volví rápidamente hacia el origen de esa voz tan familiar. Era Lee.

–N-no, no es nada –me apresuré a decir–. Ya sabes... A veces uno habla consigo mismo.

–Sí, sí. ¡Me pasa todo el tiempo, Yuriko!

Observé bien a Lee y presté especial atención a sus piernas. Parecían sostenerse en pie sin problemas, aún sin utilizar esas muletas a las que ya me había acostumbrado a ver. Sonreí ante tal hecho y sentí una extraña calidez llenar mi pecho.

–Veo que ya te has recuperado de la cirugía. Me alegra mucho, Lee.

–¡Sí, sí! ¡Estoy listo para volver a mi antigua vida, Yuriko! –exclamó, una enorme y radiante sonrisa adornando su rostro–. ¡Tomaré esto como una segunda oportunidad! Me esforzaré al doble... ¡No! ¡Al triple! ¡Me esforzaré al triple! ¡Me convertiré en un ninja excepcional!

Asentí.

–Sí, pero ya eres un ninja excepcional, Lee.

El moreno pareció ofenderse con mis palabras. Sacudió horizontalmente su cabeza de manera exagerada y de pronto se acercó a una distancia suficiente para hacerme ver las lágrimas salir de sus grandes ojos.

–¡Me ofende que pienses que voy a conformarme con esto, Yuriko! ¡Jamás voy a conformarme! ¡Gai-sensei dice que aún hay un largo camino por recorrer! ¡Esto es apenas el comienzo, no pararé jamás! ¡No deberías pensar de esa manera, Yuriko! ¡Ese no es el espíritu de la juventud del que te he hablado todo este tiempo! ¿Qué te ha sucedido?

La voz quebrada de Lee crecía en volumen a pasos agigantados. Las lágrimas salían a chorros de sus ojos y sus manos comenzaban a temblar levemente.

–¡No, no! ¡No llores, Lee! -grité, solo lo suficientemente fuerte para que me escuchara por encima de sus sollozos–. ¡No me refería a eso! ¡Por Dios, sé que puedes mejorar mucho más! Solo quería... Solo quería hacerte saber lo mucho que te admiro hasta el momento. Deja de llorar, por favor. Odio verte así.

Había presenciado ese tipo de escenas antes. Neji y Tenten solían acercarse a Lee y en ocasiones lo abrazaban para hacer que se calmara un poco. Pero eso era algo que prefería evitar dado que no era tan cercana a él como sus dos compañeros y no quería que se sintiera incómodo por mi cercanía. Entonces, todo lo que me quedaba era la opción de usar mi voz para tranquilizarlo. Y sabía muy bien cómo hacerlo. 

𝑓𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑡𝑜 [𝗻𝗲𝗷𝗶 𝗵𝘆𝘂𝗴𝗮] ハスの花Donde viven las historias. Descúbrelo ahora