XVI. Roto

2.7K 169 19
                                    

XVI. Roto

Mi día comenzó con una dramática llamada de mi madre llorando por el compromiso de Emilio y Olive. De nuevo. Claramente ella no estaba para nada contenta con la noticia, y yo había sido su saco de boxeo y almohada de lágrimas para desahogarse y llorar por lo mucho que le dolía que su primer hijo fuera a hacer su vida con alguien que apenas y conocía, y que aparentemente jamás podría llevarse bien con la familia. Sin embargo, esta vez el llanto tenía incluido otro motivo diferente, mamá había descubierto la razón que había llevado a Emilio a tomar tan repentina decisión en su vida: Olive estaba embarazada.

Mamá no dejaba de repetir lo mucho que sabía que ambos terminarían arrepintiéndose y echando a perder sus vidas. Por mi parte me ponía triste saber que esa era la razón principal de que Emilio decidiera casarse con Olive, ahora tenía sentido que hubieran tomado la decisión tan precipitadamente. Y me dolía. No estaba para nada de acuerdo con que dos personas se casen solo porque traerán un bebé al mundo y no hay amor de por medio, no hay final feliz en eso para ninguno de los tres. Y aunque de esto no estaba cien por ciento segura, si era algo que debía investigar.

Tenía que hablar con Emilio. Solo hablando con él podría saber si entre Olive y él había cariño o respeto del uno por el otro, puesto que no creía que entre ellos hubiera amor, no tan rápido, no tan fuerte. Emilio nunca nos había hablado de ella, hasta donde sabia el seguía con el corazón roto por su ruptura con Karen, con quien sabía que esperaba llegar a casarse. Nunca quise preguntarle cual había sido el motivo de su ruptura porque lo veía mal y bastante afectado, y ahora, de la nada él ya iba a casarse con otra.

Era consciente de que no eran mis asuntos y que no debía meterme más de lo necesario, pero por lo menos podía intentar hablar con Emilio y ayudarlo a encontrar otra solución, darle una perspectiva diferente e identificar todas las alternativas. Quizá, incluso podría darme cuenta de que en verdad quería Olive, que lo estaba haciendo por amor, quizá había algo que nosotros no estábamos viendo.

Durante la mañana había hecho una llamada a Emilio para invitarlo a comer saliendo del trabajo, sinceramente no había esperado que aceptara, puesto que habían pasado semanas en que él no me había dirigido la palabra, así que el que haya aceptado me hacía tener esperanza de que nuestra platica fuera un éxito.

Le entregué mis llaves al valet al llegar al restaurante y le sonreí. Caminé hacia la entrada y le di mi nombre a la hostess, rápidamente un mesero apareció detrás de mi y se encargó de llevarme a la mesa donde ya me esperaba Emilio sentado. Este al verme se puso de pie para saludarme.

—Hola, hermanita. — sonreí ante el sobrenombre y me acerqué para darle un corto abrazo.

—¿Qué tal? — dejé mi bolso sobre el perchero a lado de la pared.

Me senté y un nuevo mesero apareció para preguntar si deseábamos ordenas nuestras bebidas mientras decidíamos sobre los platillos, cosa que aceptamos.

—¿Cómo has estado? La panza cada vez crece más, ¿de cuánto estas?

Sonreí.

—Ya tengo 25 semanas, cada vez falta menos. — acaricié mi pancita. Él apretó una sonrisa y movió su cabeza de arriba a abajo.

El mesero regreso con nuestras bebidas y aprovechamos para pedir nuestros platillos. Hasta el momento habíamos estado conversando sin ningún problema, temas triviales aun, pero dentro de mí, muy en el fondo podía sentir una punzada de que algo no iba bien. Consideraba que tenía una muy buena relación con mis hermanos puesto que junto con mis padres siempre habíamos sido en su mayoría unidos. Recuerdo que de niña mis peleas siempre eran principalmente con Alec por ser menor, con Emilio casi nunca había peleado, y cuando lo hicimos las razones habían sido fuertes; una de ellas fue cuando gané la casa de la abuela; otra, cuando mi padre decidió darme a mi el puesto de la empresa y, la última, cuando les conté sobre mis planes de ser mamá por mi cuenta. Habían sido discusiones, habíamos dejado de hablar por un tiempo, pero ninguna de esas veces se había sentido tan, diferente, ninguna me había hecho sentir que había una pared entre nosotros.

El Donante | hsحيث تعيش القصص. اكتشف الآن