𝑓𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑡𝑜 [𝗻𝗲𝗷𝗶 𝗵𝘆𝘂𝗴𝗮] ハスの花

IX

Nunca fui una persona muy expresiva. Tampoco hablaba mucho y eran contadas las veces que reía con ganas. No era que no sintiera cosas, de hecho siempre me había considerado una chica muy sensible. El problema conmigo era que nunca aprendí la forma correcta de expresarme. Se sentía como si hubiera faltado a clases el día que enseñaron esa lección y los demás me hubiesen dejado atrás, atascada por la pesadez de los sentimientos negativos que se acumulaban dentro de mí.

Aún a pesar de que parecía ser alguien muy plana, a ninguna persona cercana a mí parecía molestarle. Era todo lo contrario, pues el saber reprimir las emociones era considerada una gran virtud en un ninja. Y yo me sentía fuerte por ser así.

Pero las cosas fueron diferentes esa vez.

-Resiste un poco más, Sato. Estarás bien.

>>Satō (佐藤) significa "ayuda" o el nombre de flor.

Mi apellido era muy común, pero me encantaba. Por mucho tiempo me identifiqué con él por mi afición a las flores, y no tanto porque fuera sinónimo de ayuda. Incluso un escaso mes atrás habría asegurado que jamás estaría dispuesta a salir lastimada por salvar a un compañero. Pero las cosas dieron un giro inesperado cuando percibí, casi en cámara lenta, que el objetivo de aquel corte de espada era Kai.

Después de habernos distribuido en tres equipos para cubrir todo el terreno aquella mañana, retomamos las riendas de la misión. Hatsumi y Gai-sensei formarían un equipo y los demás, bueno, quedaríamos igual.

Mi sensei asignó a cada grupo el territorio específico que cubriría basándose en la información que el hokage nos había proporcionado. Mako, por su parte, le entregó un pequeño y redondo aparato de comunicación a Gai-sensei y otro a Neji. Parecía que después de todo, sí logró hacer que funcionaran.

-Por ahora tienen un alcance limitado, pero no tendremos problemas esta ocasión. Yo ya tengo uno, así que podremos informarnos de lo que pasa en cada equipo.

Sin más por decir, partí con mis compañeros hacia nuestro lugar asignado.

Avanzando sigilosamente entre los árboles noté una extraña sensación en el fondo de mi estómago. En ese preciso instante no lo supe, pero se trataba de un mal presentimiento.