Thadeas estaba fascinado, la palabra encandilado se quedaba corta en relación a como se sentía.
Llevaba lo que creía eran varios días viviendo junto a Thöme y Galatea, su difunta madre, en la modesta casa que ellos tenían al sur de Grecia, en Tesalia. La convivencia con la pareja era tranquila y sin abruptos más alla de los conflictos a los que el General Corfú debía enfrentarse casi a diario. Sus padres parecían congeniar a la perfección. Thöme tenía una personalidad tranquila, pero exigente mientras que Galatea... ah, su madre era una pequeña e inocente señorita convertida en la esposa de un General.
Él sonrió, nunca pensó que su propia madre lo mirase llena de timidez, y que no fuese capaz de hilar palabras frente a su persona o de sostenerle la mirada.
Thadeas siempre se había preguntado cómo fue la vida de su madre junto a Thöme ya que Galatea rara vez lo nombraba. Ella parecía haber seguido adelante después de su muerte y nada la había hecho tambalear ante las adversidades que se le presentaron como madre soltera primero de dos niños, luego cuatro y por último cinco. Jaden nunca tomó un papel más allá de ser el padre de Blaine, y tanto Thadeas como sus hermanos estuvieron agradecidos de que su madre no les diese un padrastro que hiciese diferencia entre ellos.
La Galatea con la que convivía ahora era una joven inocente y llena de vida, una versión suave de la que recordaba era su madre. Ah, cuanto dolían todavía sus recuerdos.
Fue un buen día, en el que conversaba con Callidora, la mujer que se parecía a Carli, que algo sucedió.
—Debes batir bien para que la mantequilla quede cremosa —decía ella mientras lo veía como si el fuese un delicioso filete al que quería darle un mordisco. Hacia calor y Thadeas se había visto en la obligación de usar solo un delantal de cuero por ordenes de Thöme. —A mi señora no le gusta la mantequilla a medias. Ella no se quejará contigo, pero ya sabes que su marido la consiente en todo y no le gustará tenerla disgustada por tu flojera.
Thadeas bufó. Él limpió una gota de sudor de su frente y continuó con su arduo labor al batir.
—¿Cuál es tu función específicamente en esta casa? —preguntó con cansancio. Si bien era un ser sobrenatural ,no estaba acostumbrado a cumplir con tantas labores como las que le habían asignado. Era prácticamente un sirviente. —Te he visto nada más que flojeando.
Callidora sonrió y continuó comiendo de las sabrosas uvas que tenía en la mano.
—¿Has estado observándome entonces? Eso me agrada —batió sus pestañas para él y Thadeas reconoció ese gesto como propio de Carli. —Tú me agradas, guapo Thadeas. Thöme no quiso decirme si estabas soltero o no.
—Tengo a alguien —mintió con maestría.
Callidora le sonrió de manera misteriosa y continuó deleitando sus ojos. Todavía no estaba segura si confiar en ese hombre que, como un cachorro de la calle, Thöme había traído a la casa. Tampoco era que estuviese preocupada de que él los dañara de alguna manera. Ella y su pupila Galatea manejaban la magia de manera decente y podrían contra cualquier ser que intentase dañarlas.
—Soy ayudante del General Corfú —le contó. —Él busca a mi hermano y yo me encargo de cuidar a su esposa... además de enseñarle a manejar la magia que conoce.
Esa era una versión bastante decente y resumida de todas las cosas que habian finalizado con ella viviendo con el matrimonio Corfú.
—¿Qué?
—Mi hermano fue raptado de nuestro hogar hace un par de años —tragó con fuerza la uva que mascaba. Ya no le parecía dulce, sino agria, al recordar a su hermano mayor quien había sido tomado como soldado involuntario de un grupo de rebeldes que fomentaban el regimen que el tirano de Claude Sneider quería implementar. —Sé que Thöme lo encontrará para mi y salvará su alma. Confío con mi vida en el General y estoy dispuesta a hacer lo que él me pida si con eso puedo ayudarlo a encontrar a mi hermano.