10.

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Thadeas respiró el frío aire de la noche. Notó como Carli se removía incomoda en su cama, y suspiró. Las manos le picaban por abrir la ventana e ingresar a su habitación a consolarla. 

¿Qué diablos estaba haciendo? A altas horas de la madrugada velando por el sueño de una mujer humana que le confesó cuanto lo deseaba. 

El almuerzo junto a Thanos y su ruidosa familia no hizo más que enardecer esa sensación de soledad que sentía a diario. Quiso regresas a la oficina, realmente lo intentó, pero fue pensar en la pequeña humana esperando por una explicación suya, para dar marcha atrás. Sí, Thadeas ya sabía que se estaba comportando como un cobarde al evitar a Carli... pero es que estaba tan confundido respecto a todo. 

En un principio deseo poner su atención a Mariel Castell, la vida le daba una nueva oportunidad con ella regresando a trabajar a su lado... sin embargo, y debía comenzar a ser honesto aunque fuese con él mismo, era nada más levantarse por las mañanas para que cierta morena de ojos cafés llegara a su mente. 

¿Cómo lo hacía? ¿Cómo podía Carlotta llamar su atención de esa manera? No era su tipo, por lejos una mujer que llamara su atención. No obstante, el segundo Allegheny, no podía apartar su atención de lo que fuese que ella hiciese. Desde comer a escondidas suyo, cuando era obvio el olor a dulces o pastelería que tenía, hasta lo mal sonante que podía ser a veces. 

Carli no tenía clase, modales y mucho menos era físicamente el tipo de mujer que lo atraería... y allí iba de nuevo, sonriendo al pensar como lo tenía al pendiente de cada pequeño paso que diera. 

Su celular vibró en el bolsillo de la sudadera que utilizaba y lo sacó para ver de quien se trataba. Thadeas palideció al desbloquear el aparato y leer el texto que le había llegado.

"Esta frío afuera. ¿No quiere pasar?"

Levantó la vista rápidamente y se encontró de frente con la muchachita que lo hacía dudar de su propia cordura. 

Carli abrió la puerta y sintió el aire frio acariciarle la piel. Su atención estaba puesta en el interesante hombre que había visto espiándola.

El corazón comenzaba a martillearle en el pecho al ver que Thadeas asentía a modo de saludo e ingresaba al interior de su cutre departamento de un ambiente. Ella cruzó los brazos sobre su pecho y tardíamente notó que no tenía sostén bajo su blusa. 

—¿Vamos a fingir que esto es normal? —preguntó intentando no sonar tan nerviosa como se sentía. —¿Acostumbra usted a espiar a las personas mientras duermen? ¿O es solo a mi por ser humana?

Ah, el condenado señor Corfú tuvo la desfachatez de sonrojarse. A su edad, y con esa barba que ocultaba la mitad de su rostro, ella pudo notar como se avergonzaba.

—Lo lamento —se disculpó su jefe. —No pensé que estuvieses despierta, ni siquiera sentí que tomaras el celular entre tus manos —Carli abrió los ojos y Thadeas se dio cuenta de su error. ¿Cómo se le ocurría disculparse por haber sido descubierto in fraganti en lugar de pedir perdón por espiarla? —Es decir...

—Entiendo —interrumpió ella. Carli miró los alrededores de su hogar y sonrió con vergüenza. Era tan insulsa que no tenía ni siquiera un sofá como la gente, en su lugar, utilizaba una vieja cama con resortes y un roído colchón que cosió a mano. —¿Quiere tomar un té? Lo veo muy despierto para ser de madrugada. ¿Está durmiendo bien? 

Thadeas dudó, sopesando sus opciones. De pronto su enorme departamento se le antojo demasiado solitario para una persona con insomnio como él.

—Esta bien, tomaré un té contigo. 

ThadeasWhere stories live. Discover now