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Eric colocó su cuerpo entre Carli y la ira de Thanos dirigida exclusivamente a ella.

—¡¿Drogaste a mi hermano?! —le gritó. —Pensé que eras de fiar, Carlotta. Resultó que eres una lunática más y que solo querías aprovecharte de él. ¡Maldición!

—Yo no me he aprovechado de nadie —se defendió en voz baja la aludida. Carli sabía que era merecedora de una buena bronca y, muy en el fondo de su alma, agradecía que los hermanos Allegheny ni siquiera estaban mostrando su lado sobrenatural para hablarle. —Fue una confusión. No sabía que tenía esas habilidades.  

Thanos frunció el ceño. La humana se veía bastante afligida por el lio en el que se había metido, pero más allá de eso, ella no parecía asustada en lo absoluto. 

—Deberías calmarte, Thanos —aconsejó su hermano. —No queremos generar un escandalo mayor. Mira a tu alrededor, no dejaremos que llegues a ella. Ya te dije que Sutter dice que es su hermana y que esta dispuesto a dar su vida por ella.

—¿Qué? —palideció.

—No le hagas esto al guardián de tu familia, por favor —rogó Eric. Hasta ahora el más juicioso de todos. — No lo pongas en la horrible situación de elegir entre tu y su familia.

—¿Qué? —volvió a repetir el mayor de los Corfú.

Sebastian, que estaba sentado en un sofá con las manos entrecruzadas, miraba la situación con estupefacción. Sus hijos, los pequeños nietos de Thadeas, jugaban a colocar flores en los rizos castaños de su abuelo mientras le cantaban canciones de cuna. Era una imagen... bastante divertida si no fuese por la seriedad del asunto.

—Ella no quiso hacerle daño a mi padre, tio Thanos —habló finalmente. —Si lo que nos han dicho es cierto, Carlotta actuó como alguna especie de antidepresivo. Solo que en su caso puede utilizar la magia. 

—Bien, gracias por mencionar eso —contestó la mujer morena y él sonrió. Era atractiva y ahora entendía porqué habia llamado la atención de su padre. Carlotta tenía un aura magnética, que misteriosamente traía paz consigo. —Yo no lo sabía, pero no se preocupen, estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para despertarlo.

—¿No lo hará solo? —preguntó Sebastian y ella negó, dándole una explicación mucho más sencilla de lo que Lahuen había dicho. La elfa mencionó los ciclos de la luna y las energías de las almas. Algo parecido a un trabalenguas al que Sebastian no prestó mucha atención. —Mierda.

Sutter, del lado de Carli, pidió a sus señores un momento a solas con su hermana. Eran muchas noches sin saber de ella, y ahora que finalmente la tenía de nuevo frente a sus ojos... quería recuperar el tiempo perdido. 

Su señora Galatea y él nunca dejaron de buscarla, o al menos su alma. Callidora había sido una de las brujas más poderosas que él pudo conocer y la habilidad de manejar la magia, al parecer no había abandonado su alma. 

Ella se vio un poco reticente a quedarse con él a solas, pero no tuvo de otra en cuanto los familiares del señor Thadeas dejaron la habitación. El interesante grupo, reunidos alrededor de uno de sus miembros inconscientes, se había trasladado hasta la residencia del menor de los Corfús y ahora se manejaban a las anchas en la casa de Thadeas. 

Sutter agradecía también la tacita tregua de Thanos, quien después de oír las palabras de Eric habia decidido dejarlo por la paz y no molestar más a su hermana a pesar de que sentía recelo hacia el hecho de que ella fuese humana.

—No quiero sonar grosera con usted —comenzó diciéndole ella y a él no le extrañó que fuese quien tomara la iniciativa. Callidora siempre había hablado por él cuando no podía. —Pero no me siento cómoda con la supuesta relación filial que tenemos. He sido siempre yo. Sola —aclaró. —No me malinterprete, usted es un vampiro y sería genial estar emparentados... pero... —se señaló de arriba abajo. —Soy una humana común y corriente —ella rio de pronto, alegrando el corazón de Sutter. —¡Que ahora puede hacer magia! 

ThadeasWhere stories live. Discover now