CAPÍTULO DOS

110K 9.6K 4.2K
                                    

MALAS PRIMERAS IMPRESIONES 



—¿Y quién diablos eres tú?

La voz de uno de los chefs más reconocidos del mundo suena demandante y aterradora como la mierda por partes iguales. Sin embargo, soy una persona que se caracteriza por mantener la calma en momentos que lo requieren, por lo que haciendo acopio de toda mi paciencia, respondo con firmeza:

—Mi nombre es Minerv...

—No te he preguntado cómo demonios te llamas: he preguntado quién diablos eres tú —me interrumpe.

Me cuesta unos segundos responder, ya que no tengo ni idea de que debería decir por qué claramente no está preguntando mi nombre. Pero antes de que pueda decir esta boca es mía, el cabello rubio platino de Isabella entra en la estancia, llamando la atención de los presentes.

—Ella es el reemplazo de Lilial —dice, a modo de explicación.

—Ella no es el reemplazo de Lilian —dice mi jefe, lanzándole una mirada de reojo para volverlos nuevamente a clavarlos en mi.

—Claro que es el reemplazo de Lilian —refuta Isabella.

—El reemplazo de Lilian, es alguien que yo mismo entreviste, Isabella —responde Greco con dureza. —Y puedo asegurarte que no es esta niña —agrega al final.

—¿No eres tú...? —Pregunta Isabella, mirándome fijamente.

—Yo...yo no... —comienzo diciendo, sin embargo no hay manera en el mundo de que pueda defenderme de lo que hice.

—A mi oficina, ahora —sentencia Greco ante mi balbuceo incoherente.

Suspiro antes de comenzar a caminar detrás de Isabella, que me mira de reojo, aunque no lo hace de manera acusadora y aquello es algo que me sorprende.

Cuando quiero darme cuenta, luego de subir unas cuantas escaleras, me encuentro frente a una enorme puerta de roble oscuro, que son abiertas por Pierce, invitándonos a pasar a Isabella y a mi antes de entrar por último él.

Me adentro en la espaciosa oficina, concentrándome en cualquier cosa que no sea Pierce Greco, por lo que termino analizando lo que hay a mi alrededor, que consiste en un ventanal enorme a mi derecha con vistas a la enorme ciudad de Nueva York, escuchando el bullicio del exterior.

El escritorio parece ser de roble oscuro y brillante, donde tiene algunos documentos desperdigados y un monitor donde se ven las cámaras de seguridad.

De manera inevitable, mis ojos terminan encontrándose con los de mi jefe, que me escrutan con la mezcla exacta entre interés e indiferencia una vez que se deja caer en su asiento de cuero negro.

—Las escucho —dice con sarcasmo, como si todo esto fuera un complot en lugar de un enorme malentendido.

—Es mi culpa —comienza diciendo Isabella. —Ella llegó y siquiera la deje explicarse.

—¿Y por qué demonios hiciste eso, Isabella? —Pregunta él en un siseo molesto.

—No podía encontrar a Katherine por ningún lado, tu no respondías el teléfono y el servicio estaba por comenzar —dice de manera atropellada. —Sabía que el reemplazo llegaría hoy, por lo que di por hecho que sería ella. 

Antes de que Greco pueda abrir la boca, la puerta se abre y una mujer de unos cincuenta años entra por ella.

—¿Qué está pasando? —Pregunta, con el ceño fruncido.

Pecado con sabor a chocolate [+21] ©️ LIBRO 1Where stories live. Discover now