IV

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Mis padres se iban de viaje

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Mis padres se iban de viaje.

Ellos no tenían que preocuparse por completar misiones, así que muy seguido se tomaban la libertad de pasearse de un lugar a otro para investigar y recabar el material necesario para su artículo de recomendaciones de sitios turísticos, el cual nadie leía.

No se molestaron en invitarme, pues sabían que me negaría. Cuando era más pequeña me encantaban esos viajes; el hecho de ver cosas y personas nuevas era muy reconfortante para mí en ese entonces. Solía apegarme, como cualquier otro niño, a las ideologías y estilo de vida de mis progenitores. Pero entonces crecí y comenzó a molestarme un poco la forma en que ellos veían el mundo; tan relajados y ajenos a los problemas que enfrentábamos en la aldea. Fue así que fui alejándome de ellos poco a poco y comencé a forjar mi propia forma de pensar. Insistí por días hasta que accedieron a dejarme asistir a la academia ninja, todo porque había presenciado la forma en que un shinobi corría por el tejado de mi casa y yo sólo quería ser como él, aunque después comencé a ver las cosas de forma más objetiva y me propuse metas más serias como hacer que mis padres me vieran y reconocieran que ser una kunoichi valía la pena.

Se despidieron de mí y partieron por la mañana. Mi madre dejó comida para dos días y dinero suficiente para comprar suministros para el resto de ellos, lo que significaba que tendría que comer en la calle de nuevo.

-Volveremos en cuatro días, cariño -dijo sonriendo-. Si necesitas algo, busca a Hiroshi.

Salí de casa en cuanto se marcharon. Por lo general disfrutaba de la soledad, pero en el momento en que vi a mis padres caminando despreocupadamente hacia la salida de la aldea sentí la abrasante necesidad de salir de casa también.

Tras planear cuidadosamente las palabras con que se lo pediría, fui a lo de Kai y lo invité a salir.

-¡Qué inesperado! -exclamó. Aún así aceptó con gusto. Compramos un par de dangos y subimos a la cabeza de roca del cuarto hokage -nuestro favorito- para comer mientras presenciábamos con placer la calma de la aldea.

-Déjame adivinar

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-Déjame adivinar... Tus padres salieron de viaje.

Miré a Kai. Era muy sorprendente que me conociera tan bien aún cuando yo trataba constantemente de no revelar demasiadas cosas sobre mi vida personal.

-Sí, lo hicieron.

-Ya veo.

Mientras escuchaba su relato de una de las caídas más graciosas de Mako, también pensaba en que si Kai fuera una flor, sería un hermoso Jazmín.

>> El Jazmín o Jasumin [ジャスミン] transmite el sentido de la amabilidad y el ser agraciado. Esta flor adquiere varios significados, entre ellos: cariño, amabilidad, sencillez y humildad.

Él era un chico extremadamente amable y cariñoso. Algunas personas encontraban muy contradictorio el hecho de que un alma tan pacífica como la suya pudiera convertirse en un buen shinobi y espadachín. A decir verdad, yo también lo pensaba, pero muchas veces deseé ser como él. Deseé el tener una personalidad tan cálida y agradable como la suya, el contar con la confianza de las personas, y el ser muy querido por todos. Y, aunque jamás pude conseguirlo, me sentía muy afortunada de tener a alguien como él en mi equipo.

Yo lo apreciaba. Pero nunca supe cómo decírselo.

-Escuché que has estado entrenando taijutsu.

-Sí -respondí sin dejar de mirar al frente. Sentí su mirada sobre mí.

-Es grandioso, Yuriko -dijo-. Pero, ¿no crees que deberíamos entrenar en equipo? Ya sabes, los tres. Mako y yo hemos ideado algunas estrategias en las que los tres podamos pelear de forma sincronizada.

En ese momento tuve un extraño sentimiento de culpa. Había estado tan enfocada en mí misma que me había olvidado por completo de mi propio equipo.

-Sí, tienes razón. Comenzaremos mañana mismo.

Kai asintió sonriendo.

-Espera, ¿quién te dijo que he estado entrenando taijutsu?

Al pelinegro se le estiró la cara.

-Ah, sí, este...

-Mako volvió a espiarme, ¿no es así?

Kai trató de negarlo, pero la respuesta era obvia. Mako había inventado un lente que funcionaba como un binocular y un aparato para amplificar su oído. Cuando enfocaba su chakra en sus ojos y oídos, el alcance de sus inventos era casi irreal. De esa forma podía observar a quien quisiera desde un punto alto de la aldea, y yo estaba entre sus personas favoritas para espiar.

No tenía una segunda intención. Simplemente, al igual que Kai, se preocupaba por mí. Pensé que tal vez habían notado algo raro en mí, pero yo jamás esperaría recibir tanto interés por parte de ellos.

-No deberías mentir -dije después de un rato-. A Minato Namikaze no le gustaría eso.

Kai cerró los ojos con fuerza. Cada vez que alguno de los dos hacía algo que al otro le disgustara nos decíamos esa frase. Era una forma de hacernos entender que hacíamos algo desagradable y que debíamos corregirlo, pues coincidíamos en que el cuarto hokage era una persona realmente digna de admirar.

-Lo siento -murmuró-. Mako me hizo prometerle que no te diría.

-No necesitas decírmelo. Hay que ser muy tonto para no notar un par de ojos azules que te siguen a todos lados desde los tejados. Parece que no tiene algo mejor que hacer.

Kai soltó una carcajada que me hizo reír también. Su risa era muy contagiosa.

Después de un rato nos dio hambre. Lo invité a comer a mi casa y aceptó sin pensarlo dos veces.

Esa fue la primera vez en mucho tiempo que me sentí llena. No había espacio en mi mente para mis metas obsesivas. De hecho, todo el espacio lo ocupaban un par de ojos cafés y una sonrisa encantadora.

•••

𝑓𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑡𝑜 [𝗻𝗲𝗷𝗶 𝗵𝘆𝘂𝗴𝗮] ハスの花Donde viven las historias. Descúbrelo ahora