XXV. Prometedor

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XXV. Prometedor

No había visto a Harry desde lo sucedido en mi casa el sábado. Y era jueves. ¡Jueves! Casi no habíamos hablado tampoco. Lo más mínimo, y solo sobre cómo estaba Amelie. Esto es a lo que me refería cuando le decía a Lara que no quería arruinar las cosas con él. Me sentía incómoda y triste, y algo culpable también.

Maldita sean mis hormonas. Y maldito Harry Styles también.

—Abby, ¿me estás escuchando? — brinqué de sorpresa al escuchar la voz de Karin. Nos estábamos poniendo al corriente con los pendientes que traíamos rezagados de la semana y en un momento simplemente me fui. Odiaba esto, distraerme, y estar martirizandome con mis pensamientos por un hombre.

—Lo siento, Karin. Me fui. — reí apenada y ella me sonrió restándole importancia. — Me quedé en que Link Mel pidió que lo llamara por el problema de las vallas...

—Así es, y que tu padre quiere que vayas a verlo en cuanto tengas un rato libre. — siguió viendo la pantalla, y el ya familiar ding del correo llegando a mi laptop sonó de inmediato. — Prácticamente era todo. ¡Oh! Y, mañana empiezan mis vacaciones, no sé si lo recuerdes.

La miré y asentí.

—Claro, Karin. Lo tengo bien presente. De hecho...— me puse de pie y me acerqué al librero detrás de ella. — Te he traído un pequeño regalo para tus vacaciones. — Tomé el par de bolsas que había preparado y se las entregué. Karin me miraba sonriendo. — Por ser la mejor asistente del mundo, y el mejor apoyo también. Sin ti, no se habría logrado nada de lo que hemos hecho hasta ahora, somos un equipo.

Sonrió emocionada.

—¡Abby! Muchas gracias. ¡No tenias porque hacerlo!

—Claro que sí. Ábrelo, ábrelo.

Abrió primero en la que se encontraban un par de botas negras que le habían gustado, pues en una ocasión le pedí que me ayudará a elegir unas para mí, cuando en realidad eran para ella. Sus ojos se agrandaron y comprendió que había elegido su propio regalo. Sonreí enormemente. Paso a la otra bolsa, y en ella se encontraba un vestido negro entallado, que estaba segura le quedaría divino con las botas.

Soltó un chillido y se puso de pie para abrazarme.

—¡Ah! Muchísimas gracias. No me lo esperaba. — empecé a reír y la abracé de vuelta. — Eres la mejor jefa del mundo.

—Lo sé. — solté y empezamos a reír. Lo que le había dicho era cierto, yo le tenía mucho apreció, y mucho de lo que había logrado hasta ahora en la empresa había sido mérito suyo también, así que consentirla un poco de esta manera, le agradecía por haberlo hecho. Sin mencionar que su novio se había puesto en contacto conmigo para pedirme un par de días extra porque le propondría matrimonio, ¿lindo cierto? ¡Qué sorpresa se llevaría!

Nos despedimos y ella regresó a su escritorio casi brincando de felicidad.

La seguí afuera y me dirigí a la oficina de papá. Le sonreí a su secretaria y entre, él estaba finalizando una llamada.

—Hola, papá.

—A pesar de trabajar juntos apenas y te veo. ¿Cómo estás?

Reí, tristemente, era así.

—Muy bien, cada día me siento más pesada.

—Eso es verdad.— abrí mi boca ofendida.— Tu madre me contó que ya tenemos nombre. Amelie. Me encanta. ¿Cómo lo elegiste?

El Donante | hsWhere stories live. Discover now