I. Buenos Genes

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I. B u e n o s   G e n e s




Caminaba con precisión, mis tacones resonando en el asfalto de la entrada de la casa en que vivía mi prima, me había escapado del trabajo antes y no había tenido tiempo de cambiarme a algo más cómodo para mi visita. Alisé mi falda y estiré mi mano para tocar el timbre de la casa, unos segundos después la puerta se abrió revelando a mi prima con su pequeña Chelie colgada de su pierna, dentro podía escuchar al bebé Nach llorar en algún lugar de la sala.

          Cassim Vee era hija de la más pequeña de los hermanos de mi papá. Mi tía Denisse se había casado con un productor a la edad de 21 años y Cass había seguido los pasos de su padre tomando la decisión de incursionarse en el mercado.

          Reí ante la expresión derrotada de Cass que me miraba pidiendo ayuda e inmediatamente llamé la atención de Chelie, que dejó la pierna de su mamá para saltar a mis brazos. La cargué y apreté su mejilla contra la mía haciéndola reír.

          —¿Aun así sigues queriendo hijos? — Fueron sus primeras palabras cuando pisé el recibidor, bromeando con mi decisión. Miré a mi sobrina y esta soltó una risa enorme, haciendo con mi rostro lo mismo que yo había hecho con el de ella anteriormente, al hacerlo mi corazón salto de emoción dentro de mi pecho. . Anhelaba eso más que nada. Miré a Cassim y ella lo entendió.

          Se dio la vuelta y yo camine detrás de ella hasta la cocina, me senté en un taburete aún con Chelie en mis brazos, ella se detuvo frente a mí recargando sus manos en la isla de la cocina, cuando tomó una bocanada de aire, dispuesta a hablar, supe que seguiría insistiendo con su idea.

          Me preparé.

          —Sigo sin entender por qué no quieres que te presente con él, esto sería muchísimo más sencillo. Es un buen hombre, Abby, te lo he dicho. — insistió. Cass creía que si el futuro donante y yo llegáramos a conocernos, al ser amigos sería más sencillo que él me ayudara. Pero yo me rehusaba completamente a esa opción, puesto que yo deseaba saber quién era el donante, claro que sí, pero no deseaba tener ningún tipo de vínculo afectivo con él. Eso solo generaría problemas, y creía firmemente que sería aún más difícil que él llegara a aceptar si había amistad de por medio.

          —Conoces la respuesta a eso, Cass. A mi manera es la única forma en que sé que esto funcionará. — La vi rodar sus azules ojos y siguió en su tarea de preparar la cena mientras mordía nerviosamente su labio inferior. Yo la observaba, esperando que revelará que era eso tan importante que tenía que decirme, esperando a que estuviera lista.

          Dejó sus manos quietas y las apoyó nuevamente en la isla, indecisa soltó una maldición, levantó la mirada hacia mí y habló:

          —La fiesta de compromiso de su hermana será el viernes. Te... te he conseguido una invitación para que asistas. De ahí en adelante depende todo de ti, ¿de acuerdo? Y por piedad, déjame fuera de esto, él no se puede enterar de que yo te ayudé a entrar. — abrí mi boca. Podía sentir como una enorme sonrisa llena de emoción y gratitud se instalaba en mi rostro. Agarré las manitas de Chelie y las hice aplaudir por mí, extasiada. Cass giró los ojos dándome una sonrisa nerviosa, sabía que no podia evitar la sensación dentro de ella de que algo podría salir mal, de que él se pudiera negar.

          Pero al menos, tenía mi importunidad.


14 de abril

           Crucé la entrada del hotel en el cual se llevaría a cabo la celebración sintiendo mis piernas temblar, no estaba segura de qué me haría tropezar primero, si los tacones plateados que me había puesto o mis piernas en estado gelatinoso. Me había arreglado para la ocasión, llevaba un vestido color beige sin mangas, holgado en la parte de arriba y pegado de la cintura hasta un poco más debajo de la rodilla. Tomé un par de respiraciones, reforcé el agarre sobre mi bolso y me hice camino hasta el salón.

El Donante | hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora