XLIII. Diario

839 113 12
                                    

XLIII. Diario


Abigail.

         Apenas había sido capaz de pegar un ojo en toda la noche después de llegar al departamento con una noticia así sobre mis hombros. La realización de lo que las palabras de la Dra. Miriam significaban se enterraba dentro de mi pecho causándome un enorme dolor. Amelie podía no ser hija de Harry.

         Esto no podía estar pasando. No iba a mentir y fingir que esto no me afectaba, que no me dolía. No después de todo lo que ambos habíamos pasado juntos. No después de que yo lo había elegido a él para que fuera el donante en mi embarazo. Y ahora, después de todo, ni siquiera tenía la certeza de que él fuera el papá. No sabía cómo sentirme. No sabía cómo manejar esta noticia. ¿Esto cambiaba el cómo me sentía con respecto a mi hija? Mierda.

         Había llorado todo el camino a casa con Cass intentando darme palabras de apoyo. Pero la realidad era que ella no podía decir nada que me hiciera sentir mejor cuando todo se estaba desmoronando a mi alrededor. Estaba muerta de miedo. Había llorado a mares sintiéndome culpable por sentirme una extraña con Amelie. Aun cuando esa idea solo había pasado por mi cabeza apenas por unos segundos, por sentir que no era mía.

          ¿Cambiaba algo para mí la noticia? ¿Cambiaba algo para mí que la bebé en mi vientre no fuera hija del hombre del que estaba enamorada? Dios. Estaba tan confundida y asustada. No entendía cómo era posible que esto me estuviera pasando. ¿Por qué a mí? ¿Por qué a nosotros? Amelie empezó a moverse en mi panza y las lágrimas inundaron mis ojos una vez más. Claro que no cambiaba nada para mí. Esta bebé dentro de mí era mía, mi hija. Y a pesar de que Harry no fuera el padre, nada cambiaba para mí y solo podía tener la esperanza de que para Harry tampoco.

            Lloré más al caer en cuenta de eso. Amelie era mi hija. Mi bebé. Parte de mí. Y podía no ser parte de Harry. Y me dolía. Me dolía cómo no creía que pudiera ser posible. Pero dentro de mí lo que me aterraba, lo que más me podía en estos momentos era saber cómo iba a reaccionar Harry.

         Dios.

          ¿Cómo iba a darle esta noticia? ¿Cómo le iba a decir que Amelie podía no ser su hija? Lo iba a destrozar. Él estaba tan emocionado y tan feliz con la llegada de Amelie. La amaba muchísimo. Estaba enamorado con la idea de ser papá. Y ahora... ¿La iba a seguir queriendo a pesar de esto? ¿Iba a seguir esperándola como hasta ahora? ¿La iba a considerar su hija? Dudas y dudas no dejaban de llegar a mi cabeza. Cada una peor que la otra.

         Había sido capaz de responder su llamada esta mañana y fingir que nada malo pasaba. No quería preocuparlo estando él tan lejos y menos teniendo tantos problemas en la empresa. Así que había decidido que dejaría el tema para cuando él regresara, y me rehusaba a centrarme en los posibles escenarios negativos. En cambio, me concentraba en los positivos. Harry era una excelente persona, sabía que me amaba, solo esperaba que ese amor fuera suficiente para continuar a pesar de esto.

         Lo extrañaba como jamás creí extrañar a alguien, podía sentir una distancia formarse entre nosotros aun sin él saber nada al respecto. Y era justo ese sentimiento el que había provocado que regresara a esa habitación y buscara entre los diarios de Harry, necesitando algún tipo de cercanía con él. Lo que fuera.

         Me sentía terrible al estar haciendo esto. Pero necesitaba algo que me recordara a Harry, que me hiciera sentir cerca de él, que me recordara la persona que es y el enorme corazón que tiene. Algo que me hiciera mantener vivas las esperanzas de que a pesar de que Amelie pudiera no ser su hija él decidiría quedarse por ambas y saldríamos de esto. Lo necesitaba más que nunca. Me acomodé en el sillón con Moquito mirándome desde el otro frente a mí y abrí uno de sus diarios más recientes.

El Donante | hsWhere stories live. Discover now