V. Familia

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V. Familia

Abigail.

Estos últimos dos meses han sido toda una experiencia que me siento agradecida de estar viviendo. No voy a negar que la he pasado mal con los mareos y vómitos que ya estoy ansiando dejar atrás, me estaba quedando sin mentiras para decirle a mi padre cuando estamos en la oficina y las ganas de vomitar me llegaban repentinamente, tenía que hacer uso de mucho autocontrol y de mi cesto de basura para no salir corriendo frente a todos los trabajadores al baño. Claramente sabía que no podría seguir ocultando mi embarazo por mucho tiempo, aún no se me notaba nada, pero esta necesidad que tenía de sacarlo de una vez me estaba carcomiendo por dentro.

Hoy cenaríamos en casa de mis padres como era costumbre hacerlo una vez a la semana; no estaba segura de sí debería contárselos de una vez, pero era una probabilidad enorme de que sucediera. ¡Mierda, moría de nervios!

Recorrí los pasillos del súper mercado en busca de algunos víveres que necesitaba en casa, además de un pastel de zanahoria para la cena de hoy, y.... probablemente una botella de vino para la noticia. Me regañe mentalmente, cuando como cada vez que venía aquí terminé frente a un sinfín de opciones de biberones, chupones, y cositas para bebé, no podía evitar querer llevarme todo a casa. Sonreí instantáneamente y toqué mi estómago, nada fuera de mi pancita de siempre se sentía aun, pero el saber que estaba ahí, que lo tenía conmigo, era mágico. Y se sentía aún más mío al solo saberlo yo, dejando fuera a Cass de esto, nadie más lo sabía. Tan secreto, tan mío.

Al llegar a mi casa dejé las llaves sobre el estante principal y sonreí a la fotografía de mi abuela. Alicia Rovira ha sido una de las mayores influencias en mi vida. Esta casa había sido de ella y me la había dejado a mí. Reí divertida. Esa era una forma de decirlo, realmente me la había ganado, fue algo justo;

» Con 13 nietos amados por igual, no era fácil elegir a uno solo para que heredara su hogar. Pero a sabiendas de su creatividad que la distinguía y su tan única forma de hacer las cosas siempre, ella había decidido que habría una competencia. Y así fue como el destino de su casa se había dictado por una partida de póker.

Claramente me gané el odio de algunos cuantos primos y uno que otro tío, pero eso había quedado en el pasado, o al menos es lo que me gustaba creer. Nadie había dicho nada, o se había quejado después de que la abuela falleciera, realmente fue un golpe duro para todos, más siendo tan unidos y cercanos a ella.

Subí al piso de arriba y abrí la habitación que había elegido para mi bebé. Hasta el momento se encontraba vacía, solo uno que otro mueble que no utilizaba y una caja de plástico que había conseguido para guardar lo que fuera comprando para mi personita, estaba segura de que al paso que iba tendría que conseguirme otra lo antes posible.





///





Me adentré a la casa de mis padres sin tocar el timbre, con el pastel de zanahoria en las manos fui siguiendo el delicioso olor a comida hasta la cocina, ahí me encontré a mi padre sentado en el comedor mientras leía un libro, al sentir mi presencia levantó la mirada y me miró por sobre su lectura.

—Hola, cariño. — Inmediatamente sonrió. Mi padre era tan diferente a cuando estábamos en la empresa, fuera de ella era tan cariñoso y bromista, pero cuando estábamos dentro procuraba siempre mantener su carácter firme, nada preocupante pero no lo veía llamándome cariño en la oficina.

Me acerqué y dejé el pastel sobre la mesa.

—Hola papá. — dejé un beso en su cabeza y me dirigí a tomar un poco de agua. —No me he encontrado a nadie cuando llegué. ¿Dónde está mamá? — tomé asiento en uno silla frente a él y tomé uno de los panecillos que estaban en el centro.

El Donante | hsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora