XXVII

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Por lo general, no me agradaba demasiado la idea de despertar temprano un sábado. Pero esa vez fue la excepción.

Mako y Kai regresaban a la aldea.

Ni siquiera había logrado pegar ojo la noche anterior debido a la euforia que, de hecho, seguía torturándome. Traté desesperadamente de hacerlo, de lo contrario despertaría luciendo como un mapache. Justo como había sucedido aquella mañana 18 meses atrás, cuando ellos se fueron.

18 meses. Había sido un infierno, pero el fin de mi agonía estaba más cerca de lo que aparentaba.

-Entonces... ¡no sé qué ropa debería usar! Oh, y mi cabello. ¡Mi cabello! Ayer me sentía confiada al respecto, pero ahora no estoy tan segura... Aún puedo tomar las tijeras y dejarlo como lo tenía cuando ellos se fueron, ¿sabes? Ellos jamás sospecharán de esta crisis -resoplé, me senté en el piso de mi habitación y lo miré a los ojos-. Dime, ¿este atuendo se ve casual? ¿Mi cabello se ve bien? ¿Se me notan mucho las ojeras?

No hubo respuesta.

-Por favor, solo dime si parezco una desquiciada o no. Tu opinión me impor...-dejé de hablar apenas escuché que alguien llamaba a la puerta de la habitación.

-¿Puedo pasar? -era Hiroshi. Le di una respuesta afirmativa y abrió la puerta de inmediato. Caminó despreocupadamente hacia mí y me dió una palmada en la espalda -Oye, ¿Otra vez le haces preguntas a él? Eso es muy extraño, Lirio. ¿Te encuentras bien?

Lo miré con recelo y luego caminé hacia la salida -Me importa mucho su opinión, es todo.

-No te responderá.

Me detuve en seco y miré atrás-Estoy segura de que lo hace por telepatía. ¿No es así, Kuma?

El pequeño de pelos blancos se rió al escuchar su nombre y comenzó a mover sus manitas, divertido ante la situación. Le dediqué una tierna sonrisa y salí del cuarto -Nos vemos, Hiroshi.

Esa mañana no desayuné. No es que no tuviera ganas de hacerlo, de hecho me moría de hambre. Pero tal necesidad básica no se encontraba en el tope de mi lista de prioridades aquel día. Yo solo tenía una cosa en mente, y nada era más importante que eso.

Saludé a mis padres y salí de casa, no sin antes escuchar el tradicional sermón de mi padre diciendo que tuviera cuidado y no jugara con objetos afilados. Pensé que, si él no fuera tan ignorante respecto a las labores de un Shinobi, ni siquiera me permitiría salir de casa.

Y ahí estaba yo, caminando por las calles de Konoha, tratando desesperadamente de mantener la calma, intentando fuertemente seguir caminando lento y no comenzar a correr como loca hacia la entrada principal de la aldea.

A paso de tortuga, finalmente llegué a mi destino. Comenzaba a pensar que era demasiado temprano y estuve a punto de volver a casa y regresar más tarde, pero alguien me habló.

-¿Sato? ¿Qué haces aquí? Son las ocho de la mañana -me giré hacia el origen del sonido, encontrándome al instante con una rubia sentada al lado de una de las grandes puertas de la entrada.

-No, ¿Qué hace usted aquí? -pregunté, la confusión claramente reflejada en mi timbre de voz. Hatsumi-sensei resopló y dió unas palmadas en el piso a su derecha. Era una invitación a sentarme a su lado. Lo hice sin pensarlo demasiado, mis brazos rodeando mis piernas y mi barbilla apoyada en mis rodillas -¿Tampoco pudo dormir bien?

-¿Se nota mucho? -me reí y asentí con la cabeza -Bueno, lo mismo digo de ti.

Volví a reírme y no respondí. Estaba muy consciente de mi horrible aspecto, pero al ver que ella estaba igual, eso dejó de importarme. Al menos ya no sería el único bicho raro.

-¿Sensei?

-Uhm.

-¿Cree que...? ¿Cree que Mako y Kai hayan cambiado mucho?

Hatsumi-sensei tardó mucho en responder. Comenzaba a ponerme ansiosa, pero finalmente habló.

-Sí, lo creo. No me sorprendería si Takahashi apareciera con una pata de palo -soltó una risa, luego rascó un poco su cabeza y carraspeó-. Pero bueno, hablando en serio, no tengo dudas en que regresarán siendo personas distintas.

-Ya veo.

Hubo silencio de nuevo. Comencé a jugar con mis manos pero sin llegar a rascar mis palmas.

-No deberías ponerte nerviosa por eso, Sato. Después de todo, tú también has cambiado mucho.

Volteé a verla, tenía la vista clavada en el piso -¿Perdón?

-Eres alguien diferente. Obviamente eres incapaz de darte cuenta de ello, pero yo estuve observándote de cerca todos estos meses, por eso tengo la certeza de lo que digo.

Sonreí al escuchar eso -¿En serio me observó? Usted... ¿Realmente me puso atención?

Las mejillas de la rubia comenzaron a enrojecer. Giró su cara hacia un costado para tratar de ocultarlo -Tonta. No hables de esa forma.

Solté una carcajada. Tampoco era tan fácil para mí el ser sentimental, pero me esforcé un poco en honor al último momento a solas que tendríamos después de tanto tiempo juntas -Está bien, pero solo déjeme decir una cosa más.

Seguía sin mirarme a los ojos -Ajá.

-Gracias por todo lo que hizo por mí. Estoy segura de que tomé la decisión correcta al confiarle mi futuro a usted. Yo... La aprecio mucho.

Hatsumi-sensei resopló. Permaneció unos pocos segundos más en la misma posición y finalmente volteó a verme.

-También te aprecio mucho, Sato.

Le devolví una sonrisa y ella se puso de pie de inmediato -Olvidé algo en mi casa. Volveré en un rato.

Antes de que pudiera responder, Hatsumi-sensei desapareció de mi vista.

A decir verdad siempre me había preguntado cómo era posible que los Jonin desaparecieran de esa forma tan asquerosamente genial.
...

No supe con exactitud cuánto tiempo había pasado, pero definitivamente había sido más de una hora.

Yo seguía sentada, aún abrazando mis piernas y prestando demasiada atención a las tonterías que pasaban por mi mente.

Hatsumi-sensei aún no regresaba. Claramente lo que había dicho era solo una excusa para evitar esa situación que implicaba emociones, lo supe desde el principio. Pero nunca pensé que fuera a demorarse tanto.

Comenzaba a contar los árboles que se encontraban fuera de la aldea cuando, de la nada, una persona apareció frente a mí de una forma tan repentina que hizo que pegara un salto -Buenos días, ¿Tú eres Yuriko Sato?

Observé al hombre. Parecía ser un chunin -U-uh, sí. ¿Qué sucede?

-Tengo un mensaje de Hatsumi Akimoto-san para ti -sin dejarme siquiera procesar sus palabras, tendió hacia mí un pergamino y desapareció.

-Esa costumbre de los ninja de aparecer y desaparecer como desquiciados me está volviendo loca -murmuré para mí mientras abría el pergamino que me acababan de entregar.

"Tengo una suerte de perros, Sato. Tsunade-sama me ha llamado para una misión mientras iba de regreso contigo. Es imposible negarme. Saluda a Takahashi y Watanabe de mi parte, los veré tan pronto como termine mis deberes".

Suspiré, enrollé el pergamino y lo guardé en mi bolso. El reencuentro no sería como lo había imaginado después de todo.

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La primera vez que se conocieron, Mako jaló el cabello de Yuriko para asegurarse de que no fuera una peluca.

𝑓𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑡𝑜 [𝗻𝗲𝗷𝗶 𝗵𝘆𝘂𝗴𝗮] ハスの花Donde viven las historias. Descúbrelo ahora