CAPÍTULO DIECINUEVE

92.6K 7.6K 1.8K
                                    

LA DETERMINACIÓN POR EL CIELO Y EL ORGULLO POR EL SUELO





—Pero, ¿por qué? —Vuelve a preguntar Isabella.

—Porque te lo estoy pidiendo —es todo lo que respondo, sin mirarla a la cara.

—Sabes que tienes que darme algo más que eso, ¿verdad? —Insiste ella, mirándome de arriba a abajo. —¿Qué demonios fue lo que te pasó?

—Me manche con chocolate —es todo lo que respondo, evasiva.

—¿Y porque Pierce salió lleno de chocolate de la cocina hace un rato?

Perra, no se le escapaba nada.

—No lo sé —miento, por lo bajo.

—Minerva... —advierte ella.

—Está bien, te lo diré —digo, haciendo que ella me mire con los ojos llenos de un brillo curioso—, pero no ahora.

—Pero... —se queja ella.

—Isa, si no voy en nada a cambiarme para comenzar a preparar las mesas, Tronchatoro va a matarme —digo, a modo de excusa. —¿Me harás ese favor o no?

—Por supuesto que lo haré —dice ella, rodando los ojos—, pero me debes un montón de explicaciones.

—Siiii —respondo, rodando los ojos.

De todas maneras, mi amiga clava su mirada en algo detrás de mí, antes de farfullar por lo bajo que me verá luego y desaparece por la dirección contraria.

Xander se para al lado mio, y supongo que no se dá cuenta de que estoy alli, por que se queda con la mirada fija allí donde despareció Isa, negando con la cabeza y dando un suspiro cansado, antes de entrar a los vestuarios con los hombros hundidos.

No entiendo porque demonios no solucionan las cosas y están juntos y felices de una vez por todas.

Luego de eso, me armo de valor, porque sé que Voldemort está esperando que vaya a su oficina, y sé que lo de ponerme a trabajar en la noche no fue adrede, el maldito está planeando algo y algo me dice que no es para nada bueno para mi.

«Depende de si los orgasmos no son buenos para la salud» murmura mi inconsciente.

Automáticamente apartó cualquier pensamientos que mezclen a Pierce y los orgasmos en una misma oración.

Doy una respiración profunda mientras observo las escaleras que me llevan a la oficina de mi jefe, y si todo sale como lo planeado, no es mucho lo que voy a tener que compartir con él.

Espero a que me de la señal de pase cuando toco a su puerta, sin embargo una vez que entro me sorprendo, debido a que lo veo concentrado en su computador sin siquiera dedicarme una mirada.

Carraspeo para llamar su atención.

—¿Si? —Dice, cuando levanta la mirada, como si no recordara que hacía yo allí.

Tiene el cabello mojado así como también la ropa nuevamente limpia, es decir que seguramente ya se duchó y cambió su muda de ropa por una nueva.

—Ibas a prestarme tu baño —murmuro, luego de carraspear nuevamente, porque siento algo atorado en mi garganta.

Minerva, por todos los cielos, no pienses en ti atragantada con su miembro. 

Demasiado tarde, maldita sea. 

Pecado con sabor a chocolate [+21] ©️ LIBRO 1Where stories live. Discover now