Cuando el caos y el desconcierto llenaron el ambiente, Thadeas terminó por perder su poca paciencia. Ver a Darién transformado en un gran lobo blanco, y haciendo lo posible por defenderse de los cuatro atacantes que se lanzaron sobre su cuerpo, fue la ultima señal que necesitaba para saber que no eran bienvenidos en aquellas tierras a pesar de que ellos tenían a su humana.
Él respiró profundamente, de pronto sintiéndose mareado a la vez que atónito. ¿En serio no dejarían que recuperara a su Carli? ¿habían creído que una decena de centinelas lo mantendrían alejado de la única mujer a la que amaba?
Estaban equivocados y no sabían la clase de mierda en la que estaban metidos al intentar mantener apartados a un vampiro y su súbdito. Que en este caso, como en el de sus hermanos se agravaba ya que dicho sujeto ostentaba también el titulo de compañera eterna.
¿Querían verlo enojado? ¿Se atrevían a forzarlo a llegar al limite?
Ahora entenderían porqué demonios su familia era tan temida y respetada por todos. Thadeas siempre se había subestimado a si mismo, dejando que la paz reinara en lugar de las confrontaciones. Muy en su interior creía que el razonamiento siempre era la mejor herramienta para lograr sus propósitos ¿y a dónde lo había llevado eso? A que creyeran que no era más que un apellido bonito y la sombra de lo que sus padres fueron, a que su mujer fuera apartada de su lado sin más miramientos que su naturaleza más débil.
Estaba harto. De todos aquellos que se cruzaron en su camino y lo miraron como a menos que una sombra.
Un zumbido comenzó en el aire y la misma ráfaga de energía, que la vez anterior, brotó de su cuerpo. Esta vez no fue un arrebato causado por el temor de su perder lo que más quería, esta vez era consciente de lo que hacía y los objetivos que dicho cumpliría. Sonrió con orgullo cuando al menos dos decenas de cuerpos de los elfos cayeron rendidos a su alrededor.
La misericordia no estaba hecha para aquellos que no sabían...
Pero Thadeas no pudo finalizar ese mantra en su mente, un bloqueo amistoso y firme se cernía sobre sus pensamientos, impidiendo que matara a todos aquellos que les habían atacado. Se giró y miró a Eric que sonreía con los dientes llenos de tierra y sangre. Su hermano gesticuló pidiendo por su ayuda y Thadeas corrió hasta su lado. Miró a su alrededor para ver el estado de los otros, sintiendo al no entender porqué su hermano lo había detenido.
"No eres un monstruo, no necesitas las vidas de inocentes en tu consciencia." Dijo simple y llanamente mientras se lamentaba de un raspón en su codo. Thadeas sonrió, Eric estaba feliz de que al menos su rostro no estuviese magullado, ya que luego no quería tener que preocupar a su esposa al contarle como había sido atacado.
Darién se sacudió el pelaje lleno de tierra y hojas secas, y se dirigió inmediatamente hacia el cuerpo de su padre que se recuperaba. Thanos tomó la mano de su hijo, indicándole que se encontraba bien.
—¿Por qué estaban atacando? —preguntó el pelirrojo a su suegro que se acercaba a ellos. Él había corrido tras Mera y su madre, pero habían bloqueado su paso.
—Estos son centinelas —dijo Blaine y frunció el ceño. —Normalmente en esta zona se encuentran los otros, esos a los que llaman oscuros y que son letales —explicó y luego le dirigió una significativa mirada a Darién. —¿Los recuerdas? tuvimos que atraerlos con la sangre de tu hermano... ¿Qué demonios es lo que sucede aquí? — se sacudió las ropas y miró a sus hermanos. —¿No somos bienvenidos en estas tierras ahora? ¿Y eso por qué?
—Tendremos que averiguarlo —dijo Thadeas y no se perdió la mirada de Thanos sobre él. Bien, una vez que todo esto pasara los hermanos iban a tener una larga, larga charla. —Blaine, tu lideras. Dinos donde está la puerta y vayamos tras tu hija y tu nieta.