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Thadeas se quedó muy quieto al oír a la mujer a la que acababa de sacar del mar. Ella se había desplomado sobre la arena después de quedarse sin aire. 

—¿Carli? —se acercó a ella y quitó el cabello de su rostro. —¿Qué carajos haces aquí?

Ella exhaló pesadamente con su conciencia volviendo de a poco a su cuerpo. 

—Vine aquí por usted, señor Thadeas —se enderezó y lo miró fijamente. —Mierda, solo cerré mis parpados por un par de minutos... 

—¿Qué? 

Carli reunió el coraje necesario para hacerle frente al moreno que hasta hacía unos segundos atrás estaba inconsciente recostado sobre su cómoda cama. ¡Mierda! A ella le estaba costando seguirle el ritmo a sus aventuras sobrenaturales. Si hasta ayer en la noche no era más que una simple humana con problemas del corazón...

—Yo lo envié aquí —confesó y él la miró fijamente. Bueno, si era sincera esa confesión había salido mucho más fácil de lo que ella creía. —Ahora vine a buscarlo, así que coopere conmigo y vámonos.

Él negó. 

—No jodas, no iré a ninguna parte —Thadeas se cruzó de brazos como un niño pequeño que no quiere salir de un inflable. A Carli se le hizo adorable ese gesto y tuvo que darse una bofetada mental al encontrarse conversando tan a gusto con él. —No voy a irme. ¿Cómo pudiste ser tu quien me enviara aquí?

Ella bufó y estrujó un poco su blusa. ¡Qué extraño era todo!

—¡Tarán! Al parecer soy una bruja —se levantó y señaló su cuerpo completo. —Tuve que hablar con sus hermanos, señor Corfú. Ellos fueron a buscarlo hasta mi casa y tuvimos que ir a ver a otro amigo suyo... un tal Sutter. 

Thadeas perdió el color de su rostro.

—¿Cómo?

—El té de la noche lo dejó frito —contó ella sin ningún rastro de vergüenza. —Yo creí que se había desmayado y lo recosté en mi viejo sofá... por cosas del destino me dormí junto a usted y... le quité la sudadera para que estuviese más cómodo —ella movía de manera graciosa sus manos, —pero sus hermanos lo vieron medio desnudo y... luego me enteré de que sospechaban de la señora Castell porque es su ex esposa. 

Esa era una versión bastante decente y resumida para la cantidad de cosas que sucedieron en ese alocado día. Thadeas continuaba con el ceño fruncido, procesando cada una de sus palabas. Carli solo pensaba en la manera más adecuada de pedirle explicaciones respecto a su ex esposa, quien ahora resultaba ser su rival de amores... 

¡Espabila, mujercita! Se reprendió. Ella estaba allí para convencer a Thadeas de irse juntos, no para saciar su lado cotilla.

—Me refería a porque se supone que me hechizaste. 

—Ah. 

Carli miró la bonita playa y el cielo celeste.

—¿Dónde estamos? —ignoró el hilo anterior de la conversación. —Hágame caso, señor Thadeas. Tenemos que volver. Sus hermanos y su hijo esperan por usted... —ella estaba a punto de contarle lo que sucedería si se quedaban más tiempo del que debían, pero él la interrumpió. 

—Estamos en Grecia. Estoy con mi padre.

Carli calló de repente y recordó sobre el motivo por el que Thadeas había caído rendido con su té. Él buscaba paz, quizá el estar junto a su padre se la daba. 

Pero entonces, ¿en qué parte del tiempo se encontraban si en su presente el señor Corfú estaba muerto y sus hijos nunca lo habían conocido?

—¿Thöme? 

—¿Lo conoces?

Ella asintió. No podía considerarse una mentira, ¿verdad? Al menos en sueños si lo conocía y hasta parecía que había estado a su lado en varios momentos importantes, pero... ¿cómo?

¡Agh! A Carli estaba por darle un aneurisma por la confusión.

—¡Thadeas! —un gritito femenino le puso los pelos de punta al menor de los Corfú. Su espalda se crispó y preparó su mente para la escena a continuación. —Te estuve buscando por todas partes, Thöme dijo que habías venido a nadar y... —la voz de la morena se fue apagando a medida que se acercaba a ellos y distinguía los rasgos de Carli. —¿Quien...? ¿Quién es esta? 

Genial, pensó Thadeas. Esto era lo único que le faltaba. Las dos mujeres se midieron cuerpo a cuerpo, con expresiones idénticas; desconcierto, curiosidad y por ultimo, rivalidad. 

—Callidora, esta es mi...—él carraspeó, —mi amiga Carli. 

Las dos lo miraron fijamente y luego volvieron su mirada la una a la otra. Thadeas sonrió, parecían dos gatos callejeros a punto de lanzarse a una pelea. 

—¿Soy yo? 

—No —contestó Carli. —Soy Carlotta. No sé quien eres tú, pero no somos la misma persona. ¿No oyes? Soy su amiga. Ambos venimos del...

—Del mismo lugar —interrumpió Thadeas. —Carlotta es del mismo sitio que yo.

—¿Y dónde sería eso? —cuestionó Callidora con el mismo tono y expresión que Carli. 

Thadeas sufrió un escalofrío premonitorio al oírla. Este encuentro traería problemas, eso era seguro.

Carli se miró a si misma en la figura de esa otra mujer y sintió que la cabeza si le estallaría. ¿Entonces este sería el cuerpo pasado que ella perdió? ¿Las palabras de Sutter habían sido ciertas al final? 

—¿Y qué haces aquí, Carlotta? —le preguntó su yo del pasado con expresión desganada. 

—Vine a buscar al señor Thadeas para llevármelo conmigo. Él tiene que volver con los suyos. 

—¿¡Qué?!

Oh, no. Pensó Carli. Si había algo que le faltaba a su bizarra vida amorosa, además del rechazo del hombre que le gustaba y una ex esposa presente, era que una versión pasada de ella misma fuese su rival ahora. 

No, señor. No esta vez. Ella se encargaría de cortar de raíz cualquier malentendido que se pudiese originar entre... esa Callidora y Thadeas. 

—Es mío —susurró Carli acercándose a Callidora. —Tapate ese escote porque por si todavía no te has dado cuenta, ese hombre no mirará a otras tetas que no sean las mías. 

Y el ambiente se caldeó. Thadeas pudo sentir a la perfección la ira de ambas mujeres. 

—¡Explícame que es lo que sucede aquí, Thadeas! —exigió la bruja de mayor rango. —O en este mismo momento daré aviso a Thöme de lo que sea que estés planeando. ¿Eres un traidor del general?

Thadeas sintió su gran poder incrementarse y se encogió por dentro. Miró a Carli y ella no se veía en absoluto arrepentida de haberla provocado. 

—Soy uno de los hijos de Thöme —confesó sabiendo que arriesgaba su pellejo si la bruja no le creía. —He venido desde otro tiempo a conocerlo. Carli trabaja para mi y esta aquí porque mis hermanos me quieren de regreso.

Callidora boqueó tomada por sorpresa.

—¿De qué hijos estás hablando? —se hizo la loca. —Mi señora Galatea no está embarazada... ellos no pueden engendrar. 

Thadeas enarcó su ceja.

—No estoy mintiendo —habló calmado. —Soy el segundo de los mellizos que gesta ahora. Mi hermano mayor se llama Thanos. 

—Como el abuelo del General —concluyó Callidora y Thadeas asintió, nunca había sospechado que el nombre de su hermano tuviese ese origen. —¿Y por qué estas aquí? Va contra las reglas de todos los seres la alteración del tiempo.

Thadeas se encogió por dentro. Él y sus hermanos parecían haberse pasado esa regla por entre las nalgas. Carli carraspeó y fue quien contestó a esa pregunta.  

—Yo lo envié aquí —contestó con firmeza y una nota de orgullo. —Todavía no sé para qué... pero seguramente no para conocerte —no pudo con su mal genio y terminó contestando de manera odiosa. ¡Por Dios, era ella misma! Sin embargo, ya había decidido ver a Callidora como su rival. Era obvio que ambas mujeres estaban interesadas en el señor Thadeas Corfú.

ThadeasWhere stories live. Discover now