XV

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Caminaba por las tranquilas calles de Konohagakure

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Caminaba por las tranquilas calles de Konohagakure. El día estaba a punto de terminar y el cielo nos mostraba a todos un hermoso atardecer de color naranja para recordarnos que no todos los finales deben ser feos. Las personas comenzaban a encender las luces exteriores de sus casas y negocios, dándole al paisaje un pequeño toque de sofisticación. El cosquilleo que producían los cortos mechones de cabello sobre mi cara al ser movidos por el cálido aire me hacían sentir extrañamente relajada; tanto, que incluso lograba escuchar mi propia respiración por encima del resto de los sonidos a mi alrededor.

No tenía idea de adónde me dirigía. Caminaba sin rumbo fijo, huyendo de todos y de nadie a la vez. Después de haber permanecido tanto tiempo dentro de mi casa, solo quería salir y volver a sentirme viva. Si eso implicaba que debía recorrer todas las calles de la aldea o contar las hojas de un árbol, estaba dispuesta a hacerlo.

Pero ninguna de las dos opciones fue necesaria, pues volví a sentirme como yo misma cuando divisé la florería de los Yamanaka a lo lejos. Sin siquiera notar la inmadurez en mis actos, me eché a correr con una enorme sonrisa en la cara.

Ino me recibió con un abrazo que casi me dejaba sin aire. No sólo fue por la fuerza con que me apretó, sino que también por la sorpresa que me causó el ver su nuevo corte de cabello. Fingí no notarlo para no parecer descortés.

-¡Yuriko, tenía tanto tiempo sin verte! ¿Dónde habías estado? Digo, después de salir del hospital.

-Eso no importa -sonreí-. Justo ahora sólo quiero escuchar tu experiencia en los exámenes chunin. Vamos, Ino, ten piedad de alguien que no tuvo la oportunidad de estar ahí.

Mi amiga rubia me invitó a sentarme en un banco de madera. Me explicó a detalle su ardua experiencia mientras cortaba los tallos de distintas especies de flores para un arreglo. Todo lo que decía no era algo nuevo para mí -gracias a Mako-, pero fingí sorprenderme en las partes emocionantes de su relato.

-Vaya, es una lástima que hayas sido eliminada -dije cuando al fin paró de hablar.

-Sí, bueno, pudo haber sido peor -sonrió.

-Claro, hablas del asunto de Sakura Haruno. Dime, Ino, ¿cómo funciona su relación ahora?

-No lo sé, es complicado.

No volví a mencionar el tema. Me levanté del banco, dispuesta a irme y conformarme con el placer que me causó el volver a ver las preciosas flores del lugar al no tener dinero para comprar alguna, pero entonces Ino me entregó el arreglo en el que había estado trabajando desde que llegué.

-Ino, no tienes que...

-¡Calla! Por una vez en tu vida, Yuriko, acepta un poco de bondad. Te la mereces.

Sonreí de oreja a oreja y acepté su regalo. Me despedí de ella y salí del establecimiento sintiéndome mucho más satisfecha que antes.

Retomé mi camino hacia mi destino desconocido, cargando aquello que tan feliz me hacía entre mis brazos. El cielo ya comenzaba a oscurecerse, pero no parecía que mi pequeño viaje estuviera cerca de culminar. Así que seguí caminando sin prestar mucha atención a los nombres de las calles que pisaba, ni a las caras borrosas con que me topaba, y mucho menos al agua de la repentina lluvia que ahora me empapaba. No, nada de eso era de mi interés. Yo sólo sentía el deseo incontrolable de caminar hasta sentirme llena de alguna manera después de haber estado vacía por tanto tiempo.

𝑓𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑡𝑜 [𝗻𝗲𝗷𝗶 𝗵𝘆𝘂𝗴𝗮] ハスの花Donde viven las historias. Descúbrelo ahora