XVIII

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-Yuriko, pequeña, ven aquí

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-Yuriko, pequeña, ven aquí.

-Mmm. ¿Tiene que ser ahora?

-Sí, por favor.

-Lo haría, pero yo... en realidad tengo que salir y...

-Podrás entrenar más tarde. Ven aquí.

-Bueno, ya. ¿Qué sucede?

-Hace un momento estaba pensando en mi artículo de reseñas de lugares turísticos y me di cuenta de que jamás escribí sobre Konoha. ¿Puedes creerlo? Qué ironía.

-Bueno, entonces escríbelo.

-Sí, sí. Para eso te llamé. ¿Crees poder ayudarme?

-¿Ayudarte, yo? No lo sé, realmente no soy muy buena con eso.

-Eso no importa, si trabajamos juntos podremos lograr algo bueno.

-Eh, yo...

-Además, casi nunca pasamos tiempo juntos. Tú siempre estás fuera de casa al igual que yo. Pero justo ahora coincidimos, así que, ¿por qué no?

-Lo siento, no puedo perder el tiempo. Debo ir a entrenar.

-¡Espera!

-Adiós, papá.

-¡Yuriko, regresa!

-Nos vemos luego.

La misma escena se repetía una y otra vez dentro de mi cabeza como si me encontrara en mi propio infierno y estuviera siendo torturada por el bucle infinito de aquello que tan culpable me hacía sentir.

Trataba con todas mis fuerzas de olvidarme de aquel horrible error que cometí, pero era lo único que podía ver. Eso había sucedido mucho tiempo antes de mi accidente, pero nunca antes había pensado en ello. Considerar el hecho de que había herido a alguien tan cercano a mí sin siquiera darme cuenta no hacía más que alimentar el enorme sentimiento de culpa que me llenaba de pies a cabeza.

¿Por qué estoy recordando esto?

-¡Yuriko, despierta ya!

Volví en mí cuando escuché la voz de Mako tan cerca de mí. Parpadeé lentamente, tratando, sin mucho éxito, de acostumbrarme a la excesiva luz del sol que daba directamente en mi rostro. Mis tímpanos vibraban y mi piel ardía por dentro.

-¿Qué...?

-Vamos, tienes que levantarte. Debemos salir de aquí.

-¿Salir de aquí? ¿Por qué?

El chico de cabello castaño rojizo no respondió a mi pregunta. En su lugar, analizó detenidamente una parte específica de mi cara: mi pómulo izquierdo. Hizo una mueca.

𝑓𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑡𝑜 [𝗻𝗲𝗷𝗶 𝗵𝘆𝘂𝗴𝗮] ハスの花Donde viven las historias. Descúbrelo ahora