CAPÍTULO OCHO

105K 8.2K 2.4K
                                    

EL NIÑO BONITO





—¿Estás hablándome en serio? —Preguntó Isabella, con sus ojos celestes escrutándome fijamente, como si no pudiera creerlo.

Ya éramos dos.

—Si, no puedo creerlo —digo, sin poder quitar la sonrisa idiota de mi rostro.

—Yo tampoco —dice, negando con la cabeza mientras se apoya en el casillero que está continui al mío de brazos cruzados al lado del mío mientras termino de sacar mis cosas.

Debido a mis horas extras no es como que vaya a tener mucho tiempo para hacer nada, por lo que tenia pensado ir a comer algo por ahí antes de que empiece el turno de la noche.

Antes de que pueda responder nada, la puerta de los vestidores se abre y Xánder —quien se encarga de las bebidas en el restaurante— entra, alternando la vista entre las dos que nos quedamos mirándolo fijamente.

Te das cuenta de que Xander es el típico chico malo nada más tenerlo en frente, de esos que lees en las historias de romance y que sabes que no tienen arreglo; los ojos de color miel, la sonrisa con dientes perfectos y blancos, el cabello negro un tanto largo que está todo el tiempo acomodándolo hacia atrás, el piercing de su boca con el que juguetea todo el tiempo, los brazos y manos y parte del cuello llenos de tatuajes y aquella sonrisa encantadora que parece crear un ambiente magnético allí donde va.

—Señoritas —dice, con galantería y una mínima inclinación de su cabeza.

En respuesta simplemente asiento mientras Isa masculla un escueto «hey» por lo bajo y cuando mis ojos se dirigen a su rostro, me doy cuenta de que su sonrojo hace que su piel esté casi del color de las remolachas y tengo que aguantarme la risa.

—¿Qué pasa? —Murmuro por lo bajo, viendo que Xander está al otro lado del vestuario, sacando su delantal del casillero que le corresponde y comenzando a cambiarse.

—Nada —responde ella, todavía sin mirarme, sus ojos nunca abandonan las converse blancas que lleva puestas.

—¿Cómo que nada? —Pregunto, intentando contener la risa al ver como toda su frente y hasta su cuello están sonrojados. —Demonios Isa, estás demasiado roja, ¿te sientes bien?

—¿Si? —Pregunta ella, alarmada.

—Si —respondo, riéndome. —¿Te gusta?

—Necesito estar ebria para contarte —responde ella, mordiéndose la uña con nerviosismo y mirando de reojo a Xander, que se encuentra distraído silbando una canción por lo bajo.

—¿Vas a dejarme con la duda? —Pregunto, fingiendo enojarme.

—Este fin de semana hagamos algo —dice ella, ignorando por completo mi pregunta anterior. —Podemos salir a beber algo, o puedes solo quedarte a dormir en mi departamento.

—Está bien —respondo, sonriendo. —¿Pero no vives con Dante? —Pregunto.

—Si, pero para él no será problema —responde, y cuando Xander comienza a acercarse nuevamente a nosotras, abre los ojos como platos y se aleja, mascullando que nos veremos en un rato.

Niego con la cabeza al tiempo que me dispongo también a salir de los vestuarios, debido a que si quiero comer algo antes de mi turno comience nuevamente, debo apurarme.

El calor abrazador de Nueva York da directo en mi rostro y reprimo un suspiro cansado al saber que tengo que caminar y seguramente sude como una puerca, sin embargo algo en la distancia llama mi atención.

Pecado con sabor a chocolate [+21] ©️ LIBRO 1Where stories live. Discover now