8.

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—Yo no dije que no fueras atractiva.

Delicados y suaves montículos trigueños que se movían con cada respiración que Carli daba. Esa era la vista que tenía a Thadeas hipnotizado hasta que un carraspeo lo sacó de su ensimismamiento. 

—¿Interrumpo algo? —habló fuerte y claro el mayor de los Allegheny que caminaba junto a su esposa, una mujer pequeña y delgada en comparación a Carli que era el doble de su tamaño. —¿Estas ocupado? Vinimos a invitarte a almorzar. 

—Sí —sonrió la morena, —estábamos de pasada y pensamos que sería bueno que fuésemos a comer algo. 

—¿De pasada por el bosque? —preguntó Thadeas con una ceja arqueada. Mentiras, puras mentiras. —El edificio del Consejo esta situado alejado de la civilización por un motivo, Mina. No creo que ustedes estuviesen de pasada.

La señorita se sonrojó. 

—Eric llamó para decirnos que debíamos invitarte a almorzar —confesó Thanos con un tono de voz aburrido. —Dijo algo sobre un escandalo de faldas y dos mujeres que comenzaron una especie de duelo por ti —sonrió con malicia. —¿Supongo que una de ellas es Mariel Castell... y la otra....?

—Soy yo —confeso Carli con la vista en alto y sin titubear. —Yo soy quien tuvo la discusión con la señora Castell en el baño. Sin embargo, mi jefe ha dejado bien en claro los aspectos profesionales de nuestra relación laboral asique no tiene que preocuparse por su hermano, señor Corfú. Sería bueno que le dijese al señor Eric que no disperse chismes de ese calibre, lo que menos deseo es que mi interés le provoque problemas al señor Thadeas.

Silencio y un par de pestañeos pausados fue la única respuesta que obtuvo a esa inflamada confesión. Carli quería gritar, ¿Qué diablos sucedía con ella y ese sincericidio que le atacaba de pronto? ¿Es que estaba loca? 

—¿Y tú... quien eres? 

—Soy Carlotta, la secretaría del señor Thadeas Corfú.

Thanos sonrió mirando a su hermano. Él ya sabía quien era esa muchacha, Eric no había escatimado en detalles al llamarlo y contarle sobre el inminente escandalo que se formaría en las oficinas del Consejo Sobrenatural. No por que eso les afectase en lo más mínimo, sino que el mentalista de la familia le había advertido que la humana tenía fuego en la mirada y que la soltería del segundo Allegheny tenía ahora fecha de caducidad. Entonces, como quien no quiere la cosa, el chisme de que Thadeas conseguiría una novia era ahora una apuesta en un grupo de chat, donde el susodicho no formaba parte. Todos los participantes de la apuesta se turnarían para conocer a la mujer que vencería la madición de Thadeas. 

—Ah, la que mintió en su hoja de vida —declaró con tono escalofriante. —Dime una cosa, ¿eres siempre así de descarada o te gusta poner a Thadeas en aprietos? Podrías haberte quedado callada de manera fácil y que el imbécil de mi hermano lidiara con las consecuencias.

Thadeas abrió los ojos sorprendido a la vez que espantado por las palabras de su hermano. Si bien Thanos no era la persona más simpática del mundo, pero era un hombre de valores y bastante educado. 

—¿Que? —preguntó pero su voz se vio sobrepasada por otra femenina. Una cabreada. 

—¿Y por que iba a hacer eso? —contestó Carli envalentonada. —¿Cómo sabe que mentí en la hoja de vida? ¿Tiene alguna prueba de sus acusaciones? 

—Sí.

Y por allí lejos huía su dignidad. 

—No me importa —restó importancia aunque por dentro sentía que se desvanecería en cualquier momento. Santa cachucha, esperaba que Mimi no pagara por ninguna de sus equivocaciones, —si hay alguien que puede despedirme ese es el señor Thadeas. Fui honesta y le di mi explicación de los hechos a usted porque el señor Eric dijo que era una figura importante en la vida de sus hermanos y no quería que por mi culpa el señor Thadeas tuviese problemas.

¡Cállate Carli, por favor! Le gritaba su consciencia mientras se obligaba a mantener una expresión neutra. La esposa del señor Thanos sonreía, bastante entretenida con el intercambio de palabras.

¡Esta no era forma de presentarse con su futura familia política!

¿Es que Carli era tonta o le faltaban neuronas en el cerebro? Claramente Thadeas la había rechazado un par de minutos atrás.

Thadeas exhaló profundamente midiendo los movimientos de su hermano y cuñada. Al verlos sonreír supo por donde venía todo el asunto de las visitas. Tocó con delicadeza el hombro tenso de Carli y se disculpó con ella. Luego, le indicó a sus familiares que ingresaran a su oficina. 

Masajeó con algo más de fuerza la zona de su entrecejo y miró a la pareja que no quitaba las sonrisitas idiotas de sus rostros. 

—Eric... —habló bajo armandose de paciencia. —Está demasiado aburrido con su vida y ha inventado...

—Ella es bonita —dijo Mina como si fuesen tres comadres juntandose a tomar el té. —Me gusta que sea humana, huele bien. Además, no tembló frente a Thanos. ¿Viste como a pesar de estar muriendo de miedo se mantuvo firme en confrontarte? —le preguntó a su marido y este asintió con gesto pensativo. 

—Me agrada. Apruebo que ella te corteje.

La mandibula de Thadeas cayó y se sintió un imbecil al escuchar las risas que lo rodearon. 

—¡¿Es que nadie tiene nada mejor que hacer!? Dejen de meterse en mi vida —graznó. —Dejen en paz a mi secretaria y por favor, ni siquiera se les ocurra ponerse al nivel de Eric y jugar a la celestina. A él se lo he perdonado ya que Carlotta le tiene simpatía. 

Thanos asintió. 

—Bien, no molestaremos a tu mujer. Deja de gruñirnos.

—¡Ella no es mi mujer! —le gritó Thadeas y sus ojos se tornaron color carmín. Estaba cerca de perder el control. —¡Carlotta no me interesa de esa manera! Mariel por otra parte.... sí. No puedo arrancarla de mi cabeza por mucho que lo he intentado...tenerla a mi lado de nuevo... es simplemente... devastador. 

Carli se quedó de piedra en el umbral de la puerta que estaba mal cerrada. Bueno, que en realidad, el señor Thanos había dejado mal cerrada. 

Su corazón se encogió en medio de su pecho y sintió que la vida se le hacía toda gris y cuesta arriba. Al principio le había gustado como el hermano y la cuñada del señor Thadeas hablaban de ella, se había sentido orgullosa de una reaccion tan neta. 

Tomó un post it amarillo y escribió una nota para su jefe: "Fui por algo para almorzar, regresaré en media hora." Caminó a la cafetería y en lugar de comprarse un sandwich de queso y tomate, optó por algo más light como un jugo de pera. 

Debía perder peso si quería verse atractiva para otros hombres.

Carli buscó el ascensor con la mirada y se dirigió a la azotea del edificio. Quizá alli podría tener la privacidad que el baño de mujeres ya no le otorgaba. 

El sol le dio de lleno en el rostro y disfrutó de la calidez que los rayos. La puerta se cerró tras ella y caminó hacia una de las cornisas. Pensó en las palabras de Thadeas y tuvo que replantearse varías cosas; 

¿Que era lo que le hacía desearlo como lo hacía? ¿Por que se empeñaba en aferrarse a una persona que claramente no voltearía a mirarla y que tenía a otra en su corazón? Thadeas ni siquiera recordaba aquella vez que le salvó la vida, mientras que ella se había obsesionado con ese recuerdo. Era tan patetica. 

Un sonido la sacó de su nebulosa de pensamientos y tuvo que morderse la lengua para no gritar allí mismo. Un hombre aterrador estaba en cuclillas mientras mascaba el cuerpo inerte de una paloma.

Él se giró y Carli tuvo que bloquear sus rodillas, para no colapsar, cuando vio su rostro; simpaticos ojos de gato, un par de bigotes y pelo, bastante pelo.

—Por favor, no grites —pidió él con tono avergonzado. Sus ojos estaban cristalizados y Carli comprendió que se debía a que ella lo había descubierto. —No soy peligroso y no te haré daño. Por favor, no alertes a nadie de que estoy aqui. 

Ella sintió mientras buscaba como escapar. 

—¿Que eres? —él bajó su mirada, —Lo siento, ¿quien eres? 




Hahahah! A ver con que salimos ahora :O

ThadeasWhere stories live. Discover now